El cortocircuito entre los empresarios y Sánchez
Los directivos lamentan que no se los escuche y que desde el Gobierno se los enfrente al resto de la sociedad. La Moncloa defiende que la interlocución es “muy fluida”
Hace cuatro años, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, celebró un acto en la Casa de América de Madrid para hacer balance de sus primeros cien días en La Moncloa. Algunos de los empresarios más notables de este país se sentaron en primera fila como símbolo del apoyo de la élite empresarial al Ejecutivo socialista. La cita en la Casa de América con los empresarios se ha repetido en varias ocasiones a lo largo de la legislatura. La última hace un año, en la inauguración del curso político. Florentino Pérez, presidente de ACS; José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica; Luis Gallego (Iberia); Antonio Brufau (Repsol), Ignacio Sánchez-Galán (Iberdrola) o Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, eran algunos de los habituales. El jefe del Ejecutivo también se ha reunido en otros foros con los principales empresarios españoles, por ejemplo, para presentarles el Plan de Recuperación Next Generation, que contiene las reformas y proyectos financiados por los fondos europeos.
La relación entre los grandes empresarios, directivos y accionistas de las grandes empresas españolas con el presidente del Gobierno ha sido fluida durante toda la legislatura, pero desde el verano se ha producido un cortocircuito, porque la comunicación entre los empresarios y La Moncloa parece tener interferencias, según se quejan a EL PAÍS una docena de ilustres ejecutivos y destacados empresarios, situados entre los más importantes del país que intervinieron en los foros de Bilbao y Cáceres y que solo hablan bajo la condición de anonimato.
En las últimas semanas se han celebrado tres grandes foros —el congreso de directivos (CEDE) celebrado en Bilbao, el foro de La Toja y el congreso del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) organizado en Cáceres— en los que los empresarios se han quejado con más o menos sordina de que el Gobierno de coalición ha dejado de escucharlos, los señala como el enemigo y los deja expuestos frente al resto de la sociedad. El presidente del IEF, Andrés Sendagorta, que también preside Sener, una de las empresas líderes en tecnología e ingeniería, reclamó a Pedro Sánchez que les tenga en cuenta. “No pretendemos imponer nada, pero sí que se nos escuche”, dijo en el discurso de clausura del foro en Cáceres ante medio millar de empresarios. El IEF es la asociación que reúne a los empresarios familiares, que en su conjunto dan empleo a más de 1,1 millones de trabajadores y agrupan una facturación de cerca del 24% del PIB. A la ciudad extremeña acudieron algunos de los ejecutivos de las compañías españolas más relevantes, muchas de ellas cotizan en el Ibex 35.
La Moncloa: “La interlocución es muy fluida”
“Una cosa es que no se les escuche y otro que no haya interlocución, que es muy fluida”, justifican fuentes de La Moncloa. “El presidente siempre remarca en sus intervenciones públicas que está orgulloso de las empresas españolas, de las grandes y de las pymes, de todas”. Y así lo hizo Sánchez en el foro de La Toja, celebrado hace unos días. “Lo que ocurre”, explican desde el Gobierno, es que “este año cambiamos el inicio del curso y no estuvimos con los empresarios en la Casa América como en otros años”. Explican que esta vez han diseñado un arranque de temporada política diferente, porque, argumentan: “El presidente está en una campaña de mucha presencia, de vuelta a la calle. Más en contacto con la gente”.
Sendagorta, que habló en nombre de la empresa familiar, pronunció un discurso duro contra el Ejecutivo, al que pidió que huya de “las tentaciones populistas” y que “evite la polarización”. Y remarcó que los empresarios no tienen “nada que ver con leyendas negras llenas de puros y chisteras que algunos tratan de difundir”.
En el ambiente del Congreso de directivos (CEDE) celebrado unos días antes en Bilbao también flotaba cierto malestar hacia el Gobierno tras el anuncio de un impuesto sobre los beneficios extraordinarios de las energéticas y de la banca. Y la propuesta de establecer otro nuevo tributo sobre las grandes fortunas. “Las empresas no son el enemigo que combatir de la economía española, sino que forman parte de la solución”, proclamó Isidro Fainé, uno de los empresarios más respetados del país y presidente de la Fundación La Caixa.
