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Una huelga masiva en el transporte paraliza Alemania

Los sindicatos del sector público elevan la presión sobre las administraciones para exigir subidas salariales de entre el 10,5% y el 12% que compensen la elevada inflación

huelga transporte alemania
Tranvías parados durante una la huelga nacional convocada por el sindicato alemán Ver.di por una disputa salarial, este lunes en Bonn.JANA RODENBUSCH (REUTERS)
Elena G. Sevillano

Andenes vacíos; paneles con la información de llegadas y salidas, en blanco. La estación central de Berlín amaneció este lunes casi en silencio. Tiendas y cafeterías estaban abiertas, pero no había pasajeros que compraran o se tomaran un café antes de subirse a sus trenes. La compañía ferroviaria pública Deutsche Bahn había cancelado todas las conexiones en previsión de una “megajornada de huelga” que durante 24 horas está paralizando prácticamente todo el transporte en Alemania. Por primera vez, dos grandes sindicatos se han unido para echar un pulso a las administraciones y reclamar subidas de sueldo de entre el 10,5% y el 12% para casi tres millones de trabajadores del sector público. El seguimiento es masivo entre los convocados. Los precios de la energía y de los alimentos han encarecido enormemente el coste de vida en la mayor economía de la UE.

Millones de personas en todo el país se están viendo afectadas por el paro en los ferrocarriles de larga y media distancia, cercanías, transporte público local (en siete de los 16 Estados federados alemanes), aeropuertos, puertos y las empresas que gestionan las autopistas. Alemania, donde a diferencia de Francia las reclamaciones laborales suelen resolverse mediante el consenso, no vivía un conflicto laboral de esta magnitud desde hace 30 años. La huelga coincide con el inicio de la tercera ronda de negociaciones que mantiene el poderoso sindicato Ver.di, que representa a 2,5 millones de trabajadores públicos, con el Gobierno federal y las autoridades locales. La ministra del Interior, Nancy Faeser, ha pedido “responsabilidad” a los sindicatos la mañana de este lunes mañana en Potsdam, donde han empezado los tres días de reuniones de la negociación colectiva.

Los paros han ido acompañados de protestas pacíficas de los trabajadores en huelga en estaciones y aeropuertos, donde se han concentrado con pancartas y globos y haciendo sonar silbatos y bocinas. Pese a la afectación masiva de todos los medios de transporte, la jornada transcurre sin problemas. Ni siquiera se han producido los atascos en hora punta que preveían algunos ayuntamientos. Al tratarse de una única jornada, y haber sido anunciada con antelación, muchos empleados se han quedado en casa teletrabajando.

“Empieza la mayor huelga de advertencia en Alemania en 30 años, ¡y casi no pasa nada!”, se sorprende el diario Bild, el más leído, en su crónica de la jornada. Destaca que los atascos en Renania del Norte-Westfalia —donde se encuentra la región metropolitana Rin-Ruhr, la más poblada del país— han sido incluso menores que los de un día laborable normal.

La Asociación Alemana de Aeropuertos ADV calcula que se verán afectados a lo largo del día 380.000 pasajeros aéreos. Solo en el aeropuerto de Fráncfort, el de mayor tráfico de la Unión Europea, se han suspendido casi 1.200 operaciones con un total de 160.000 pasajeros. Todos los otros grandes aeródromos del país, excepto el de Berlín, están paralizados.

La “megajornada” de huelga, como la han definido los sindicatos y los medios de comunicación, llega después de varios paros llamados “de advertencia” parciales y que han tenido mucha menor repercusión. Desde enero ha habido huelgas en guarderías, colegios, hospitales, residencias de mayores y servicios de limpieza urbana. El tráfico aéreo se ha visto interrumpido en los aeropuertos más importantes tres veces desde principios de año.

Aspecto que presentaba una estación de la red de metro de Berlín, este lunes.
Aspecto que presentaba una estación de la red de metro de Berlín, este lunes. HANNIBAL HANSCHKE (EFE)

En esta ocasión la convocatoria es nacional y por primera vez se junta con Ver.di otro gran sindicato, EVG, que representa a 230.000 trabajadores del sector del transporte, incluidos los de Deutsche Bahn (DB), la Renfe alemana. Los paros, que cuentan con el apoyo mayoritario de la población, suponen una demostración de poder frente a las autoridades, que ya han tenido que ceder a las demandas de otros colectivos. Los trabajadores de Correos, por ejemplo, consiguieron recientemente una subida salarial del 11,5%.

El éxito del paro manda una señal a otros sindicatos. “Tras años de moderación salarial y de caída de la renta real disponible, combinada con la falta de trabajadores cualificados, los sindicatos se encuentran en una posición negociadora muy fuerte”, señala a EL PAÍS Carsten Brzeski, economista jefe de ING en Alemania.

La inflación está haciendo mella en los bolsillos de los trabajadores alemanes. El país registró una tasa de inflación de 7,9% de media en 2022, una cifra nunca vista en los últimos 70 años. En febrero se situó en el 8,7%, por encima de la media europea. Ver.di exige un aumento salarial del 10,5%, con una subida inmediata de un mínimo de 500 euros al mes el primer año. El sindicato ferroviario, que está a punto de iniciar negociaciones con varias empresas del sector, exige 650 euros más al mes o un 12% de subida.

Las ofertas que han llevado los empleadores a la mesa de negociación hasta ahora, del 5% en dos tramos, son “inadmisibles”, ha asegurado el líder de Ver.di, Frank Werneke. Los empleadores advierten de que unos incrementos salariales como los que demandan los trabajadores del transporte se traducirían en subidas del precio de los billetes. El Gobierno del canciller Olaf Scholz confía en encontrar una solución esta semana que evite nuevos paros.

Las protestas de los sindicatos añaden presión a las complicadas relaciones entre la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales, que están negociando el presupuesto. Los fuertes aumentos reducirían el margen fiscal del Ejecutivo en un momento en el que el ministro de Hacienda, el liberal Christian Lindner, está decidido a atar en corto el déficit después del gasto extraordinario que tuvo que hacer Berlín durante la pandemia y la crisis energética.

Al tratarse de una huelga muy delimitada a un sector y de un solo día, los expertos no temen consecuencias negativas, salvo si más adelante se convocan nuevos paros. “Una huelga de un día no causará ningún daño significativo a la economía”, apunta Brzeski. “Aquí no tenemos referencias, pero si nos fijamos en Francia, campeón europeo de las huelgas, se necesita al menos una semana para ver un impacto de 0,1 puntos en el crecimiento trimestral del PIB”, añade.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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