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El trabajo del futuro y el futuro del trabajo

Los avances tecnológicos no deben verse como una amenaza para el empleo, pero es necesario capacitar a las futuras generaciones para poner la innovación al servicio del bienestar personal y social

La vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, entrevistada por Jaime García Cantero, director de Retina, en el foro organizado por EL PAÍS Retina, impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Google, Accenture y ServiceNow.Foto: Santi Burgos

Esperando, siempre esperando. Así se quedan Vladímir y Estragón, dos vagabundos que ven la vida pasar ante la llegada de un tal Godot, alguien que ninguno ha visto y que nadie sabe cómo es. “Solo una cosa está clara, estamos esperando a Godot”, dice uno de los personajes de la obra creada por Samuel Beckett, y que es la más importante del teatro del absurdo. Lo mismo sucede en el mercado laboral y la tan temida llegada de los robots, los algoritmos y la inteligencia artificial, que desde hace años amenazan con sustituir al ser humano. Jeremy Rifkin, un de los sociólogos y economistas más populares de nuestros tiempos, escribió El fin del trabajo hace más de 25 años y allí advertía del devastador impacto de los avances técnológicos sobre el empleo. “La completa sustitución de los trabajadores por máquinas deberá llevar a cada nación a replantearse el papel de los seres humanos en los procesos”, advertía. Hoy, a pesar de los vaticinios y el tsunami digital, la automatización no ha sido masiva. Pero estamos como Vladímir y Estragón: esperando a que llegue.

Las nuevas tecnologías no tienen que verse como una amenaza, según explicó Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social, en el foro El trabajo del futuro, el futuro del trabajo, organizado por EL PAÍS Retina, impulsado por Santander y Telefónica, y patrocinado por Google, Accenture y ServiceNow. “La robotización es, en términos generales, positiva para el mundo del trabajo”, aseveró. “Eso sí, tenemos que hacer los cambios como país y las inversiones públicas necesarias para que los trabajadores y las trabajadoras estén en el corazón de ese proceso y por supuesto con derechos”, advirtió el pasado jueves durante el evento, celebrado en Madrid.

La ola digital, sin embargo, no pasa desapercibida. “Ya está aquí, en la ciencia, en la medicina… se están haciendo grandes intervenciones quirúrgicas a través de la robótica. Esto está pasando”, agregó Díaz. Y tarde o temprano, veremos un efecto sustitución. El Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) aseguró hace un par de años que en el año 2025 el reparto de tareas será del 50% entre humanos y robots. La tasa de automatización de la fuerza labora será del 47%, frente al actual 33%. Los empleos desempeñados por seres humanos representarán el 53%, muy por debajo del 67% actual. Ello provocará un desplazamiento de 85 millones de empleos en todo el mundo.

Pero se crearán otros 97 millones de puestos de trabajo, principalmente en sectores como los cuidados, las industrias tecnológicas de la Cuarta Revolución Industrial —como la inteligencia artificial—, y en los campos de creación de contenidos. “Me resisto a tener una visión negativa y distópica. Lo que tenemos que hacer como país es determinar cuáles son esos sectores de futuro y de presente y tener a las personas preparadas altamente cualificadas para dar ese cambio. Si esto lo hacemos y lo hacemos en tiempo real, claro que va a ser exitoso”, añadió la vicepresidenta segunda. Uno de los grandes problemas que tiene España, de acuerdo con la representante del Gobierno, es que entre la Universidad y el mundo empresarial no existe una comunicación efectiva.

