Los trabajadores de Bimbo se movilizan para evitar el cierre del centro de Paracuellos: “El anuncio ha sido un golpe”
La clausura de la fábrica, que ha dado empleo a varias generaciones, dejará en la calle a 200 personas
Al grito de “Paracuellos no se cierra”, los trabajadores de la factoría de Bimbo de esa localidad, que anunció el cierre el pasado 13 de septiembre, se hallan inmersos en una ola de protestas para evitar perder 200 puestos de trabajo directos y 75 indirectos. Como muchos compañeros, Estela Martín, de 43 años, y María Ángeles Ruiz, de 60, compaginan las movilizaciones con sus horarios de trabajo. Es mediodía y cuentan que les toca el turno de tarde, por lo que para poder participar en la concentración y entrar a tiempo a trabajar se han traído una fiambrera con la comida.
Ruiz trabaja en una línea de planchas donde se cuece la masa de unos conocidos bollos de la marca y, como a todos sus compañeros, el cierre la pilló desprevenida. “Nunca pensé en tener que ponerme a buscar trabajo a estas alturas”, afirma Martín, que trabaja en el mismo sector que Ruiz. Tras cinco años con contratos temporales, el año pasado le llegó la buena noticia: un contrato fijo. Pero la alegría no duró mucho: “El anuncio de cierre es un golpe”, afirma. Lo supieron mediante un mensaje de WhatsApp, algo que le afecta a ella y a su marido, que también trabaja en la planta.
Tras varias jornadas de negociación, la posibilidad de llegar a un acuerdo para mantener la planta en funcionamiento se alejaba la semana pasada y la empresa ha ofrecido un plan de recolocaciones y jubilaciones que ahora siguen negociando. Según el comité de empresa, si se suma esa oferta de la compañía, “aún se quedan 80 o 90 personas en el aire”. José Antonio Baratas, representante sindical de la empresa, explica que han desconvocado las huelgas de esta semana porque la firma se mostró abierta a ampliar la cifra. “Desconvocamos como un gesto para mostrar que estamos dispuestos a negociar”. Sin embargo, añade: “Las posiciones, de momento, están muy alejadas”. Lo que sí han mantenido es la protesta de este martes, que no ha interrumpido la actividad de la planta, y un calendario de paros para los días 10, 13, 17, 18, 19 y 20 de octubre.
Baratas es el encargado de comunicar el estado de las negociaciones. Como para la mayoría de sus compañeros, la factoría es parte de su historia familiar. Empezó a trabajar allí hace 30 años: “Entré porque mi padre era trabajador de la antigua Panrico y tengo un hermano que está en la misma planta”.
La fábrica, que perteneció al grupo Panrico, fue adquirida en 2016 por la multinacional mexicana Bimbo. La factoría había pasado por muchas etapas en sus 40 años de funcionamiento, pero no se esperaban un cierre. “Pasamos periodos de incertidumbre, pero al saber que la empresa que nos compraba era Bimbo, y no un fondo, nos quedamos un poco más tranquilos. No esperábamos esto porque sabemos que la fábrica es viable”, comenta Maribel Rosado, de 46 años. Para ella, la fábrica de Paracuellos del Jarama está muy ligada a su familia: Rosado lleva 23 años trabajando allí y su marido, 29. Su hermano y su cuñada también trabajan en la misma planta y su padre se jubiló en el mismo lugar como trabajador de la antigua Panrico. “Hemos vivido siempre en Paracuellos”. Su labor consiste en manejar una máquina de la línea de envasado y no ve sencillo encontrar una alternativa laboral para salir adelante.
El cierre definitivo se producirá, si las negociaciones no prosperan, en verano de 2023. Según el comité de empresa, la clausura costará 200 puestos de trabajo directos y 75 puestos indirectos. La empresa rebaja la cifra hasta los 170 y 31 respectivamente. La decisión de desmantelar la planta obedece, según la empresa, a temas organizativos y de producción. “Los indicadores de costes y la inversión que necesita la planta” justifican la “triste decisión” del cierre, dice Bimbo en un comunicado.
La recolocación tampoco es una alternativa fácil de encajar cuando se tiene una familia. José Antonio Franco comenta que hay dos factorías próximas, pero que ofertar puestos en Zaragoza o Valladolid no es realista porque muchas familias no pueden permitirse empezar de nuevo. “No es una alternativa a los despidos”, sentencia.
La fecha límite para lograr un acuerdo con la multinacional es el 20 de octubre y ya hay reuniones previstas para lo que queda de esta semana. Pese al proceso de diálogo, desde el comité de empresa avisan: “Si el plan que nos presentan no cuenta con todos, tendremos que seguir luchando por la viabilidad de esta planta”. Además, el Ayuntamiento de la localidad se acaba de sumar a las negociaciones y en la mañana de este martes se ha reunido con la dirección de la empresa.
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