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De Watergate a Méndez Álvaro: qué es y en qué invierte EIG, el nuevo socio de Repsol

La firma se reserva el derecho a nombrar al directivo que pilotará la salida a Bolsa de la filial

Un campo petrolero operado por Repsol, en una imagen facilitada por la compañía.
Un campo petrolero operado por Repsol, en una imagen facilitada por la compañía.
Miguel Jiménez

El nuevo socio de Repsol tiene su sede a orillas del río Potomac, en uno de los edificios más conocidos de Washington: el complejo Watergate. Desde la amplia y luminosa suite 1200 del número 600 de la avenida New Hampshire, el presidente ejecutivo de EIG, R. Blair Thomas, un antiguo asesor en materia de energía de George H. W. Bush, ha decidido invertir 3.400 millones de dólares (una cifra similar en euros) en la filial de exploración y producción de Repsol, la compañía española con sede en la calle Méndez Álvaro de Madrid.

La petrolera española comunicó al supervisor que el nuevo socio tendrá dos puestos en el consejo de la nueva filial, pero fuentes de EIG señalan que entre las cláusulas del acuerdo figura que la firma de inversión tendrá además derecho a nombrar dos altos directivos, entre ellos el encargado de preparar la salida a Bolsa.

Según dichas cláusulas, firmadas con el asesoramiento de Latham & Watkins, EIG nombrará a dos de los ocho miembros del consejo de administración de la futura Repsol Upstream. Otros cuatro serán nombrados por Repsol, incluido el presidente, con voto de calidad, y los dos restantes serán independientes. Además, EIG también tendrá derecho a nombrar a dos ejecutivos de alto nivel en el equipo de dirección de la nueva sociedad. Uno de ellos actuará como director de ESG (es decir, de los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza) y el otro dirigirá proyectos especiales, incluida la preparación para la salida a Bolsa.

La salida a Bolsa se contempla en Estados Unidos y a partir de 2026, “siempre que las condiciones del mercado sean favorables”. En la firma de inversión ya tienen precedentes: “Se beneficiará de la reciente experiencia de EIG derivada de la exitosa formación, transformación y salida a Bolsa de Harbour Energy”, indican en la firma washingtoniana. EIG cree que la transacción pone a Repsol Upstream en el camino hacia una futura liquidez en el mercado y quiere que sea un directivo propio el que prepare esa operación. En todo caso, con la mayoría del capital y del consejo, Repsol siempre tendrá mucho que decir en el proceso.

Una firma global

Con origen en 1982 como la rama de energía e infraestructuras de Trust Company of the West (TCW), opera de forma independiente desde hace 11 años. EIG ha llevado a cabo en sus 40 años de historia un total de 387 operaciones por todo el mundo en las que ha comprometido 41.500 millones de dólares de capital ―una cifra similar en euros al cambio actual―.

En la actualidad, la firma de inversiones gestiona una cartera de 24.000 millones de dólares en activos de energía e infraestructuras energéticas y logísticas. Su mayor operación, a la que acudió liderando un consorcio de inversores, fue la compra a Saudi Aramco de los derechos de uso de su red de oleoductos durante 25 años. Fue la típica operación de venta y alquiler, casi un préstamo encubierto. La firma saudí quería financiación y vendió una participación del 49% en los derechos sobre su red por 12.400 millones de dólares a cambio de pagar un canon.

Además de su sede central en Washington, EIG tiene otras oficinas en Estados Unidos, en Houston (Texas) y otras cinco repartidas por todo el mundo: Sídney (Australia), Londres (Reino Unido), Hong Kong (China), Río de Janeiro (Brasil) y Seúl (Corea del Norte). Entre sus clientes, EIG cuenta con planes de pensiones, compañías de seguros, fundaciones, fondos soberanos y otros inversores institucionales de Estados Unidos, Asia y Europa que son los que facilitan los fondos.

