Las asociaciones de consumidores enfrían el alcance de las ayudas a hipotecados vulnerables
El ahorro puede suponer hasta 400 euros al mes para un préstamo medio, pero quienes se acojan acabarán pagando inevitablemente más intereses
La subida del euríbor ha puesto en aprietos a muchos hogares españoles con hipotecas variables. Tras años de tipos de interés nulos, e incluso negativos, la tendencia se ha interrumpido abruptamente este año con la escalada más rápida del indicador en sus 20 años de historia. El resultado son cientos de miles de prestatarios en situación comprometida, lo que llevó al Gobierno a mover ficha para alcanzar un acuerdo con la banca que se anunció la noche del pasado lunes. El Ejecutivo cree que las nuevas normas, con diferentes líneas en función del grado de vulnerabilidad de los deudores, pueden llegar a un millón de hogares, una cifra que genera escepticismo en las asociaciones de consumidores. Fuentes del Ministerio de Economía y del sector financiero inciden en que esos son los beneficiarios potenciales, aunque la cifra quedará por debajo: “Lo importante es que las familias tengan este escudo social disponible por si quieren tirar de él si están en apuros”, argumentan en ambos lados.
Lucía Trijueque, de 44 años, vive sola en un piso en propiedad en el sur de Madrid. Con un salario neto que ronda los 1.500 euros, entra en el baremo de las futuras ayudas. “Hay que mirarlo”, señala, pero a la vez cuestiona si pasaría el filtro: “A los que tenemos un sueldo normal, casi nunca nos dan nada”. En su caso, además, la medida llega tarde porque desde la pandemia, cuando estuvo una temporada en ERTE, comenzó a asfixiarse económicamente. “Tenía una hipoteca yo sola y algún otro crédito, al final se fue haciendo una bola enorme”, relata en alusión a la espiral de cuentas en rojo, pagos en diferido y salidas en falso que encontró para tirar hacia adelante. Al final buscó una reestructuración de crédito y ahora paga 620 euros por un préstamo de 134.000 a 30 años. Le ofrecieron un interés fijo al 3,7%: “Mis compañeros me decían que era mucho, pero mira ahora cómo está todo…”
El euríbor, que es el indicador al que se indexan la mayoría de préstamos para compra de vivienda a tipo variable en España, marca este noviembre una media provisional del 2,822%. A eso se suma el diferencial que contemple el contrato para conformar el interés total de una hipoteca variable. Como estas se recalculan una vez al año (aunque algunas también se actualizan semestralmente o con otra periodicidad) en el cambio de precio es importante la distancia con el euríbor del año anterior. Y esta ahora es abismal: por tercer mes consecutivo, será la más alta de la historia. Para una hipoteca media, 137.921 euros a 24 años en 2021, según el INE, la cuota se encarecerá en 211 euros al mes una vez descontado el capital amortizado el último ejercicio y aplicando un diferencial de un punto. Al año supone pagar 2.536 euros más.
¿Qué pasaría si una hipoteca de esas características se acogiera a las nuevas ayudas? En el caso de los clientes de máxima vulnerabilidad —un hogar con ingresos de hasta 25.200 euros anuales y que destine más del 50% de su renta neta a pagar la hipoteca— tendrán acceso a un catálogo de ayudas recogidas en el Código de Buenas Prácticas, en vigor desde 2012 pero ampliado esta semana: una carencia en la amortización de capital de cinco años, prolongación del plazo de amortización sin superar los 40 años del préstamo desde su inicio y una reducción del interés durante la carencia a euríbor menos 0,10%. Así, en caso de acogerse a la carencia (ahí es donde se consigue el ahorro sustancial), el cliente dejaría de amortizar capital y solo haría frente a los intereses en ese periodo. Por tanto, el pago mensual bajaría a unos 300 euros: casi 210 euros menos de lo que estaba abonando y unos 420 euros menos de lo que habría pagado tras la actualización al euríbor actual. Para Javier Santacruz Cano, investigador del Instituto Español de Analistas Financieros, una rebaja del pago de este calibre “puede ser vital en un momento como el actual”.
