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España presenta a Nadia Calviño para la presidencia del Banco Europeo de Inversiones

Los ministros de Finanzas votarán en septiembre en Santiago de Compostela al futuro jefe de la institución, que se incorporará el 1 de enero de 2024. La comisaria Vestager compite por el cargo

La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño. Foto: JUAN CARLOS HIDALGO (EFE) | Vídeo: EPV
Lluís Pellicer

España ha decidido apostar fuerte por la presidencia del Banco Europeo de Inversiones (BEI). El Gobierno de Pedro Sánchez formalizó el viernes la candidatura de la vicepresidenta primera en funciones, Nadia Calviño, para liderar una de las mayores instituciones financieras del mundo y una pieza clave para la economía española, según confirman fuentes gubernamentales a EL PAÍS. El Ejecutivo considera que la sólida trayectoria internacional de Calviño, que ha ocupado altos cargos en la Comisión Europea y el FMI, constituye una potente baza para hacerse con ese sillón. Es más, cree que es la única española con las credenciales necesarias para ganar el puesto, por el que también pugnan otros candidatos de máximo nivel, como Margrethe Vestager, actual vicepresidenta de la Comisión Europea, y el exministro de Finanzas italiano Daniele Franco. El calendario, que fija que la elección se formalice en octubre, permitiría a Calviño seguir en sus actuales funciones hasta el 1 de enero.

El Gobierno se ha fijado como prioridad reforzar su influencia en los máximos organismos financieros de la Unión Europea. El BEI, fundado en 1958, nunca ha contado con una presidencia de España a pesar de ser uno de los principales clientes del banco. Solo el año pasado recibió casi 10.000 millones de euros —casi a la par con Italia y Francia— que permitieron movilizar otros 23.000 millones para la economía española. La institución con sede en Luxemburgo, además, se ha convertido en una pieza de primer orden para los grandes retos geoestratégicos de la Unión Europea: las transiciones energética y digital y la reconstrucción de Ucrania. Si Calviño acaba accediendo al cargo, España cubriría otro flanco internacional y vería reforzada su representación en los organismos económicos, donde ya cuenta con Luis de Guindos, vicepresidente del BCE; José Manuel Campa, presidente de la Autoridad Bancaria Europea, y Pablo Hernández de Cos, al frente del Comité de Supervisión Bancaria de Basilea.

La vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, realiza declaraciones tras la reunión con las patronales bancarias, las asociaciones de usuarios financieros y el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos.Foto: Juan Carlos Hidalgo | Vídeo: EPV

España ya ha empezado a mantener conversaciones con los accionistas del BEI, que no son otros que los países miembros de la UE. Y tras esos contactos, cree que puede lograr los apoyos necesarios para Calviño. La ahora responsable de las finanzas españolas es, además, una vieja conocida en Bruselas. A la capital comunitaria llegó en 2006, cuando la fichó la entonces comisaria holandesa Neelie Kroes, Empezó ahí un ascenso irresistible y poco usual con dos direcciones generales adjuntas consecutivas en Competencia y Servicios Financieros. En 2014, Calviño se convirtió en la guardiana de la caja comunitaria al acceder a la dirección general de Presupuestos. Esas tres responsabilidades dieron a la vicepresidenta en funciones una panorámica completa de la política económica europea y la colocaron en el radar de Pedro Sánchez para su primer Ejecutivo.

Calviño regresó a España en 2018 para asumir la cartera de Asuntos Económicos de ese Gobierno. Sin carné, pero con pedigrí socialista, Calviño escaló hasta la vicepresidencia primera en el segundo gabinete de Sánchez al convertirse en un ancla de estabilidad y centralidad. Ese ascenso fue aplaudido por el empresariado y recibido con alivio por Bruselas, que al comienzo de la legislatura pasada recelaba de un gobierno con Unidas Podemos. A la vicepresidenta solo le faltaba un fondo político que ha ido ganando a golpe de ir sacando colmillo en el Congreso. El peso de la también ministra es de tal calibre que uno de los puntos débiles de la derecha era presentar una alternativa a su figura. O Nadia o nadie, hicieron correr los socialistas al principio de la campaña. Según las fuentes consultadas, Sánchez ha dado su “apoyo total” a la candidatura de Calviño, que se ha comprometido en seguir en su cargo hasta el 31 de diciembre por la presidencia de la UE.

