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Baleares busca turistas de lujo: hoteles a 800 euros, barcos y chef con estrellas Michelin

El sector turístico de las islas ha invertido para transformarse en un destino ‘premium’ y alejarse del viajero de borrachera

Exterior del hotel Son Bunyola, de la colección Virgin Limited Edition, en una imagen de la compañía. El establecimiento ha abierto sus puertas este mes en la localidad mallorquina de Banyalbufar.
Exterior del hotel Son Bunyola, de la colección Virgin Limited Edition, en una imagen de la compañía. El establecimiento ha abierto sus puertas este mes en la localidad mallorquina de Banyalbufar.

Ibiza se ha convertido en los últimos años en uno de los destinos más caros del Mediterráneo y este verano parece que no aflojará. El coste de una noche en un alojamiento de cinco estrellas en la isla durante el mes de agosto se situó el año pasado en los 568 euros, un 37% más caro que en agosto del año anterior, según datos del Instituto Balear de Estadística. “Se han reformado muchos hoteles en los últimos años. Algunos establecimientos de dos y tres estrellas se han reconvertido para alcanzar las cuatro o las cinco”, explica Nuria Moreno, presidenta de Ibiza Luxury Destination, una asociación de empresas que ofrecen servicios de lujo en la isla promocionando el destino y que reúne desde una decena de hoteles de cinco estrellas, a empresas de aviación privada, restaurantes y clubes de ocio nocturno.

Moreno habla de un crecimiento importante del mercado norteamericano, gracias al vuelo que une semanalmente Mallorca con Nueva York y también una alta demanda de visitantes procedentes de Brasil y de México, que compensan la bajada del mercado ruso, que desde la invasión de Ucrania ha sufrido un importante retroceso. “Lo que este turista de lujo demanda es la experiencia total, la experiencia completa en los 42 kilómetros de isla. Ir a Formentera a comer en un barco, disfrutar del mejor ocio, o comer en uno de los restaurantes de los 27 chef con estrella Michelin que hay en Ibiza. La mayoría son discretos, pero también existe ese otro cliente ostentoso que todos hemos visto en redes sociales”, sostiene Moreno.

Mallorca tampoco se escapa a la explosión del turismo de alto standing, con la efervescencia de hoteles de cinco estrellas gran lujo en los últimos años. Los hoteles de cuatro y cinco estrellas han crecido un 11% en el último lustro en la isla y representan el 70% de la planta hotelera, el récord de los últimos 30 años, según datos de la Federación Hotelera de Mallorca. Sin ir más lejos, esta semana el multimillonario británico Richard Branson ha puesto en marcha el hotel Son Bunyola, una posesión reformada en mitad de la sierra para dar servicio como un hotel de cinco estrellas a más de 800 euros la noche.

Veleros en cala d’Hort, al suroeste de Ibiza, con la roca de Es Vedrà al fondo.
Veleros en cala d’Hort, al suroeste de Ibiza, con la roca de Es Vedrà al fondo.Lukasz Janyst (Getty)

El precio medio en agosto del año pasado en los hoteles de Mallorca se situó en los 311 euros la noche en este tipo de alojamientos, algo más barato que Ibiza y apenas un 4% por encima del precio de 2021. “Los precios se incrementarán algo más que el año pasado, ligado a la repercusión del incremento de los costes de operación. Los precios se incrementan, pero no el 12% o 15% para compensar la inflación acumulada”, dice Toni Mir, consejero delegado de Cap Vermell, un hotel de cinco estrellas gran lujo en el norte de Mallorca. Sus principales mercados emisores son Alemania, Reino Unido y Corea del Sur en tercer lugar, un viajero sorpresa que llegó en tromba después de que un influencer del país se alojase en el establecimiento. Lo que buscan los clientes de alto poder adquisitivo es, según dice Mir, la experiencia. “Hay hoteles muy buenos en cualquier destino, por eso nos enfocamos mucho en la experiencia gastronómica”, dice Mir, cuyo hotel cuenta con el único restaurante con dos estrellas Michelin de Mallorca.

Martha y Jennifer no son turistas en busca de lujo. En la mañana del miércoles están dando un paseo por el centro de Palma y echando un vistazo a los puestos de flores de La Rambla. Son británicas, en la treintena, y se alojan en un hotel cerca de la Playa de Palma. “Hemos venido en busca de sol, pero también tenemos ganas de conocer el resto de la isla, hemos alquilado un coche”, cuentan. Se alojan en una zona en la que predomina el turismo alemán porque encontraron una buena oferta. “Sabemos que hay gente que sólo viene a por la fiesta, pero no nosotras” explican.

El sector turístico de Baleares ha realizado en los últimos años un notable esfuerzo para reconvertir las zonas calientes del turismo de borrachera, con la aprobación de normativas específicas para imponer sanciones a los visitantes conflictivos. No ha terminado de erradicarse por completo, como tampoco se ha concluido con la reconversión de otros destinos maduros porque, según la presidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, María Frontera, las inversiones de la iniciativa privada desde hace diez años “no han venido acompañadas de las de la administración y eso sigue generando desequilibrios”. Con todo, Frontera afirma que el adelanto de la planta hotelera permitió superar por primera vez la barrera de los 600.000 afiliados a la Seguridad Social en el mes de abril y la tendencia para la temporada es positiva, a pesar de la ralentización en las reservas que se ha notado estas últimas semanas por los nuevos hábitos de los viajeros que, tras la pandemia, se decantan cada vez más por las reservas de última hora.

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