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ENERGÍA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ventajas de las eléctricas públicas

Las empresas de energía con participación estatal, que existen en numerosos países de la UE, constituyen una herramienta poderosa para resolver problemas de escasez, falta de inversiones o descontrol de los precios

Andreu Missé
Central nuclear de EDF en la localidad de francesa de Fessenheim.
Central nuclear de EDF en la localidad de francesa de Fessenheim.Vincent Kessler (REUTERS)

La reciente decisión del Gobierno francés de limitar a un 4% la subida del precio de la electricidad a la empresa pública EDF ha sido la respuesta gubernamental más contundente en Europa para contener el disparatado incremento de los precios de la energía. La subida, que se aplicará a partir del 1 de febrero, evitará un aumento del 44,5% que habría registrado la electricidad en Francia sin la intervención pública. El propósito del Gobierno fue “proteger el poder de compra de los franceses y preservar la competitividad del suministro eléctrico de las empresas”.

El Gobierno centrista de Emmanuel Macron pudo tomar esta medida porque el Estado francés posee el 83,9% de las acciones de EDF, compañía propietaria de un parque de 56 reactores nucleares que producen el 70% de la electricidad de Francia, sin ignorar sus riesgos. La decisión reducirá en más de 8.000 millones de euros los beneficios de la sociedad y ha supuesto una pérdida del 25% de su valor en la Bolsa.

El gigante eléctrico francés fue creado en 1946 tras un proceso de nacionalizaciones de compañías productoras, distribuidoras y comercializadoras de electricidad. EDF siguió el modelo impulsado por el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt en el New Deal con la constitución de la Autoridad del Valle del Tennessee (TVA, por sus siglas en inglés) en 1933 para generar energía eléctrica, controlar la riadas y mejorar las condiciones de vida de los agricultores. Hoy constituye el servicio público de electricidad más grande del país.

Las empresas públicas en el sector de la energía nacieron ante necesidades concretas que el sector privado no podía resolver. Hoy constituyen una herramienta poderosa para resolver eventuales problemas de escasez, falta de inversiones o descontrol de los precios. Existen empresas públicas de electricidad en Francia, Alemania, Suecia, Suiza, Polonia, Rumania, Lituania, Países Bajos, Irlanda, Italia, Estados Unidos, Japón, Canadá y Brasil.

España contaba con Endesa, una importante empresa eléctrica muy bien gestionada que fue privatizada. En 1988 y 1994, los socialistas iniciaron su privatización, pero manteniendo una sólida mayoría pública. La empresa fue vendida completamente por el Partido Popular en 1997 y 1998, que finalmente fue adquirida por la compañía pública italiana Enel, en una operación que le ha reportado importantes beneficios.

La dependencia exterior y las exigencias de la transición energética han revalorizado las empresas públicas. Un estudio de la OCDE, Invertir en el clima, invertir en el crecimiento, señaló que “el papel del sector público es fundamental para velar por que las inversiones en infraestructuras sean coherentes con el objetivo de mejorar la resiliencia a los impactos económicos y climáticos, y también para estimular, mediante la creación de condiciones favorables, la inversión del sector privado en adaptación”.

Más que un enfrentamiento entre mercado y Estado, existe una clara complementariedad entre ambos sistemas. Los países con empresas públicas disponen de más instrumentos para dar más seguridad a sus ciudadanos y empresas. Lo mejor no ha sido privatizar.

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