En la Fed confiamos
Los economistas del banco central estadounidense reunidos en Washington están mirando la inflación, la clave es a qué velocidad quieren bajarla y qué coste están dispuestos a asumir
Este miércoles se vuelve a reunir el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) para decidir los tipos de interés oficiales de EE UU y del mundo, ya que el dólar sigue siendo la moneda de reserva mundial. Nos enfrentamos a una crisis energética sin precedentes desde los años setenta pero parece que aprendimos la lección. La primera crisis del petróleo fue en 1973 y la tasa de inflación subyacente, indicador que usa la Fed como objetivo de estabilidad de precios, subió hasta el 10%. En 1979, en la segunda crisis del petróleo, la inflación subyacente de nuevo volvió al 10%.
La Fed tardó siete años en abandonar su política monetaria acomodaticia y otros cuatro años en rebajar la inflación de nuevo al 3%. Tuvo que subir los tipos casi al 20%, provocar un frenazo en seco de la inversión empresarial y destruir tres millones de empleos para conseguirlo. Su sobrerreacción provocó la quiebra del sistema de cajas de ahorros de EE UU, que vendían hipotecas a tipos fijos, y la crisis de la deuda emergente de 1982.
La crisis energética actual comenzó en la primavera de 2021 en los mercados mundiales de gas. En noviembre pasado, en tan sólo seis meses, la Fed cambió el sesgo de su política monetaria. Anunció el fin de sus compras de deuda y el inicio de un ciclo de subidas de tipos. Los inversores no reaccionaron y el bono a diez años del Tesoro de EEUU cerró el año pasado con una rentabilidad del 1,5%, cinco puntos porcentuales menos que la inflación.
En agosto las tasas mensuales de la inflación subyacente dan señales de haber llegado a su techo próximo al 6%, cuatro puntos menos que en 1981. El PIB ha caído ligeramente en el primer semestre de este año pero se han creado 3,5 millones de empleos entre enero y agosto. Los salarios también crecen en niveles próximos al 6%. El temor a una recesión mundial y los problemas de China con su política de confinamientos selectivos y el pinchazo de su burbuja inmobiliaria han provocado un desplome de los precios de las materias primas desde la pasada primavera que están ayudando a los bancos centrales a contener el brote de inflación. Salvo en Europa, donde la guerra y el corte de gas desde Rusia mantienen la tensión en el mercado de gas y de electricidad, aunque también están bajando en septiembre con fuerza.
Los economistas del FOMC que están reunidos en Washington estarán mirando a la inflación de 2023 y la clave ahora es a qué velocidad quieren bajar la inflación de nuevo al 2-3% y qué coste están dispuestos a asumir, que se traducirá en destrucción de empleo. Hay elecciones en EE UU en noviembre para renovar la Cámara del Representantes y parte del Senado y eso también pesará en su decisión para no convertirse en la diana de la campaña electoral. En 1980, los tipos al 15% de la Reserva Federal favorecieron la victoria de Ronald Reagan y el inicio de la revolución neoconservadora.
Todo apunta a que la Reserva Federal volverá a subir los tipos y los situará por encima del 3%. Los mercados anticipan que las subidas continuarán hasta el 4-4,5%. Como afirmaba Alan Greenspan “no sabemos cuál es el tipo neutral hasta que llegamos a él”. La Fed habla para la main street y su objetivo principal es frenar la tensión en el mercado de trabajo y en los salarios. Wall Street y las bolsas están tensas. Pero los inversores de bonos que son más profesionales mantienen la rentabilidad del de 10 años en el 3,5%, los diferenciales de bonos corporativos en niveles similares a los de antes de la pandemia y siguen confiando en la Fed.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.