Baleares, turismo respetuoso con el planeta antes de que fuera una emergencia
Desde hace décadas, las islas Baleares son una potencia turística a nivel mundial. Uno de los destinos más visitados destaca por su capacidad de innovación e I+D: aquí se definen y avanzan muchas de las tendencias a seguir por el sector. Estos son los cinco cimientos de esa tendencia inherente, nativa y consolidada
En los años 70 del siglo pasado, el imán de las islas Baleares comenzó a irradiar su creciente capacidad de seducción para viajeros nacionales y extranjeros. En el momento actual, marcado por la necesidad de afrontar retos nunca vistos -pandemia, situación geopolítica, nuevos modelos de alojamiento y de distribución…-, la nueva Ley de Turismo de Baleares convierte al archipiélago, de nuevo, en pionero. Esta normativa, que pone el foco en la sostenibilidad y la circularidad como armazones del turismo del futuro más próximo, permitirá la transformación del modelo turístico de las islas Baleares en uno más sostenible y acorde con la sensibilidad actual del viajero. Un modelo turístico más respetuoso, tanto como con el medio natural como con los residentes, y que ya está impreso en el ADN balear con propuestas y estímulos. Nos están esperando.
Sostenibilidad ancestral en la sierra de Tramuntana, Patrimonio de la Humanidad
Mallorca alberga uno de los mayores tesoros de toda la cuenca mediterránea: la sierra de Tramuntana. La cordillera se extiende por el noroeste de la isla con más de 90 kilómetros de montañas -entre ellas, colosos como el Puig Major, de 1.445 metros de altitud-, y da forma al espacio natural protegido más extenso del archipiélago, más de 62.000 hectáreas en las que naturaleza, patrimonio y cultura se fusionan de un modo tan bello y perfecto que fue declarado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.
En la sierra de Tramuntana coexisten usos sostenibles y ancestrales del territorio, como el cultivo ecológico en bancadas, el pastoreo y la pesca tradicionales o la explotación agropecuaria de fincas centenarias, con sofisticadas y respetuosas propuestas de ecoturismo que, apoyado en los valores de la sostenibilidad, atraen al turismo internacional más exclusivo. La Finca Pública de Galatzó, una de las mayores de la isla, con su colección de senderos, plantaciones agrícolas y parajes naturales, muestra al visitante la riqueza y validez de los usos y costumbres con que el hombre ha interactuado, desde hace siglos, con uno de los lugares más bellos del Mediterráneo.
Turismo ornitológico
En los últimos años, el avistamiento de aves se ha convertido en una de las tendencias de viaje de mayor crecimiento. La gran variedad de hábitats del archipiélago -albuferas, montes, costas, salinas…- hace que más de 300 especies de aves sobrevuelen sus cielos, y lo convierten en uno de los destinos europeos más demandados por este tipo de viajeros, procedentes principalmente del centro y norte de Europa.
Hay dos de los lugares destacados, sobre todos, para la práctica del birdwatching: el Parque Natural de s’Albufera des Grau, en el noroeste de Menorca, en cuyas más de 5.000 hectáreas moran especies como el cormorán, la garza o el águila pescadora, y el Parque Nacional Marítimo-Terrestre del archipiélago de La Cabrera -el más extenso de España, con casi 90.000 hectáreas-, en Mallorca, con numerosas colonias de halcones peregrino, buitres leonados o pinzones reales-.
Gastronomía con sabor único
La designación de Menorca como Región Europea de la Gastronomía 2022 y el incremento de restaurantes galardonados por la última edición de la Guía Michelin -once restaurantes y doce estrellas- han fortalecido al archipiélago como destino entre foodies de todo el mundo. La Ley Turística cimenta esta apuesta de las islas Baleares por el turismo gastronómico y la sostenibilidad con varias medidas, como la exigencia de trazabilidad del pescado y marisco ofertado por el sector turístico, primando al producto local, la prohibición del uso de especies clasificadas como amenazadas, o la financiación de proyectos relacionados con la agricultura ecológica.
Todo, para que el visitante pueda seguir disfrutando de la riquísima -en todos los sentidos- propuesta gastronómica del archipiélago, disfrutable tanto en sus hoteles y restaurantes como en los numerosos mercados de abastos -imprescindibles el Mercat de Peix de Mahón, en Menorca, y los de El Olivar, Santa Catalina o Pere Garau, en Palma-, que son auténticos festivales para los sentidos donde, además, se pueden degustar in situ las especialidades más tradicionales, como el bullit de peix ibicenco, la caldereta de langosta de Menorca o el tumbet mallorquín.
Un tesoro azul: la posidonia oceánica
Las playas de las islas Baleares se encuentran entre las mejores del mundo, y en ello tienen mucho que ver la riqueza y pureza de sus fondos marinos. El azul intenso con que las praderas de posidonia engalanan las playas baleares es, además de un auténtico -y muy instagrameable- tesoro natural, el mejor termómetro para medir su salud: la planta, que es endémica del Mediterráneo, limpia y oxigena el agua, además de ser refugio para multitud de especies marinas y contribuir decididamente a la consolidación de los sistemas dunares de las playas.
La posidonia se encuentra en prácticamente todo el litoral balear, y es especialmente disfrutable en el Parque Natural de Ses Salines, entre Ibiza y Formentera: con más de 2.500 hectáreas de terreno, se extiende por otras 14.000 hectáreas de aguas y lecho marino. Su extensa pradera de posidonia, con más de ocho kilómetros de longitud y más de 100.000 años de vida, es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
A pie, en bici o a caballo: Baleares a paso quedo
Para disfrutar de las islas Baleares del modo más sostenible, no hay nada como hacerlo pie a tierra, descubriendo a través de sus rutas y senderos cómo la sostenibilidad está presente en ellas desde hace siglos. Abundan las propuestas: en Mallorca, la ruta de Pedra en Sec recorre 280 kilómetros por el corazón de la Sierra de Tramontana, y en Menorca, el Camí de Cavalls circunda el litoral de la isla siguiendo la ruta defensiva trazada desde el siglo XIV al XIX.
Varias rutas atraviesan el interior de la isla de Ibiza, moteado de pueblos tradicionales y antiguas possesiòs (fincas agrícolas): en el municipio de Santa Eulària hay numerosos caminos rurales y senderos de montaña. Y en Formentera esperan nada menos que 32 rutas verdes, con más de 130 kilómetros, que abren la puerta a disfrutar de bellísimos parajes a los que no llega el coche: San Francesc o Cala Saona son algunos de ellos.