Bruselas mejora las previsiones de crecimiento de España para este año con un alza del 1,9% del PIB
La fortaleza del mercado laboral y la inversión del fondo de recuperación tiran de la actividad, según la Comisión Europea
Los grandes riesgos que se cernían sobre las economías europea y española no eran para tanto o se han capeado mejor de lo esperado. La UE y la eurozona no van a entrar en recesión este año. Bruselas espera que la actividad europea avance un 1% o algo más, y España va a crecer bastante más de lo esperado hace tan solo unos meses: un 1,9% en 2023, según las previsiones publicadas por la Comisión Europea este lunes. En solo un trimestre el vaticinio de Bruselas ha mejorado en cinco décimas para España, pero los números conocidos ahora relucen más si se toma la referencia de hace tan solo medio año, cuando los economistas comunitarios pronosticaban un magro aumento de actividad para este año del 1%.
Del otro lado de la moneda en los datos españoles está la diferencia entre el Gobierno y Bruselas en el déficit público. En el reciente programa de estabilidad español, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se ha comprometido a reducir el desequilibrio de las cuentas públicas españolas este año y el que viene hasta alcanzar en 2024 ese 3% de PIB simbólico que marcan como objetivo las reglas fiscales comunitarias. La Comisión no cree este vaticinio y espera que el descuadre se quede en un 3,3%. En cambio, como ha destacado la vicepresidenta española, Nadia Calviño, a su llegada a la reunión del Eurogrupo, los cálculos sobre deuda sí que coinciden.
La visión de un horizonte más despejado de lo esperado es casi generalizada en toda la Unión Europea. Apenas Bélgica y Luxemburgo ven empeorar sus expectativas. “El modesto crecimiento registrado en el primer trimestre de este año disipó los temores a una recesión este invierno, algo que hace unos meses parecía inevitable”, escribe el director general del departamento de Economía y Finanzas de la UE, Maartin Verwey, en el documento de análisis publicado este lunes. Se refiere Verwey al ligero incremento de actividad, un 0,1%, observado en la eurozona de enero a marzo y al 0,3% del conjunto de la UE.
Y también ha empezado así su presentación pública de estos números el comisario de Economía, Paolo Gentiloni: “La economía europea ha evitado la recesión. Creció en el primer trimestre y está lista para seguir creciendo moderadamente”. “No es un logro pequeño dada la naturaleza y la magnitud de los golpes sufridos. La gestión de la crisis, la coordinación de las políticas fiscales o el impacto del fondo de recuperación. Todo esto ha contribuido mucho a mejorar mucho el escenario previsto”, ha declarado el político italiano, sacando pecho de la gestión realizada durante la presentación de unas previsiones que por primera vez incluyen a candidatos como Ucrania y Moldavia. Para la primera, la cifra para este año es de un 0,6% y del 4% para el siguiente ejercicio.
Sobre esos shocks y su influencia, Gentiloni ha expuesto que en la dirección positiva están “los precios a la baja de la energía y la resistencia del mercado laboral; en la negativa, “el endurecimiento de las condiciones financiera”, es decir, el aumento de los tipos de interés.
A pesar de que la inflación ha empezado a ceder, todavía sigue alta, especialmente la subyacente, y ese es uno de los riesgos que apunta esta tanda de previsiones económicas. Esto se traducirá en más encarecimiento del crédito, vaticinan. Bruselas aclara el motivo: “A pesar de que se espera que el Banco Central Europeo y otros bancos centrales se acerquen la final del ciclo de aumento de los tipos de interés, las recientes turbulencias financieras probablemente añadirán presión sobre los costes y el acceso al crédito, rebajando el crecimiento de la inversión y golpeando particularmente la inversión residencial”.
Pero después de más de un año pendientes de la inflación, este punto tiene su protagonismo claro en la mejora de expectativas. “El análisis basado en modelos sugiere que la mejora de las perspectivas se debe al contrashock provocado por el descenso de los precios de la energía”, explican los economistas de la Comisión, en referencia a las altas cotizaciones de los combustibles durante 2022. El pánico que se desató en verano ante la posibilidad de que hubiera desabastecimiento de gas disparó la demanda, especialmente en Alemania, lo que hizo que se alcanzasen máximos históricos en los precios. Esos temores no se han materializado y lo que ha seguido después es un desplome.
Fortaleza del mercado laboral
Ese cambio, lógicamente, ha beneficiado las expectativas a las que se enfrenta la economía española para este año y el que viene, para cuando se mantiene la previsión de crecimiento en el 2%. Lo que más apuntala esa revisión positiva es, en cambio, la fortaleza del mercado laboral y la inversión del fondo de recuperación, señala la Comisión Europea. Esta afirmación supone un cambio significativo sobre lo sucedido en ocasiones anteriores, en la que cada vez que había dificultades o se enfriaba la actividad sufría el mercado de trabajo.
La mejora de cinco décimas en la previsión sobre España, hasta el 1,9%, es significativa, pero no suficiente para igualar la que tiene el Gobierno español del 2,1%. Ya cuando estaba preparando los Presupuestos para este año, el Ejecutivo hizo pública esta previsión, que entonces parecía demasiado optimista. Apenas unos meses después, en noviembre, la Comisión hizo pública la suya y la rebajó al 1%, número que ya mejoró y elevó al 1,4% en febrero.
También el Banco de España se ha sumado a esta tendencia. En marzo, sus previsiones pronosticaban un crecimiento del 1,6% en 2023. La semana pasada, el gobernador, Pablo Hernández de Cos, ya anunció un alza en la siguiente revisión, hasta el 2%. “España será uno de los países europeos que más crecerá en 2023, lo que le permitirá liderar el crecimiento entre las principales economías de la zona euro por tercer año consecutivo”, se ha apresurado a destacar el Ministerio de Economía al conocer los datos.
En esta mejora tienen su papel las últimas revisiones al alza del INE a finales del año pasado. Al mejorarse, eso supone que la inercia con la que comenzó el ejercicio es mayor de lo calculado en principio y, por tanto, los datos del conjunto del año tendrán un mejor saldo.
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