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La industria de semiconductores requerirá 700 profesionales al año y 146 millones en formación para crecer, según la patronal del sector

La escasez de talento y el pequeño tamaño de las compañías son las principales barreras para el despegue de las empresas microelectrónicas en España, según Ametic

Ordenador Marenostrum
Ordenador Marenostrum en el Barcelona Supercomputing Center.Carles Ribas
Selina Bárcena

Crear más empresas e impulsar aquellas que ya están operativas para que puedan competir en el mercado internacional de semiconductores. Esta ha sido la premisa fundamental que la patronal de las empresas tecnológicas españolas, Ametic, ha defendido este lunes en Madrid. El informe titulado Mapeo del Ecosistema Español de Microelectrónica recoge una encuesta realizada entre varias firmas de la industria, en la que las compañías señalan que una de las principales barreras que encuentran para crecer es la falta de perfiles profesionales adecuados. Cubrir esos huecos requeriría de entre 600 y 700 profesionales al año, según sus estimaciones.

Para responder a la falta de personal Ametic ha elaborado una propuesta junto con 22 universidades en la que estiman que la elaboración de un plan educativo específico tendría un coste de 145,6 millones de euros. De estos, unos 113 millones se cargarían al presupuesto del Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) lazado por el Gobierno. “Sin talento no vamos a conseguir ningún objetivo”, ha subrayado durante la presentación del informe el comisionado especial para el Perte Chip, Jaime Martorell. La iniciativa contempla programas de becas, diseño de grados y doctorados específicos, títulos de formación profesional orientados a las necesidades del mercado y prácticas laborales integradas. También se invertirían alrededor de 100 millones en la modernización de laboratorios y equipamientos.

La escasez de semiconductores —que se hizo patente tras los cuellos de botella que surgieron después de la crisis del covid— provocó entre otras cosas, una brusca caída en las ventas de automóviles y problemas en la fabricación de dispositivos electrónicos de todo tipo. La necesidad de impulsar el sector se hizo patente en toda Europa, que ahora pretende pasar del actual 10% de la producción mundial hasta el 20% en 2030.“La escasez durante la pandemia nos ha despertado en cuanto a la importancia de esta tecnología”, apuntó Martorell. Por otro lado, también ha advertido que el proceso de refuerzo de esta industria “requiere tiempo”.

En España el conocido como Perte Chip, reserva 12.250 millones de euros para dar un impulso a la fabricación nacional de semiconductores. El plan se apoya en cuatro pilares: el refuerzo de la capacidad investigadora, la creación de un ecosistema de empresas, la construcción de plantas de fabricación en España y la dinamización de las industrias mediante la creación, por ejemplo, de fondos de capital publico privado que inviertan en startups y pymes del sector. Pese a ello, tal como se afirma el informe de Ametic, la segunda cuestión que más preocupa a los empresarios son los largos plazos de retorno de la inversión. Además, un 53% afirma que es “difícil” obtener ayudas públicas o financiación privada.

La industria de semiconductores en España

El diagnóstico de la situación de la industria española no es malo. “Mucha gente pensaba que esto [el sector de semiconductores] era un erial, pero no es así”, apuntó José María Insenser, miembro del Punto Nacional de Contacto Industrial y uno de los responsables del estudio. De las 142 empresas que componen el ecosistema español, aquellas que se dedican al diseño son mayoría (un 76%). Por comunidades son Madrid y Cataluña las que tienen un mayor número de ellas. Los ámbitos que más chips consumen son el de la robótica y la tecnología espacial y el de defensa. Les siguen ámbito del transporte y el sector sanitario.

La autosuficiencia es el objetivo final, pero mientras tanto, la secretaria general de Innovación, Teresa Riesgo, ha destacado que el Gobierno tiene dos focos: el primero, invertir en aquellas áreas donde pueda alcanzar la excelencia y competir a nivel europeo, la segunda, apuntalar aquellas tecnologías que sean esenciales para cubrir la cadena de valor y no depender de terceros.

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