El Banco de Inglaterra eleva tipos y avisa de que seguirán altos por más tiempo
Pese a ser la decimocuarta subida consecutiva, la entidad reconoce que la inflación tardará más en bajar
El Banco de Inglaterra (BoE, en sus siglas en inglés) ha reconocido por primera vez este jueves que los tipos de interés permanecerán elevados por más tiempo, desbaratando las expectativas de una rebaja algo más prematura. En su reunión mensual, los nueve miembros del Comité de Política Monetaria apostaron por una intervención menos agresiva que en julio, cuando se habían lanzado a un aumento de medio punto, pero el 0,25% decretado por seis votos a favor y tres en contra deja ya los tipos en el 5,25%, el máximo nivel desde abril de 2008.
La nueva dosis de subida, la decimocuarta consecutiva, mantiene la terapia de choque con la que el BoE trata de poner a raya, hasta ahora infructuosamente, el alto coste de la vida. El último dato de IPC, el de junio, registró una subida de precios del 7,9%, menor a la esperada, con lo que la cita de este jueves era la primera que tenía lugar con una inflación menor de la estimada previamente. De ahí que el alcance de la subida, que se daba por hecha, sea comparable a la importancia del mensaje que las autoridades del banco central han lanzado este mediodía, al aclarar que los tipos elevados están para quedarse.
El propio BoE ha actualizado su calendario, y admite que el objetivo de garantizar el 2% de IPC tardará más de lo previsto en conseguirse. Según sus estimaciones, se alcanzará en el segundo trimestre de 2025, pese a que hace solo unos meses, en mayo, consideraba viable que se llegara entre enero y marzo del mismo año. A pesar de ello, mantiene la previsión de que la tasa caiga sensiblemente en los próximos meses, hasta quedar en el 4,9% a final de 2023. De cumplirse sus cálculos, el Gobierno británico podrá reivindicar que ha conseguido uno de los cinco grandes retos que el primer ministro, Rishi Sunak, se había marcado para su mandato: reducir la inflación a la mitad a final de este año, un desafío que implica que tiene que bajar, como mínimo, al 5,4%.
La clave para el BoE, sin embargo, no pasa exclusivamente por una caída notable a corto plazo. La tarea fundamental que tiene encomendada es mantener la meta del 2% y este jueves, la cúpula ha advertido de que el banco “asegurará que los tipos de interés son lo suficientemente restrictivos durante el tiempo suficiente” para garantizar los dos puntos de referencia de inflación. El aviso es suficiente para desmontar las quinielas que apostaban por un regreso a la ortodoxia de tipos bajos que había dominado la pasada década, pero agudiza el delicado equilibrio que el BoE tiene que garantizar en su batalla contra la inflación.
La presión continúa sobre el gobernador, Andrew Bailey, debido a las repercusiones que la mano dura de la política monetaria del último año y medio está teniendo para los hogares británicos, debido al alza de las hipotecas y los efectos colaterales sobre el mercado de alquiler. La línea del banco, expresada de nuevo este jueves tras la decimocuarta subida, no varía: los tipos más altos “son difíciles para mucha gente”, pero no elevarlos “haría las cosas peor”, ya que la inflación continuaría disparada durante más tiempo. El problema es que las consecuencias se dejan notar en la economía en general, ya que, aunque el Reino Unido evitará la recesión, el crecimiento será marginal a medio plazo.
En 2024, un año potencialmente electoral, el PIB mejorará un anémico 0,5%, un tercio menos que lo estipulado por las previsiones de mayo; y en 2025 la evolución será peor, con un 0,25% de crecimiento, frente al 0,75% estimado hace tan solo tres meses. El propio banco admite que la tendencia a la baja es la consecuencia de las sucesivas subidas de tipos, si bien Bailey ha vuelto a reiterar que el apremio más urgente es bajar el IPC. Frente a las críticas que lo acusan de asaltar las economías domésticas, el gobernador es claro: “Sabemos que a quien más golpea la inflación es a quienes menos tienen, por lo que necesitamos absolutamente asegurar que cae de nuevo hasta el 2%”.
La lógica de su razonamiento encuentra base en la evolución de los productos básicos, como los de alimentación. El alza de los precios de la comida está actualmente en el 17,3% y a final de año continuará persistentemente alta, en torno al 10%, el doble de la tasa general de inflación, lo cual, unido a las facturas domésticas, que subirán en invierno, tendrá un serio impacto sobre los hogares de menores ingresos.
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