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Fran García del Pozo: “Aprender programación es hoy tan importante como en su día lo fue aprender inglés”

La transformación digital ha acelerado la demanda de perfiles tecnológicos, pero trabajar el pensamiento computacional facilita además la adquisición de habilidades para el desarrollo personal y profesional

El expresidente Barack Obama figura entre los líderes mundiales que apoyan la labor de CODE.org.
El expresidente Barack Obama figura entre los líderes mundiales que apoyan la labor de CODE.org.CODE
Nacho Meneses

Que hoy vivimos en una economía global y digital basada en la tecnología es algo que pocos se atreverán ya a poner en duda; y mucho menos cuando aún perdura la pandemia de coronavirus que ha acelerado la transformación digital en muchos sectores de la sociedad. La demanda de perfiles tecnológicos se ha visto incrementada notablemente, y la tendencia se mantendrá en el futuro: según un último informe de la Comisión Europea, la oferta de puestos orientados a la digitalización se cifra en 200.000 en España y 900.000 en la Unión Europea. “El aprendizaje de la programación es una competencia para acceder al mercado laboral como en su día lo fue para nosotros aprender inglés. No se trata de que todos seamos programadores, sino de que todos entendamos la programación”, afirma Fran García del Pozo, responsable de CODE.org en España.

“No sabemos cuáles serán los trabajos del futuro, pero sí qué competencias van a demandar. Y son habilidades que desarrollamos cuando programamos, porque así desarrollamos el pensamiento computacional y habilidades como la lógica, la resolución de problemas y el pensamiento crítico”, añade. Y no solo eso: también te da visión espacial, una mayor capacidad de planificación y visión estratégica, y te ayuda en la adquisición de otros conocimientos. “En una era donde la digitalización, la automatización y el uso de dispositivos digitales forman parte de nuestra vida diaria, saber “hablar programación” va a ser (y es) una de las habilidades más demandadas en el mundo laboral”, sostiene Gemma Garriga, Global Outcomes Lead en Ironhack.

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La digitalización, en todos los sectores

Otro de los aspectos que la pandemia ha dejado claro es que esta revolución 4.0 va mucho más allá del sector tecnológico, y que incluso en sectores que de por sí no eran digitales (agricultura, construcción, sanidad...) hoy en día es fundamental. La programación está siendo esencial en, por ejemplo, el sector financiero o de seguros, donde las aplicaciones móviles y las páginas web para facilitar la gestión por parte del usuario son ya imprescindibles. Pero también “en sectores como el de la automoción, con la creciente demanda de productos relacionados con la e-mobility; en música, con apps como Spotify; en el sector turístico con AirBnb o Booking; y en educación, con plataformas como Duolingo”, explica Garriga.

Por encima de todo, los expertos consultados señalan que, más que lo que se ha estudiado, lo que se busca ahora son las habilidades que se poseen, lo que sabemos hacer. Pero ¿es real tanta demanda? “Nosotros tenemos el Mapa del Empleo, una herramienta que, con tecnología Big Data, lee en tiempo real la demanda del mercado laboral en cualquier profesión y con un análisis predictivo. Y queda claro que esta es una necesidad real en todos los sectores productivos”, cuenta Luis Miguel Olivas, director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica. “Y si hablamos de perfiles profesionales, yo empezaría por adquirir fundamentos básicos de programación para poder aplicarlos en cualquier ámbito”. Garriga y Del Pozo, por su parte, destacan varios perfiles que serán claves en los próximos años:

¿Se enseña la suficiente programación en España?

La respuesta corta y sencilla es que no existe un mismo grado de implantación, ya que depende tanto de la comunidad autónoma en la que nos encontremos como de la etapa educativa o de si el centro es público o privado. “En la universidad o en la Formación Profesional ya se están formando algunos de esos perfiles que tanta demanda tienen, pero no a la velocidad que lo demanda el mercado laboral. Se trata de una enseñanza reglada a la que le está costando mucho esfuerzo actualizarse, tanto en metodología como en contenidos”, señala Olivas.

