La inflación cerró julio en el 10,8% pese a la caída del precio del combustible
El dato definitivo del INE, publicado este viernes, constata que la electricidad y los alimentos mantienen el aumento del coste de la vida
Mengua el precio del combustible, una de las tres grandes patas de la inflación española, pero el coste de la vida tiene todavía otras dos para seguir subiendo: una electricidad disparada por las tarifas del gas natural en los mercados internacionales, y los alimentos, aún al alza en un contexto complicado por las sequías y los encarecimientos de la energía, los abonos, los piensos y los fertilizantes que utilizan las explotaciones agrícolas y ganaderas. La inflación cerró julio en el 10,8% frente al mismo mes del año pasado, según el dato definitivo publicado este viernes por el Instituto Nacional de Estadística (INE), sin cambios frente a las cifras provisionales de hace dos semanas, que ya recogían el mismo avance, superior al 10,2% alcanzado en junio. El índice de precios al consumo (IPC) acumula así 16 meses por encima del 2% objetivo del Banco Central Europeo. Y la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos, se mantiene elevada, en el 6,1%.
Los precios en España siguen por tanto en zona de máximos de hace 38 años —desde septiembre de 1984 no se veían niveles mayores—, y sufren aumentos por encima de la media de sus socios europeos, también muy elevados, del 8,9% en julio, y de Estados Unidos, que sorprendió con una bajada de la inflación del 9,1% al 8,5%, restando algo de presión a las subidas de tipos de la Reserva Federal y alentando los mensajes de que ha podido dejar atrás su techo.
En España, la electricidad tira de los precios con un aumento del 49,4% frente a julio de 2021, cuando bajó. También influye en menor medida la subida del gas natural (23,8%). Junto a ellos, detrás de la inflación están el vestido y el calzado, que bajan este mes menos que el año pasado, y el repunte de los alimentos (13,5%), el más alto desde el comienzo de la serie histórica del INE en 1994. La factura se ha hecho mucho mayor en algunos de los comestibles más básicos de la cesta de la compra, como las harinas y cereales (38%), la leche entera y desnatada (23,1%), los huevos (22,5%), la carne (la de ave sube un 16,3% y la de vacuno un 14,5%), lácteos como la mantequilla (26,1%), el yogur (16,1%), y el queso (13,1%), las legumbres y frutas frescas o refrigeradas (15,5%) o el pan (14,7%). Todos ellos representan un peso mayor en la economía doméstica de los hogares vulnerables.
El alivio del precio de la gasolina y el diésel ha ayudado a la citada caída de la inflación estadounidense, y mejora las perspectivas de la española, que se reduce un 0,3% en términos mensuales. Según el Boletín Petrolero de la UE, la gasolina acumula un retroceso del 13,1% y siete semanas seguidas a la baja, y el gasóleo ha encadenado seis semanas de descensos que han abaratado su precio un 11,7%, lo cual tiene un doble efecto positivo: reduce el gasto de los particulares, y rebaja lo que las empresas pagan en concepto de transporte. Sin embargo, si se compara con los datos del INE del año pasado, tanto el gasóleo (35%) como la gasolina (23,9%) son más caros.
Su descenso, si se afianza como tendencia, debería contribuir a deshinchar la inflación en los próximos meses, y coincide con el del petróleo brent —ya por debajo de la barrera de los 100 dólares—, pero no está siendo suficiente para compensar la subida del gas natural. Dicho combustible se utiliza de manera intensiva para la generación de electricidad, especialmente en pleno verano, cuando la generación eólica se hunde y los ciclos combinados operan a pleno rendimiento.
En las últimas semanas, el mercado gasista de España y Portugal (el Mibgas) se ha desmarcado a la baja del que rige para el bloque europeo, el holandés TTF, del que este viernes le separaban 55 euros por megavatio hora (208 vs 153). En su primer mes y medio de vida, el tope al gas acordado con Bruselas ha permitido una contención cercana al 18% en el coste de la luz para los consumidores con tarifa regulada.
Eso ha convertido a España en uno de los países europeos con la luz menos cara, y se ha dejado notar en el precio medio en el mercado mayorista, que en julio fue de 143,23 euros por megavatio hora, 26,5 euros menor que en junio, pero todavía 50,72 euros mayor que hace un año, el periodo con el que se compara la inflación interanual. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha insistido recientemente en que sin las medidas del Ejecutivo la inflación sería del 15%.
Leopoldo Torralba, economista de Arcano Research, afirma que todavía existen muchas presiones para que la inflación siga alta respecto a 2021. “Los combustibles estaban hace un año por debajo claramente, y aparte, hay otros catalizadores, como la electricidad, los alimentos, los servicios turísticos (que con las menores restricciones aumentan demanda y precio), los vehículos (por ausencia de semiconductores) y otros epígrafes en los que las empresas están repercutiendo sus mayores costes energéticos, como equipamiento del hogar”.
En el mencionado ámbito turístico, ahora en temporada alta, hay subidas perceptibles en lo que cobran hoteles, hostales, pensiones y servicios de alojamiento similares (un 33,8% más respecto a julio de 2021), también en el precio de los vuelos internacionales (21,6%), y los paquetes turísticos internacionales (20,9%), mientras que el aumento es más comedido en restaurantes, cafés y salas de baile (5,7%). Y en cuanto a los vehículos: los coches nuevos se encarecen un 9,5% y los de segunda mano un 8,6%.
Hay analistas que creen que las turbulencias aguardan al final del verano. Lewis Grant, de la gestora estadounidense Federated Hermes, augura un otoño complicado. “Se avecinan tiempos difíciles para millones de personas en todo el mundo, independientemente de que la inflación haya alcanzado o no su punto máximo. El Reino Unido y Europa tienen su propio conjunto de desafíos que exacerbarán la inflación y frenarán aún más el crecimiento: aquí el panorama sigue siendo sombrío”.
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