El FMI advierte de que los cuellos de botella en la producción amenazan con prolongarse hasta 2023
El organismo respalda la política acomodaticia del BCE, pero le pide seguir manteniendo a raya las expectativas de inflación con una comunicación adecuada
Las restricciones adoptadas en los dos últimos años por los gobiernos de todo el mundo para proteger a sus ciudadanos de las sucesivas oleadas de contagios han tenido consecuencias en la producción: fábricas cerradas, falta de suministros y un alud de bajas por covid. Esas interrupciones hicieron mella en la recuperación de la Unión Europea e incluso explican que la economía de países como Alemania retrocediera en el tramo final del año pasado. Según una publicación en el blog del Fondo Monetario Internacional (FMI), firmado entre otros por su directora gerente, Kristalina Georgieva, sin esos obstáculos el Producto Interior Bruto (PIB) de la zona euro hubiera sido un 2% superior. El FMI advierte de que los recientes parones por la extensión de la variante ómicron supusieron un nuevo frenazo en la producción que puede hacer que esos cuellos de botella persistan hasta 2023.
La industria esperaba que a mediados de este año esas dificultades en la producción se disiparan. Sin embargo, el FMI señala que la situación puede prolongarse, lo cual añadirá más presión sobre la recuperación económica y, en especial, sobre la inflación. El artículo (firmado también por Oya Celasun, que lidera la vigilancia del organismo sobre Alemania, y Alfred Kramer, director del Departamento para Europa) apunta que la producción manufacturera hubiera sido un 6% más elevada sin los cuellos de botella. Hay diferencias entre países: España es de los menos perjudicados, puesto que le restaron poco más del 3% de la fabricación, mientras que en la República Checa y Alemania la merma fue de cerca del 14%. “El lastre sobre la producción fue mayor en los países donde las empresas manufactureras operan dentro de las cadenas globales de valor y dependen de procesos intermedios altamente diferenciados. Los ejemplos clave incluyen a países con grandes sectores del automóvil, como Alemania y la República Checa”, apuntan los autores.
La previsión del FMI de que esos cuellos de botella puedan durar hasta 2023 mete más presión al Banco Central Europeo (BCE) por sus posibles implicaciones sobre la inflación en la zona euro, que en enero se situó en el 5,1%. La institución dirigida por Georgieva estima que la mayor parte de esas dificultades en la producción tienen un carácter transitorio, aunque advierte de que algunos problemas como la escasez de mano de obra o el envejecimiento de la infraestructura logística pueden tener una mayor duración. Trasladado a la inflación, el FMI cree que esos shocks pueden explicar la mitad del incremento de precios de los bienes manufacturados. En cambio, el impacto sobre la inflación subyacente (la que excluye energía y alimentos) es menor, del 0,5%.
El FMI propone tanto medidas regulatorias como fiscales para aliviar esos cuellos de botella. Pero sobre todo pide al Banco Central Europeo, cuya política monetaria respalda, seguir comunicando cómo reaccionarán al alza de precios. “Mantener estables las expectativas de inflación a medio plazo a pesar de los elementos que están impulsando de forma transitoria la inflación, incluyendo las disrupciones en la oferta y el incremento de los precios de la energía, es clave para gestionar ese equilibrio”, apunta el blog. El FMI continúa apostando por una bajada de la inflación una vez la pandemia va desvaneciéndose. “El BCE ha decidido de forma apropiada mantener una política acomodaticia hasta que se alcance su objetivo a medio plazo mientras preserva su flexibilidad para ajustarla en caso de que la alta inflación subyacente demuestra ser más duradera de lo esperado”, añade.
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