Venecia se queda sin venecianos
La población del centro histórico de la ciudad cae por primera vez por debajo de los 50.000 habitantes
Venecia se vacía de habitantes, mientras sigue llenándose de turistas. La ciudad de los canales está perdiendo residentes a un ritmo que las asociaciones de vecinos consideran alarmante. Por primera vez, la población del centro histórico de la ciudad —sin contar las pequeñas islas de la laguna como Murano y Burano o las zonas de tierra firme, que pertenecen al mismo Ayuntamiento— ha caído por debajo de las 50.000 almas, un umbral psicológico que los venecianos que aún resisten temen que pueda convertirse en un punto de no retorno.
La isla principal de Venecia, que en su día fue el corazón de la poderosa República marítima de la Serenísima, dominante en el Adriático, ha perdido más de 120.000 habitantes desde inicios de la década de los cincuenta del siglo pasado. Los residentes se han ido, ahuyentados por múltiples y variados problemas, desde el temor al acqua alta —la inundación de las zonas más bajas de la ciudad en determinados períodos— a la emigración de los años sesenta hacia las ciudades o la tierra firme durante el bum económico. Pero la reciente orientación hacia el turismo de masas de la ciudad, que cada día recibe a miles de visitantes que abarrotan sus plazas, puentes y estrechas calles, ha contribuido a acelerar el proceso de despoblación en los últimos años.
Un grupo de vecinos activistas, que ha creado la página web Venessia.com, lleva más de dos décadas atento al fenómeno y combatiendo para preservar el patrimonio veneciano. “El turismo de masas ha dado el golpe de gracia a la ciudad, es un arma de doble filo porque enriquece el territorio, pero al mismo tiempo lo empobrece porque busca espacio, casas, alojamientos y servicios. La mayoría de alojamientos y negocios se dedican al turismo y no a la residencia”, señala a este periódico Matteo Secchi, veneciano y presidente de esta agrupación de vecinos. Subraya que se sienten “asfixiados” por una “maquinaria económica” que lo ha apostado todo por el turismo: “Nos sentimos como extranjeros en nuestra casa”, lamenta. “También como animales en un zoo”, puntualiza. Y relata una anécdota de un amigo que vive en un bajo y que fue fotografiado por un grupo de viajeros mientras comía con su familia en el jardín de su casa. “Entiendo al turista, la fascinación que despierta Venecia, pero me parece excesivo”. Y agrega: “Hay que mantener el respeto recíproco entre las dos maneras de vivir Venecia: la de quien vive a diario en ella y la de quien la visita, son dos mundos diversos que deben estar juntos y no es fácil”.
Desde Venessia.com comenzaron a monitorear la sangría de residentes en el año 2016, cuando en el centro histórico aún vivían algo más de 55.000 habitantes. Este año, las cifras han caído hasta los 49.989, a fecha de 11 de agosto. Según los cálculos de la agrupación vecinal, la ciudad de los canales ha perdido 2,4 habitantes al día de media en los últimos años.
“Exceso de turismo”
Los vecinos se quejan de que el turismo ha trastocado la cotidianidad de los habitantes de la ciudad, que deben lidiar con un elevado coste de vida, con la falta de vivienda asequible o con el cierre de gran parte de los negocios que vendían artículos de primera necesidad y que han sido reemplazados por tiendas de recuerdos. “No se encuentran casas para alquilar o comprar, todos son alojamientos turísticos, la clase media ya no reside en la ciudad, han desaparecido los negocios clásicos y todo está dedicado al turismo, para el habitante no hay nada”, se queja Secchi.
La escasa oferta de vivienda y su impacto en la vida cotidiana es uno de los grandes problemas que atraviesa la ciudad. Según el Observatorio Cívico sobre la Casa y la Residencia, las viviendas privadas representan actualmente el 58% de los alojamientos turísticos de Venecia. El prefecto de allí, Vittorio Zappalorto, ha hablado de un “exceso de turismo” y ha denunciado que la falta de oferta inmobiliaria está poniendo en jaque el funcionamiento de las oficinas públicas, que han tenido incluso que reducir sus horarios por falta de personal, ya que los funcionarios destinados en la isla no encuentran casa. Otros exponentes de la Administración pública se han quejado de lo mismo. “La dificultad para encontrar vivienda es una verdadera emergencia”, lamentó a finales de julio el presidente del tribunal veneciano, Salvatore Laganà. Tanto es así que, como ha explicado, quedan sin cubrir 62 de los 91 puestos de secretarios judiciales previstos.
El Ayuntamiento de Venecia ha evitado atribuir la caída de la población al turismo de masas y ha restado importancia al fenómeno, argumentando que el padrón no incluye a aquellos que viven en la ciudad durante una parte importante del año sin estar registrados como residentes, como en el caso de los estudiantes. “No es solo una cuestión de números”, apunta la asesora municipal de servicios al ciudadano, Laura Besio. Y asegura que el Ayuntamiento prevé establecer un censo de personas que habitualmente viven en Venecia, aunque no figuren como residentes.
Las autoridades locales han anunciado este año un plan para atraer a quienes trabajan a distancia y también a los estudiantes, pero de momento no parece haber tenido gran impacto. Además, han proyectado un programa de reestructuración de viviendas sociales y en julio reformaron el reglamento de los alquileres turísticos, para limitar el arrendamiento de viviendas privadas a turistas a un máximo de 120 días al año. “Podría ser un motor para volver a poner en el mercado inmobiliario nuevas residencias permanentes”, señala Besio.
Los vecinos, sin embargo, reclaman más atención. “Pensamos que las administraciones actuales y pasadas han fracasado de pleno. Han tratado de hacer algo, pero no basta. Pedimos que todos los recursos financieros y humanos se destinen a esta emergencia”, protesta Secchi. Y propone: “Deberían restaurarse los edificios públicos que están vacíos y favorecer que los propietarios alquilen a residentes, con beneficios fiscales, por ejemplo”.
En el escaparate de la céntrica farmacia Morelli hay un contador que registra el número de habitantes de la ciudad y se actualiza cada semana desde 2008. “Cuando lo instalamos había más de 60.000 personas viviendo en el centro histórico de la ciudad”, recuerda el propietario de la botica, Andrea Morelli. Y echa una cuenta que los venecianos tienen muy presente: “Al año la ciudad recibe 30 millones de turistas, significa que cada día son más los turistas que pasan por Venecia que los habitantes que hay”. Y lamenta: “Así se altera el tejido de la ciudad”. Evoca el gran cambio que ha experimentado esta ciudad única en el mundo en poco tiempo: “En los años setenta y ochenta podías escuchar tus pasos mientras caminabas por el centro de la ciudad y podías reconocer a otro veneciano paseando por la plaza de San Marcos. Son sensaciones que ahora es imposible tener”.
Salvatore Settis, arqueólogo e historiador del arte, autor del libro Si Venecia muere, traducido a numerosos idiomas, cree que la ciudad de los canales se ha convertido en una “víctima de una modernidad estandarizada que la está reduciendo a mera mercancía, y a desempeñar una función turística y hotelera”. Apunta a la necesidad de intervenir en el mercado inmobiliario y protesta: “Pensando solo en mantener la alta presencia de turistas no se pueden cambiar las cosas”. Sin embargo, es optimista y confía en la fuerza de la identidad histórica de Venecia: “En el resto de Italia y sobre todo en el mundo existe una opinión pública cualificada que puede influir en los gobiernos local y central para que adopten medidas estructurales para repoblar Venecia. No es posible que estén más interesados en el destino de esta ciudad en Melbourne que en Italia, como he podido constatar”.
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