“El trabajo ha empeorado en las últimas décadas”, aseguró Sarah Jaffe, periodista estadounidense (reporting fellow en el Type Media Center) y autora del libro Work won’t love you back (El trabajo no te corresponderá, en español). A través de una videollamada, Jaffe afirmó que en la era neoliberal se nos obliga a amar al trabajo, independientemente de la cantidad de dinero que recibamos a cambio. “Se da en todos lados: desde la enseñanza hasta en la sanidad”. Este vínculo vicioso, que nos condena a estar agotados, explotados y solos, se ha intensificado, en EE UU, con la deslocalización de los procesos de producción industrial y la automatización de algunas actividades. Hoy, los trabajadores están analizando su relación con su empresa. Debido a la pandemia, muchos empleados han conciliado la vida laboral y familiar, y hoy muchos no están dispuestos a abandonarlo. “La gente está renunciando a sus trabajos, se está uniendo o formando nuevos sindicatos…”. El mercado laboral ha entrado en crisis. Y esta crisis “no se soluciona con pizzas en la oficina, sino dando poder y mejores condiciones a los trabajadores”, apostilló Jaffe.

Plazas sin cubrir

“El trabajo no puede estar condicionado a que muchas actividades sean un lugar de sufrimiento”, dijo la vicepresidenta segunda. A su vez, comentó que en España, y en general en toda Europa, no se sufre el fenómeno llamado La Gran Dimisión, que se dio en EE UU durante la pandemia, y que llevó a millones de personas a abandonar su puesto de trabajo. Pero lo que sí existen, según Díaz, son dificultades para cubrir 109.000 plazas de trabajo en sectores como la hostelería, el comercio y en los puestos altamente cualificados. “¿Por qué las vacantes que hay en nuestro país en sectores concretos de la hostelería o en la agricultura no se cubren? Yo creo que sectores productivos como es la agricultura en España no solo debería de estar cubierto con mano de obra extranjera, porque lo está”, destacó la dirigente política, que lanzará después de las elecciones en Andalucía (en junio) su llamado proceso de escucha, es decir, su propio movimiento político, bajo la marca Sumar. “¿Por qué los españoles y las españolas no trabajan en el campo? Seguramente porque las condiciones de trabajo son extremadamente duras y las condiciones, digamos que retributivas y de salud en general, son complejas”, añadió Díaz. Y en este sentido, adelantó que el próximo lunes 23 de mayo se reunirá con los agentes sociales para buscar soluciones para estos puestos sin ocupar.

Para Manuel Pimentel, exministro de Trabajo, el gran reto que tiene el país es producir aquellos perfiles tecnológicos y altamente cualificados que requerirá la economía del futuro. “Será un problema por un motivo sencillo: porque la realidad siempre va por delante. Es imposible que un sistema formativo pueda preparar a tiempo a todos los expertos en análisis de datos… La realidad va tan rápido que por muy buena fe que se le ponga, el sistema educativo va a tardar un poquito”, subrayó durante su participación. Hoy, según Pimentel, que trabaja para el despacho de abogados internacional Baker & McKenzie, la demanda actual de expertos en tecnología está produciendo una brecha salarial importante. “El mercado está subiendo los precios. [En cuestión salarial], los departamentos digitales van a un ritmo totalmente distinto que otros, suben más rápido”.

Y no solamente son atraídos por la oferta económica. “El salario emocional, como el trabajo a distancia, es importante”, resaltó Idoia Mendia, vicelehendakari y consejera de Trabajo y Empleo del Gobierno Vasco. “Desde las Comunidades Autónomas, evidentemente nuestros empresarios nos hablan de que van a necesitar, por relevo generacional, de cientos de miles de puestos de trabajo”, resaltó. “Eso requiere de una respuesta desde lo público, con formación, alineamiento, transformación también de los grados universitarios, los grados constitucional y la formación permanente para el empleo”, dijo. La dirigente vasca subrayó que el mundo empresarial no está aprovechando las palancas que tienen a la mano, como aquellas personas desempleadas mayores de 45 años que con una nueva recalificación pueden ser nuevamente integradas al mercado laboral. “Se habla mucho del reto demográfico y se vincula mucho a la caída de la natalidad… quizás las políticas natalistas no van a ser una solución al problema que hoy tienen las empresas en España”.