“No solo son los impuestos. Es en la situación que nos deja. Nos coloca como los malos y nos expone frente al resto de la sociedad”, lamenta un ejecutivo presente en el congreso de Cáceres.
Los empresarios se quejan de que les enfrentan con la sociedad
El Ejecutivo de coalición ha endurecido el tono frente a los empresarios sobre todo a partir del debate sobre el estado de la nación. Entonces, Sánchez, que venía de sufrir el mal resultado en las elecciones andaluzas, recuperó la iniciativa con un giro a la izquierda que le sirvió para cohesionar a la mayoría de investidura. El momento álgido de su intervención fue el anuncio de un impuesto a los beneficios extraordinarios de energéticas y banca. “Huyamos de las ocurrencias y apostemos por el rigor”, proclamaba Sendagorta la semana pasada. “Nosotros somos de aquí. Y no nos vamos a ir. No nos han podido echar las pandemias. Ni podrá con nosotros la inflación, ni la crisis energética, y espero que tampoco la marejada fiscal que vivimos estos días”, manifestaba el presidente de Sener.
Fuentes de La Moncloa rechazan que se haya enfriado la relación entre los grandes empresarios y el presidente. “Tiene reuniones casi cada día con alguno de ellos. La interlocución no se ha interrumpido. Si no es con el presidente, está la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. Ella está conectada con ellos”, argumentan. “Hay mucha comunicación”, insisten fuentes oficiales. “El presidente tiene reuniones de forma muy intensa: o se ha visto o se va a ver con muchos de los principales empresarios. Y desde La Moncloa se les apoya mucho”, dicen las mismas fuentes. “Además de la vicepresidenta primera, también la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; o la tercera, Teresa Ribera, se han reunido con los principales directivos del Ibex 35. La ministra de Industria y Turismo, Reyes Maroto, también es una interlocutora de primer orden y tiene mucha actividad con los empresarios”. Y concluyen: “El presidente está apoyando con fuerza a las empresas, a través de los PERTE, de los fondos europeos”.
La mención a Botín y Galán
Antonio Garamendi, presidente de la gran patronal (CEOE), también ha endurecido su discurso contra el Gobierno. Después de respaldar algunas de las reformas del Gobierno, como la laboral, la de pensiones o los ERTE, ahora ha restringido su apoyo al Gobierno. Hace un par de semanas en el foro de directivos advirtió: “Los empresarios somos la solución y no el problema”. Garamendi, que está en plena campaña para revalidar su cargo al frente de la patronal, ha sido acusado desde algunos sectores de la organización de ponérselo fácil al Gobierno. Así que ahora, en pleno proceso electoral interno, se muestra más firme. “No podemos ir a hablar de los fondos internacionales, como se ha ido ahora, y atacar directamente a dos presidentes de compañías españolas, y diciendo: ‘venga a invertir a España, pero estos señores no me gustan’. Castigando a los empresarios, señalándolos”, apuntó Garamendi. Se refería a las palabras de Pedro Sánchez a finales del pasado julio cuando al hacer balance del curso político y recordar los dos nuevos impuestos a eléctricas y banca dijo: “He escuchado a algunos dirigentes de bancos, a la señora Botín, al señor Galán; en fin, creo que, si protestan, es que vamos en la buena dirección”. En el Gobierno dan por superado ese episodio y dicen que las relaciones con ambos ejecutivos son excelentes.
Pero los empresarios recibieron esas palabras como un ataque a todo el colectivo. Por eso, la mayoría de los empresarios y directivos consultados se queja de que desde el Ejecutivo se les enfrente con el resto de la sociedad y no se les reconozca su papel. “No se trata de buenos y malos. Nosotros aportamos: al fin y al cabo, damos empleo a miles de trabajadores”, recuerda uno.
En el Gobierno rechazan esa tesis y explican: “Lo que ocurre es que ahora se les pide que arrimen el hombro, en un momento complicado para el país por la guerra de Ucrania. Es un apoyo puntual para que las cosas no vayan a recaer en los de siempre”. Y precisan que “ahora que las energéticas van a tener beneficios caídos del cielo por los altos precios de la energía o la banca por el aumento de los tipos de interés, las empresas tienen que ayudar para que los más vulnerables no carguen con el coste como en la crisis anterior”.
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