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Bruselas allana el camino para equiparar el hidrógeno nuclear al verde

La Comisión Europea atiende la aspiración francesa, frente al criterio de otros grandes países como Alemania y España. Aún queda el visto bueno del Consejo y el Parlamento

El presidente francés, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; y el primer ministro portugués, António Costa, a principios de diciembre en Alicante.
El presidente francés, Emmanuel Macron; la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen; el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez; y el primer ministro portugués, António Costa, a principios de diciembre en Alicante.LUDOVIC MARIN (AFP)

Francia se ha anotado este lunes un importante tanto en Bruselas. En París se habla incluso de “victoria”. La Comisión Europea ha abierto la puerta a que parte del hidrógeno producido con energía nuclear reciba la etiqueta equiparable a la del obtenido con fuentes renovables. El Ejecutivo comunitario atiende, así, una importante aspiración de la segunda economía europea, titular del mayor parque atómico entre los Veintisiete, que en las últimas semanas había redoblado su presión para que el equipo de Ursula von der Leyen se inclinase por sus tesis. Para que la nueva ordenación entre en vigor, aún es necesario el visto bueno tanto del Consejo como de la Eurocámara. De no oponerse en un periodo máximo de dos meses, entraría automáticamente en vigor.

Que el llamado hidrógeno rosa, el obtenido a partir de electricidad generada en centrales nucleares, acabe siendo equiparado con el verde se ha convertido en una de las principales batallas energéticas de París en la capital comunitaria. Tanto, que ha llegado a hipotecar el futuro del hidroducto subterráneo entre Barcelona y Marsella, que cuenta con el visto bueno de Bruselas para financiar hasta la mitad de la obra, a que reciba el mismo estatus que el procedente de otras fuentes no emisoras de gases de efecto invernadero, como la solar fotovoltaica o la eólica.

Para que el hidrógeno compute en los objetivos de energías renovables, Bruselas contempla ahora tres opciones: que proceda de electrolizadores alimentados directamente por aerogeneradores o granjas solares; que venga de una zona geográfica en la que más del 90% de la electricidad proviniese el año anterior de fuentes renovables; o —y aquí es donde Francia encontraría un resquicio al que asirse— de un área en el que la mayor parte de la energía eléctrica sea baja en carbono —algo que también posibilita la nuclear—, y siempre y cuando la empresa que produzca el hidrógeno haya firmado un contrato bilateral (PPA, por sus siglas en inglés) de suministro de electricidad renovable por una cantidad equivalente a la que utilice en el proceso.

“Esta decisión entreabre la puerta a etiquetar como hidrógeno renovable el producido a través de fuentes de bajas emisiones en carbono. Esto es un error y una cesión desmesurada ante a Francia”, apunta el eurodiputado socialista Nicolás González Casares. “Hay restricciones, pero aun así es preocupante”, añade el representante español. Con su taxonomía del año pasado, la Comisión Europea ya abrió la puerta a que tanto la atómica (una pretensión francesa) como el gas fósil (una pretensión alemana) recibieran la etiqueta de fuentes verdes de energía.

“El acto delegado de hoy [por este lunes]es sobre combustibles renovables de origen no biológico, lo que incluye el hidrógeno renovable. No tenemos una categoría de hidrógeno verde en la legislación. Definiremos que es hidrógeno bajo en carbono en una norma separada. Pero es el hidrógeno renovable el que cuenta para los objetivos de la directiva sobre energías renovables”, apuntan portavoces oficiales de la Comisión.

El Gobierno francés se atribuye una “victoria”, pero considera que esta es parcial. Y hace una distinción entre los llamados actos delegados —los documentos que el Ejecutivo comunitario ha presentado este lunes— y la directiva RED3 sobre energías renovables, que está en fase de debate entre los Estados. En la negociación sobre la directiva, París topa de manera frontal con Alemania y España.

“El trabajo de convicción que he realizado ante mis colegas europeos ha dado sus frutos y doy las gracias a los parlamentarios europeos que también se han movilizado”, se congratuló la ministra francesa de Transición Energética, Agnès Pannier-Runacher. Y añadió: “La publicación de estos actos delegados sobre el hidrógeno reconoce los esfuerzos de descarbonización que ha hecho Francia. Ahora hay que aplicar esta misma lógica a nuestros objetivos de hidrógeno renovable en la directiva RED3. Es un punto difícil para Francia y sus socios y todavía no hemos llegado al fin”.

El “nudo de la discusión”, según el Elíseo, es el reconocimiento a la capacidad de Francia para producir hidrógeno a partir de energía nuclear. En caso contrario, Francia considera que un proyecto como el H2Med —el tubo submarino para llevar hidrógeno de Barcelona a Marsella y de ahí a Alemania— corre peligro.

“Si Francia no puede producir su hidrógeno a causa de reglas europeas”, dijo una fuente ministerio francés de Transición Energética, “la viabilidad económica de los proyectos quedará en cuestión, porque si no hay hidrógeno para meter en los tubos, económicamente no tendrá ningún sentido construir tubos”. Esta posición, para el español González Casares, uno de los negociadores en la directiva por el Parlamento europeo, es inaceptable.

El Gobierno español es uno de los que más se ha opuesto a Francia en esta materia. ”Rechazamos considerar los combustibles bajos en carbono entre los objetivos de energías renovables”, decía el fin de semana un portavoz. Sobre la decisión de la Comisión del lunes, aún no se ha pronunciado: “Lo estamos estudiando”, se han limitado a afirmar fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

El hidrógeno, un gas que se obtiene mediante electrólisis (la combinación de electricidad y agua) es un vector energético clave para la descarbonización de sectores de difícil o imposible electrificación, como la industria pesada o el transporte aéreo o marítimo.

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