Retos laborales
La reducción sustancial de la temporalidad con la reforma laboral pactada debe motivar para afrontar nuevos desafíos
La reforma laboral pactada ha logrado, gracias a su calculado equilibrio, reducir sustancialmente la temporalidad contractual del sector privado con un impacto positivo en la reducción del desempleo. El cumplimiento de este objetivo debe motivar, desde la misma metodología del diálogo social, para afrontar nuevos retos laborales.
El primer reto proviene de la propia reforma porque el ordenamiento laboral debe ubicarse, con mayor certidumbre y seguridad jurídica, en el nuevo paradigma de la contratación indefinida. El reglamento pendiente de contratos temporales debe aclarar las controvertidas fronteras entre el fijo discontinuo, tiempo parcial y el contrato de circunstancias de la producción y una reforma legal debe dar más espacio a la negociación colectiva en la delimitación de las causas objetivas extintivas adaptadas a las singularidades de cada sector, así como adecuar mejor el despido colectivo a la regulación europea. La incertidumbre origina la utilización del contrato indefinido con extinciones en períodos cortos y la certidumbre determina mejores condiciones para la estabilidad de los trabajadores dentro de los márgenes económicos de las empresas.
La transformación digital y demográfica marca los retos laborales estructurales que deben ser abordados con decisión política. De un lado, es necesario mejorar la deficiente regulación vigente del teletrabajo, articular modelos laborales o por cuenta propia específicos adaptados a la economía digital, junto con marcos singulares de negociación colectiva, y revisar las reglas del tiempo de trabajo para propiciar, cuando sea viable, jornadas reducidas en función de la productividad, con un mayor espacio de la distribución irregular de la jornada. De otro lado, los profundos cambios demográficos, que ya condicionan la población activa, obligan a diseñar prestaciones de desempleo o rentas mínimas con incentivos al empleo y a apostar por la jubilación flexible y compatible con el trabajo sin topes retributivos.
Afrontar, con equilibrio y decisión, estos retos laborales asociados al nuevo paradigma contractual, la transformación digital y el cambio demográfico, no sólo es una exigencia para mejorar nuestro mercado de trabajo, sino también un punto de partida para afianzar la sostenibilidad económica de nuestro Estado del Bienestar sustentada en el bien social más valioso, el trabajo y el empleo de calidad.
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