El de la programación es, no obstante, un mundo nuevo en el que no hay un solo itinerario formativo. Existen profesionales autodidactas que se han formado por su cuenta, utilizando plataformas online y comunidades virtuales; la formación reglada, ya sea por medio de titulaciones universitarias (en grados como el de Ingeniería informática) o de Formación Profesional (como el Ciclo Superior en Informática); y las escuelas tecnológicas privadas, “conocidas como bootcamps, y que enseñan las habilidades necesarias para desarrollar una cierta profesión. Son formaciones en las que se aplica la metodología del learning by doing (aprender haciendo), para que los estudiantes sean capaces de aprender cómo será su día a día cuando salgan al mundo laboral”, argumenta Garriga: no hay un único camino y ninguno de ellos excluye a los demás.

La situación en la enseñanza preuniversitaria depende de distintas variables, como recuerda Del Pozo: “La Comunidad de Madrid fue de las primeras en establecer una asignatura denominada Tecnología y Recursos digitales para la mejora del aprendizaje en toda la etapa de Primaria; Cataluña incluye contenidos por ejemplo de programación y pensamiento computacional en Matemáticas; y Navarra por ejemplo integra contenidos en Matemáticas en 4º y 5º de Primaria. En el resto de las comunidades autónomas se han producido iniciativas de manera aislada”. No faltan, señala, los referentes externos: el gobierno chino aprobó en julio 2016 un plan para que todos los niños aprendieran a programar a partir de los 6 años, y a partir de los 11, además, estudian robótica, y otros muchos países como Estados Unidos, Singapur o Australia lo integran desde la base en el currículo educativo.

La buena noticia es que, aunque sea despacio, nos estamos moviendo en la dirección correcta, incorporando el pensamiento computacional tanto en Primaria como Secundaria. Un avance que se está dando con mayor agilidad en los centros privados, incorporando la robótica y la programación desde los cuatro años, pero incluso en el ámbito público se están empezando a traer experiencias aisladas, muchas veces extracurriculares. Eso sí, “como tenemos un sistema tan complejo, a nivel de toma de decisiones, desde el ámbito político, muchas veces se tardan meses o incluso años en que aterricen en la clase. Pero realmente se está avanzando”, añade Olivas. “Debería continuar a lo largo de toda la vida, e incluirlo de manera intrínseca en todas las etapas educativas, e incluso trabajarlo en las asignaturas que ya hay, como Matemáticas y Ciencias, pero también en otras como Historia o Literatura”.

Formación gratuita y de calidad

Más allá de la formación reglada, existen diferentes iniciativas privadas pero gratuitas que ofrecen la posibilidad de formarse como programadores: el Grupo Adecco, por ejemplo, acaba de presentar la creación de su Modis Academy para perfiles como product managers, desarrolladores full stack, soluciones CRM, ciberseguridad, Agile o RPA. Un campo en el que destaca, sin duda, el campus 42 introducido en España por la Fundación Telefónica en 2019: un modelo disruptivo con un 100 % de empleabilidad y organizado en torno a 21 niveles, en el que los alumnos aprenden en base a retos que resuelven colaborativamente, sin profesores (pero sí con un equipo pedagógico que los guía), sin horarios, sin límites de edad y sin necesidad de poseer conocimientos previos.

“Obviamente, si no tienes otros conocimientos, te va a suponer mucho más esfuerzo, pero es posible. Uno de nuestros alumnos más destacados, que terminó segundo de su promoción, es un psicólogo que no sabía nada de programación”, esgrime Olivas. Completar todo el itinerario lleva una media de tres años y medio, pero los hay que están cinco o seis. Depende del compromiso de cada uno. “Aquí el estudiante está en el centro de su toma de decisiones: viene cuando quiere, lleva el ritmo que quiere, trabaja con quien quiere y elige las especialidades que prefiera”.

Acceder, no obstante, no es tarea fácil: aquellos interesados han de pasar primero dos pruebas online: un ejercicio de memoria de 10 minutos y un test de lógica de dos horas y media. Si se superan, habrá que esperar a que se abra algunas de las llamadas piscinas: 26 días consecutivos de inmersión en el campus en los que se enfrentan a retos individuales, trabajos en equipo, exámenes de cuatro, seis, ocho horas... “Pero, sobre todo, se encuentran unos retos para los que ellos mismos tienen que buscar la teoría necesaria que les ayude a resolverlos, lo que les genera una enorme tolerancia a la frustración. Es como la vida misma, primero te viene el reto y luego buscas como superarlo”, explica Olivas. Dos requisitos son imprescindibles: un mínimo pensamiento lógico matemático y una gran capacidad de superación y esfuerzo.