Buen uso de la digitalización

Sobre todo en un momento en el que la digitalización ha aumentado tras la pandemia. “Desde el año 2020 ha habido una aceleración muy rápida… y sus efectos pueden ser muy positivos, pero si somos capaces de construir unas condiciones que lleguen a todos. Bien usada, es una palanca de crecimiento económico y social sin precedentes”, dijo Miguel Escassi, director de Asuntos Públicos de Google en España. El representante del gigante tecnológico explicó, con base en el DESI (índice de economía y sociedad digitales de la Unión Europea), que España está a la vanguardia en algunos aspectos como infraestructuras digitales de conectividad. “Pero cuando hablamos de competencias, talento o capital humano digital, estamos sobre la media europea y tenemos todavía mucho margen de crecimiento”, agregó. Por ejemplo, casi la mitad de la población española carece todavía de competencias digitales básicas y un 8 % nunca ha utilizado internet, según el DESI. “Eso nos debe dar alguna alerta”.

Por otro lado, el experto de la firma de tecnología subrayó que en la nueva Ley de Formación Profesional, que entró en vigor en abril, acertadamente se avisaba sobre las demandas que tendrá el mercado. “En los próximos cinco años, la mitad de los puestos de trabajo van a requerir competencias digitales y tecnológicas. Por lo tanto, existe una demanda. Existen grandes oportunidades de empleabilidad”, aseveró. “No estamos todavía suficientemente preparados, a pesar de que ahora estamos haciendo todo lo necesario, invirtiendo desde una perspectiva público-privada”, abundó Escassi.


Educación ante todo

Hadi Partovi, fundador de Code.org (una ONG que ha enseñado a programar ordenadores a más de 60 millones de personas en el mundo) lo tiene claro. “Las ciencias de la computación deben de ser una de las prioridades más importantes en educación”. “Todos los niños deben aprender computación igual que aprenden a leer y escribir. No todos van a ser escritores, pero todos tendrán la confianza de que pueden hacerlo si quieren. La tecnología influye en todo, saber computación les da más poder”, comentó en un mensaje grabado Partovi, que aprendió a programar de forma autodidacta con un ordenador. 
“Estamos en una era en la que está marcada por internet en el ámbito de la comunicación y formación”, explicó Mariano Fernández Enguita, director del Máster Avanzado en Innovación y Transformación Educativa en la Universidad Complutense de Madrid. Ese “artilugio” que almacena un montón de información ha sido el único invento electrónico que ha venido a sustituir al libro. “Esto es un cambio paradigmático”. Y en este sentido, ahora el sistema educativo está obligado a integrarlo a su vida diaria, como una herramienta más en el aula.  
Fernández Enguita indicó que en la historia de la humanidad ha habido cinco grandes cambios comunicacionales y educacionales. El primero de ellos fue la creación de la lengua. El segundo llegó con la escritura.  Luego vino la imprenta y trajo de la mano al sistema escolar. Posteriormente, ocurrieron dos revoluciones que avanzaron al mismo tiempo. “Ampliamos el sistema educativo hasta secundaría… la mitad de la gente hacia la Universidad. Y se crearon los medios de masas… Se anunció que iban a sustituir a la escuela y ninguno lo hizo”. Pero lo que viene ahora es distinto. La enseñanza se tiene que adaptar y no frenar el cambio. “Es como si en el siglo XVII y XIX, los profesores se hubieran resistido al libro”, aseguró.
Sonia Díez, fundadora de EducAcción, dijo que las tecnológicas ofrecen formaciones más atractivas que las instituciones educativas. “Debemos preguntarnos si queremos dejar la formación en manos de empresas o participar de esta revolución. La crisis se debe al sistema educativo obsoleto”, dijo Díez. Otro avance desarrollar con fuerza es la capacidad de validar las competencias y lecciones que no vengan solo de lecciones y de tiempos de docencia directa, sino de experiencias. “Añadido a esto, los profesores tendrán que reforzar sus competencias digitales… pero hay que insistir: hay una cosa que no vamos a cambiar nunca, vamos a ser humanos y tendremos que formar buenas y mejores personas”, concluyó.

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