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El Gobierno francés promete que el precio de la electricidad no subirá más de 4% este año

Las diferentes medidas para contener el gasto eléctrico, anunciadas a menos de tres meses de las elecciones, costarán este año más de 20.000 millones de euros

Central nuclear en Civeaux de la compañía eléctrica francesa EDF
Central nuclear en Civeaux de la compañía eléctrica francesa EDFSTEPHANE MAHE (REUTERS)
Silvia Ayuso

El Gobierno de Emmanuel Macron se ha comprometido a que el precio de la electricidad, uno de los principales detonantes de la inflación, no aumentará más de 4% en Francia durante todo 2022. El anuncio, que se hace parcialmente a expensas de la principal eléctrica del país, EDF, se produce en vísperas de la primera de las dos revisiones anuales de los precios de la energía, a comienzos de febrero. Pero, sobre todo, como destaca la prensa gala, la noticia, muy esperada en momentos en que muchos franceses se quejan de una pérdida de poder adquisitivo con el alza generalizada de precios, ha sido anunciada cuando quedan menos de tres meses para las elecciones. Eso sí, la decisión conlleva una pesada factura: en total, el conjunto de medidas tomadas en los últimos meses para contener el precio de la electricidad tendrán un coste de 20.000 millones de euros este año.

“Entre una bajada de la fiscalidad sobre la electricidad y la solución lograda con EDF, la factura de electricidad de los franceses no aumentará más de 4% en todo el año”, proclamó desde las páginas de Le Parisien el ministro de Economía, Bruno Le Maire. Se trata, subrayó, de un “esfuerzo considerable del Estado y de EDF” sin el cual el alza del 1 de febrero habría sido de 35%, destacó.

La decisión de contener los precios ya había sido adelantada en otoño por el primer ministro, Jean Castex, que prometió un “escudo tarifario” para 2022 que también incluye el gas. Salvo que, desde entonces, los precios han seguido disparándose: frente al 12% de aumento del precio de la electricidad calculado entonces por el Gobierno, este está ya en 35%.

Por ello, las disposiciones adoptadas hasta entonces para controlar el precio, sobre todo rebajar a partir del 1 de febrero y durante un año un impuesto sobre la electricidad (TICFE) al tipo mínimo fijado por las normas europeas, con un costo para las finanzas públicas de 8.000 millones de euros, no han bastado para contener la factura. Así que el Gobierno ha negociado ahora con EDF, del que el Estado ostenta el 84% del capital, una medida más: aumentar, “de forma excepcional” por este año, el nivel de ARENH (Acceso Regulado a la Electricidad Nuclear Histórica).

Aprovisionamiento de energía nuclear

Este dispositivo permite a todos los proveedores alternativos (con tarifas fluctuantes según los precios del mercado) aprovisionarse de electricidad nuclear a través de EDF en condiciones que fija cada año el poder público. Hasta ahora, el volumen máximo era de 100 teravatios hora al año a un precio de 42 euros por megavatio hora. Lo que ha negociado el Gobierno es incrementar esa cantidad máxima durante este 2022 en 20 teravatios y aumentar el precio solo a 46,2 euros por megavatio hora, lo que sigue estando muy por debajo del mercado, estimado en unos 250 euros.

La condición para ello, ha subrayado el Gobierno en un comunicado, es que los proveedores alternativos “trasladarán integralmente esta ventaja obtenida en beneficio de los consumidores”, tanto los privados como los “1,5 millones de pequeñas empresas, artesanos, peluqueros, panaderos, independientes” a los que también se dirige la medida.

Su cumplimiento que será objeto de una “estrecha vigilancia” por parte de las instituciones, advierte el Gobierno, que celebra que, con esta medida, “todos los consumidores podrán beneficiarse de la competitividad del parque nuclear francés”, que “permite beneficiarnos de una energía poco cara y totalmente descarbonizada”. Francia es uno de los principales impulsores de la denominada taxonomía verde de la Unión Europea, una propuesta en estudio que busca otorgar a las centrales nucleares y el gas natural la vitola de energías verdes.

La medida le permite al Gobierno, a menos de tres meses de las elecciones, afirmar que ha mantenido una promesa que afecta directamente al bolsillo de todos los franceses. Pero tiene su coste. Más allá de los 8.000 millones de euros que dejará de cobrar en por la bajada de impuestos de electricidad, el Gobierno ya había anunciado un “cheque energía” excepcional por cien euros que los 5,8 millones de hogares franceses más modestos cobraron en diciembre, así como una “indemnización inflación” de otros cien euros que benefició a los 38 millones de personas con ingresos por debajo de los 2.000 euros. Además, el gobierno también ha bloqueado este año la subida de precios del gas.

A ello se une ahora el costo que la nueva medida tendrá para EDF y, de alguna manera, puesto que está en manos del Estado, para todo el país, y que se estima en otros casi 8.000 millones de euros, con lo cual la factura total se eleva a unos 20.000 millones de euros.

El Gobierno no ha querido adelantar cómo piensa compensar a EDF por la medida nueva que le exige, y que llega en un mal momento para la compañía. Según había anunciado EDF el mismo día en que París daba a conocer que deberá vender más barato de lo que ya hacía más energía a sus concurrentes, la empresa ha tenido que revisar a la baja sus previsiones de producción debido a una “extensión del apagón” de cinco de sus 56 reactores nucleares que registran problemas de mantenimiento o están en pleno proceso de inspección.

Según la Agencia France Presse, actualmente diez reactores están detenidos por mantenimiento u otras cuestiones, lo que significa el 20% de la capacidad de producción nuclear francesa. La combinación de anuncios provocó un “viernes negro” en la Bolsa para EDF, cuyas acciones llegaron a caer más de 22%, aunque al final de la sesión limitaron sus pérdidas al 14,5%.

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Sobre la firma

Silvia Ayuso
Corresponsal en Bruselas, después de contar Francia durante un lustro desde París. Se incorporó al equipo de EL PAÍS en Washington en 2014. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, comenzó su carrera en la agencia Efe y continuó en la alemana Dpa, para la que fue corresponsal en Santiago de Chile, La Habana y Washington.

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