La OCDE pide facilitar el despliegue de los planes de pensiones para garantizar la sostenibilidad del sistema
Los fondos depositados en estas fórmulas de ahorro superaron el PIB de los países miembros de la organización en 2021
A pesar de que la economía mundial sigue mirando a través de un prismático desenfocado, la incertidumbre financiera y el progresivo aumento del coste de la vida no han de impedir que se afronten medidas estructurales en materias tan sensibles para la contabilidad de los países como los sistemas públicos de pensiones. Así lo ha señalado en su último informe la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ha abogado por facilitar el despliegue de otro tipo de fórmulas de ahorro, como son los planes de pensiones privados, para que estos puedan complementar los sistemas de reparto públicos.
En el informe Perspectivas de pensiones de la OCDE se constata cómo esta herramienta de ahorro —que se nutre de las aportaciones respecto del salario que pueden realizar empresarios y trabajadores— ha ido creciendo en la mayor parte de los 38 países miembros durante las últimas décadas, lo que ha contribuido a reforzar especialmente los sistemas de pensiones allí donde “complementan más que sustituyen” a las fórmulas públicas. “Eso permite, con la diversificación de las fuentes de financiación, construir sistemas de pensiones más resistentes a los retos que afrontan, como el envejecimiento de la población”, destaca en el editorial del informe la directora de asuntos financieros y empresariales de la organización, Carmine Di Noia.
El texto documenta cómo los fondos depositados en planes de pensiones privados dentro de la OCDE superaron a finales de 2021 el producto interior bruto (PIB) de los países miembros, aunque en diferente grado. A pesar de que el montante global se situó por encima, los depósitos en España, por ejemplo, no llegaron a representar ni el 10% de su PIB, tal y como se detalla en el documento, puesto que aquí tienen un papel de acompañamiento de las pensiones, y no de sustitución, como sucede en otros territorios.
En España los fondos de pensiones se introdujeron en 1984 y no despegaron en los primeros años. De hecho, el volumen de activos, en términos de PIB, ha sido uno de los que menos ha avanzado desde entonces. Todo lo contrario de lo que sucedió en países como Estados Unidos, donde también se lanzaron el mismo año y, en 2001, ya suponían el equivalente a más del 100% de su PIB. En la comparativa entre países, estos fondos de capitalización llegaron a representar el año pasado más del 200% del PIB en Dinamarca, Islandia y Países Bajos; algo más del 150% en Estados Unidos, Suiza y Canadá; o entre el 100% y el 150% en Australia, el Reino Unido y Suecia.
Más allá de analizar la evolución de los fondos de pensiones, el informe de la OCDE propone una serie de sugerencias y mandatos para los países miembro en relación con la mejora de los distintos elementos que rodean estos productos de ahorro. Y también sugiere fórmulas que permitan hacerlos más atractivos tanto para los empresarios como para los trabajadores. “Los responsables políticos deben asegurarse de que exista una estructura institucional y jurídica adecuada [...] También deben gestionar los riesgos relacionados con los mercados de capitales incompletos y la inflación, y disponer de mecanismos para proteger los activos”, indica el documento en uno de sus apartados.
Reducir obstáculos
De la misma forma, el documento conviene en que la mejor forma de extender esta herramienta es haciéndola más atractiva para los empleadores, sin perder de vista aspectos como “la estructura del mercado de trabajo y la movilidad de la mano de obra”. Por ello, propone “reducir los obstáculos que impiden a los empleadores establecer planes de pensiones; ofrecer flexibilidad a los empleadores para adaptar el diseño del plan dentro de un marco normativo que garantice un trato no discriminatorio entre los trabajadores; promover el uso de estrategias de comportamiento para fomentar la participación y el ahorro; facilitar la impartición de educación financiera en el lugar de trabajo; y proporcionar un marco para la buena gobernanza”.
Un apartado clave dentro del diseño de los planes de pensiones es la consideración de la mortalidad, puesto que de ella depende el planteamiento, a largo plazo, de estos acompañamientos y de su sostenibilidad. En referencia a este aspecto, la OCDE plantea que las hipótesis de mortalidad “deben adaptarse a la población para la que se utilizarán, y asegurarse de que los pensionistas de todas las edades estarán cubiertos”.
Para que esta cobertura no quiebre y los cálculos puedan llevarse a cabo con solidez, el documento especifica que “los reguladores y supervisores podrán utilizar las directrices presentadas en este informe para desarrollar o evaluar las hipótesis de mortalidad utilizadas en el contexto de la provisión de ingresos de jubilación y garantizar que los pensionistas puedan recibir sus ingresos de jubilación durante toda su vida”.
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