El problema para estos clientes vulnerables es qué sucede con el capital que no se ha amortizado durante el periodo de carencia. El protocolo le ofrece tres opciones: “Pasarse a una cuota final al término del préstamo, o bien prorratearse en las cuotas restantes, o realizarse una combinación de ambos sistemas”, recoge el texto. Con este futurible resulta imposible de calcular el coste exacto en intereses extra, ya que dependerá de diversos factores: del tiempo que se aplique la carencia, de si el prestatario decide alargar o no la vida del préstamo y de cómo evolucione el euríbor. Para Joaquín Maudos, director adjunto del IVIE y catedrático de la Universidad de Valencia, lo importante es el alivio temporal de la carga de la deuda: “Reducir tipos y alargar el vencimiento es una forma de reestructuración. Al final, la carga total acumulada, aunque pueda ser mayor, la hace más llevadera”.
Cuota más cómoda, pero más intereses
Un resultado sí está claro: sea cual sea la opción escogida, el cliente tendrá que pagar más intereses. “Es lo que menos nos convence”, resume la presidenta de Asufin (Asociación de Usuarios Financieros), Patricia Suárez. “Es verdad que se rebaja la cuota, lo que supone un alivio temporal, pero a la larga se pagará más”, añade. Su organización ha calculado que el sobrecoste de la carencia para una hipoteca de 100.000 euros sería de unos 1.200 euros. En el caso de alargar el plazo a siete años (lo que implica pagar intereses durante más años), el precio final del préstamo podría crecer hasta 16.000 euros. Ese importe medio se acerca mucho al saldo vivo medio (es decir, lo que queda por pagar) de los hipotecados españoles. A junio de este año había un capital total de 496.515 millones de euros, según el Banco de España, y cinco millones de hipotecas vivas, según el Gobierno. Por tanto, el promedio de deuda de cada hipotecado es de 99.300 euros.
El cálculo del ahorro se complica aún más para quienes se vayan a acoger a las ayudas para perfiles de menor vulnerabilidad, dirigidas a hogares con hasta 29.400 euros de ingresos. Aquí las ayudas se determinarán caso a caso, ya que no se marca un tipo reducido fijo, sino que dependerá de los datos de cada cliente y no provocar la reclasificación como crédito dudoso de forma automática. Por ello, resulta imposible estimar la nueva cuota. A pesar de estos detalles sin concretar, el alivio será clave igualmente para reducir la presión por la escalada del euríbor, lo que también será beneficioso de forma indirecta para las entidades, según Marta Alberni y María Rodríguez, consultoras de Analistas Financieros Internacionales (AFI): “La reducción de los tipos durante el periodo de carencia se traducirá en una menor generación de ingresos financieros asociados a estas operaciones para el sector bancario, pero al mismo tiempo permitirá contener el flujo de impagos en los próximos trimestres, ayudando a contener el repunte de la morosidad”.
Más generación de deuda
Entre las asociaciones de consumidores hay división de opiniones. Por un lado, se valora el esfuerzo. Por ejemplo, Adicae da un “suficiente alto con interrogantes” a las medidas acordadas. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, por su parte, es más tajante en su análisis: “Las medidas propuestas para este colectivo se resumen principalmente en aumentar su deuda”. Con todo, Paco Morote, uno de los portavoces de la organización, reserva la mayor crítica a los cálculos del Gobierno de que la iniciativa llegará a un millón de prestatarios. “Es pura propaganda: en el primer tramo va a haber poquísima gente porque es irreal”, dice en alusión a las condiciones que se exigen.
Según el Ejecutivo, el primer tramo tiene unos 300.000 beneficiarios potenciales y el segundo, el nuevo mecanismo transitorio (estará en vigor durante dos años) para los que están en riesgo de ser vulnerables, podría aplicarse a unos 700.000 clientes. Fuentes de Economía insisten en que el número al que se aplicará no llegará a ser tan elevado, algo que puede tener una lectura positiva. “Si se acogen menos hogares, significará que la situación no ha empeorado tanto. Lo importante es habilitar un paraguas amplio al que se puedan acoger cuando vengan mal dadas”, añaden fuentes del sector financiero.
Luis Javaloyes, consejero delegado de Agencia Negociadora, la empresa especializada en reestructuraciones de deuda a la que recurrió Trijueque, acoge bien la iniciativa, pero cree que es “incompleta”. Su experiencia le indica que “no importa tanto qué porcentaje de los ingresos destina una familia a pagar la hipoteca, sino cuánto dinero queda para pagarla”. Por tanto, no tiene claro que alcance a muchos hogares ahogados no solo por la hipoteca, sino por las letras de un coche, los pagos aplazados con tarjeta de crédito o simplemente por el incremento del coste de vida a causa de la inflación.
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