Con la vicepresidenta, además, España dio un salto en Bruselas. Calviño no solo quiso ser la interlocutora del Gobierno con la Comisión, sino también dar voz a los intereses de España dentro de los consejos de ministros de la Unión Europea. Su ambición internacional la llevó a presentarse para la dirección del FMI y la presidencia del Eurogrupo, que se le escapó por un solo voto pese a contar con el apoyo de Alemania, Francia e Italia. Entonces, la vicepresidenta era vista con muchos recelos por los halcones. En particular por Países Bajos, que puso en marcha su maquinaria para cerrar el paso a la española.

Calviño aprendió de ambos fiascos y desde entonces ha tejido una amplia y transversal red de conexiones con sus homólogos. La vicepresidenta —que habla inglés, francés y alemán— mantiene una buena relación con el canciller Olaf Scholz y con los ministros de Finanzas de Alemania, Christian Lindner, y de Francia, Bruno Le Maire. En los últimos años, además, ha ido cultivando también los contactos con todos los halcones. Y prueba de ello es que sorprendió a los Veintisiete con un papel en el que fijaba una posición conjunta con Países Bajos sobre la reforma de las reglas fiscales, un asunto en el que entre ambos países siempre ha existido un profundo abismo.

Reforma de las reglas fiscales

Sánchez gana con esta candidatura muchos enteros para hacerse con la presidencia del BEI, una institución con la que España tiene un saldo vivo de 66.000 millones de euros en préstamos. Sin embargo, pierde también uno de sus principales activos. El Ejecutivo en funciones lamenta que, en caso de hacerse con el cargo, se irá a Luxemburgo una gestora que en los últimos tiempos se ha crecido como política. Sin embargo, cree que eso no afecta a una eventual investidura de Pedro Sánchez, máxime cuando esta todavía debe cocinarse. En cualquier caso, la incorporación de Calviño al BEI —de producirse— no se materializaría hasta el 1 de enero de 2024. Ese plazo permite que la vicepresidenta pueda seguir con su cargo en funciones y culminar su trabajo de la presidencia española de la Unión Europea. Entre otros deberes, tiene como principal reto la reforma urgente de las reglas fiscales europeas. Una carpeta endiablada que divide a Norte y Sur y que debe ser desencallada de forma urgente antes de que las normas vuelvan a reactivarse el 1 de enero.

Al mismo tiempo, Calviño deberá ir trabajando en su candidatura. El proceso empieza ya. La semana que viene, el próximo 17 de agosto, tendrá lugar la validación formal de candidaturas. Nacida en A Coruña, Calviño jugará en casa. Según fuentes consultadas, el nombramiento –que requiere una amplia mayoría de votos de los Estados miembros— se acordará en el Consejo de Ministros de Economía y Finanzas (Ecofin) informal de Santiago de Compostela los días 15 y 16 de septiembre y sería formalmente adoptado en el Consejo de Gobernadores del BEI en octubre.

Su principal rival para suceder al alemán Werner Hoyer es la danesa Margrethe Vestager, que en los últimos ocho años se ha convertido en uno de los rostros más populares de Bruselas al ser el azote de las grandes tecnológicas al frente de la cartera de Competencia. Las opciones de Vestager se vieron algo mermadas después de que tuviera que renunciar al nombramiento de Fiona Scott Morton, una antigua funcionaria de la Administración de Barack Obama, como economista jefe de su departamento ante las quejas de Francia. La elección de cualquier de las dos puede poner fin al hecho de que jamás una mujer ha ocupado ese cargo. Hay otros tres candidatos en liza: el italiano Daniele Franco, exministro de Finanzas de Mario Draghi, y dos vicepresidentes actuales del BEI: la polaca Teresa Czerwińska y el sueco Thomas Östros.

Hasta ahora, España solo había ido ocupando vicepresidencias del BEI, pero en una silla que ha compartido con Portugal. Ahora quiere ir más allá. En caso de acceder al cargo, la vicepresidenta debería dejar su actual cargo de presidenta del Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI, que de todos modos vence este año. Ese cargo, precisamente, lo ocupó por designación de los ministros de Finanzas. Este mismo jurado deberá ahora dilucidar si Nadia Calviño presenta también la mejor hoja de servicios para liderar el banco común de la UE.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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