EIG suele invertir en deuda híbrida o valores estructurados, pero tiene la flexibilidad para diseñar soluciones de financiación a medida y también invierte directamente en el capital en algunas compañías. Por lo general, trata de comprometer un mínimo de 100 millones de dólares en un proyecto o empresa, pero tiene la capacidad de destinar 1.000 millones de dólares o más a una sola transacción. Una operación como la de la filial de Repsol, de 3.400 millones de dólares (o 4.800 millones si se tiene en cuenta la deuda) es excepcional para la firma.

El grupo EIG es un viejo conocido del sector energético español. Entre sus operaciones históricas figura una con Abengoa Solar en Suráfrica, y también ha participado en los últimos años en la financiación de inversiones en renovables de las españolas Opdenergy y Forestalia. Hace menos dos meses, la firma de inversión y un fondo de infraestructuras de la aseguradora italiana Generali facilitaron 250 millones de euros a Opdenergy para refinanciar deuda y sostener su crecimiento.

El grueso de sus inversiones están en Estados Unidos donde participa en petroleras, gasistas y compañías de fracking pequeñas y medianas como Cox Oil, Birch Permian, Aethon Energy y Pinnacle Midstream, entre muchas otras, pero también en firmas de energías renovables como 8minute (a la que ha financiado este año con 400 millones) o SunLight General Capital.

El pasao año llegó a un acuerdo para invertir casi 1.600 millones de dólares en un gran proyecto de gas natural licuado en Australia. En Reino Unido, al margen de su 16% en Harbour Energy, participa junto a Total y SSE Renewables en SeaGreen, que promueve el segundo mayor parque eólico marino del mundo. En Brasil tiene en marcha un gran proyecto portuario, y también tiene intereses en una firma de exploración petrolífera y en el gasoducto que une el país con Bolivia. En Chile ha invertido en el gran proyecto de energía solar denominado Cerro Dominador, en Antofagasta.

De republicano a demócrata

En el comité ejecutivo de EIG hay ocho hombres y una sola mujer, encargada precisamente de los temas de gobernanza. El primer ejecutivo y cara más visible de la firma es R. Blair Thomas, que se incorporó al fondo en 1998, cuando aún era parte de TWC. Antes había sido un directivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), abogado de financiación de proyectos en el bufete Brown & Wood de Nueva York, y asesor en política energética y presupuestaria con George H. W. Bush, que fue presidente de 1989 a 1993. Pese a ello, en las elecciones de 2020, que enfrentaron a Joe Biden con Donald Trump, fue un generoso donante demócrata, según la información disponible en la base de datos de Open Secrets.

Es presidente no ejecutivo de Harbour Energy, la petrolera cotizada en Londres en la que EIG conserva un 16% y de cuya experiencia dice que tiene que aprender Repsol. Hace cuatro años, Harbour Energy intentó sin éxito comprar la australiana Santos, con una oferta que fue subiendo una y otra vez hasta los 11.000 millones de dólares. En Repsol se reencontrará con Santos, socio de la petrolera española en el desarrollo del mayor campo petrolífero de Estados Unidos, en Alaska.

EIG fundó Harbour Energy en 2014 para adquirir activos de producción de petróleo y gas generadores de caja fuera de Norteamérica. En 2017, Harbour realizó su primera compra en el Mar del Norte británico a Shell por 3.000 millones de dólares y, en 2019, adquirió ConocoPhillips UK North Sea por 2.700 millones de dólares, en ambas ocasiones a través de la firma Chrysaor, que en 2021 se fusionó con Premier Oil para crear la actual Harbour Energy, que cotiza en la Bolsa de Londres y tiene un valor de unos 5.000 millones de dólares.

EIG fue el que dio el paso de acercarse a Repsol. Las negociaciones han sido rápidas. Con EIG, el grupo español no solo tiene un socio financiero sino también un aliado que conoce muy bien el mercado de hidrocarburos y de energías renovables global, con contactos y presencia en diferentes geografías y que puede incluso ayudar a Repsol con fusiones y adquisiciones en sus diferentes negocios.

Sobre la firma

Miguel Jiménez
Corresponsal jefe de EL PAÍS en Estados Unidos. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de Economía y Negocios, subdirector y director adjunto y en el diario económico Cinco Días, del que fue director.

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