“Ahora mismo tenemos unas 27.000 personas inscritas para ocupar una de las 1.000 plazas disponibles en el campus de Madrid. Y estamos abriendo campus nuevos en Urduliz (Bilbao) en abril, Málaga en julio, Barcelona en septiembre y Alicante el año que viene”. Se están convocando, en total, piscinas para unas 800 personas al año, pero no todos las superarán. Y hay que ser muy rápido para tener la oportunidad: en la última convocatoria, las plazas se agotaron en 35 segundos. Cuando se abre el enlace, el primero que se apunte se lo queda.

Fomento de la programación

Para que los estudios de programación terminen por despegar en España, es necesario realizar una labor en varios frentes, señalan los expertos. Primero, porque para crear esos perfiles que demanda el mercado, debemos empezar por despertar esas vocaciones STEM desde las edades tempranas. Segundo, formando a los docentes, para que sean conscientes de hacia dónde se tiene que ir y que tengan las herramientas necesarias para acompañar y facilitar el aprendizaje de los alumnos; y tercero, metiéndolo en la agenda social de las familias, de la misma manera que antes se hablaba de que los niños debían aprender Inglés o Informática.

“Tenemos dos grandes retos sociales. Por un lado, hay que ser capaces de acompañar a las familias, cuyos padres y madres no son nativos digitales, para que vean la tecnología como una oportunidad de aprendizaje para sus hijos e hijas”, a la vez que seguimos trabajando por eliminar la brecha de género que aún existe en estas disciplinas, afirma Olivas. El segundo gran reto tiene que ver con los colectivos de mayor vulnerabilidad. El confinamiento hizo que aumentara la brecha social de formación digital y la cantidad de niños que se quedaron fuera sin poder continuar su aprendizaje. “¿Qué va a pasar si les metemos esta asignatura desde las etapas más tempranas? ¿Qué pasa con todas esas familias sin recursos, sin ordenadores ni conectividad? Aquí hace falta un plan nacional, un plan de verdad. La educación en pensamiento computacional es fundamental para todos, con y sin recursos”.

En este esfuerzo por sensibilizar, fomentar y formar a alumnos y docentes, el papel de CODE es esencial, con diferentes cursos gratuitos en función de la edad del alumno (de los 4 a los 18 años) o del docente. “Primero se empieza a aprender con bloques y contenidos atractivos para los más pequeños, y a medida que el estudiante va creciendo y madurando también lo hacen los contenidos. Cada uno tiene un nivel distinto y la formación debe ser a medida”, cuenta Del Pozo. 55 millones de estudiantes en todo el mundo tienen una cuenta (de ellos, 34,5 solo en Estados Unidos, país donde esta organización es la principal suministradora de formación a docentes). En España, aún se dan pasos pequeños: existen 700.000 cuentas, de las que 175.000 pertenecen a alumnos y 7.600 de profesores.

Una labor que apoyan numerosos líderes globales como Jeff Bezos, Bill Gates o Mark Zuckerberg; los expresidentes Barack Obama y Bill Clinton o cantantes como Bono o Shakira apoyan su labor y participan en su campaña global La hora del código, que busca desmitificar el aprendizaje de la programación eliminando mitos. Y una idea que subyace ante todo: “Esto no puede ser elitista, ha de ser inclusivo”, sentencia Del Pozo. “Esta revolución, si no es inclusiva, no tiene sentido, porque tiene que ser para todos y en igualdad de condiciones”.

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Sobre la firma

Nacho Meneses
Coordinador y redactor del canal de Formación de EL PAÍS, está especializado en educación y tendencias profesionales, además de colaborar en Mamas & Papas, donde escribe de educación, salud y crianza. Es licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Valladolid y Máster de Periodismo UAM / EL PAÍS

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