Un plus de física contra la corrosión de equipos industriales
Muon Systems analiza el deterioro de la maquinaria a través de unas partículas llamadas muones
Carlos Díez, Pablo Martínez y Pablo Gómez cursaron juntos la licenciatura de Física en la Universidad de Cantabria y se conocían desde la infancia, pero su carrera como emprendedores arrancó de una manera imprevista. En 2013, Gómez investigaba en su doctorado cómo mejorar la medición de la corrosión en altos hornos. Gracias a una intuición de su director de tesis, que para superar una dificultad técnica le sugirió preguntar a sus dos amigos por sus investigaciones sobre el muon —un desconocido actor físico que resulta de la radiación solar— los tres terminaron embarcándose en un proyecto que aspira a encontrar aplicaciones comerciales para esta inocua partícula cósmica.
Los muones tienen una propiedad que promete grandes beneficios: su elevada capacidad de penetración en superficies, que los habilita para “completar mediciones que se realizan con otros métodos diagnósticos”, cuenta por vídeollamada Gómez. “Y ello sin entrar en conflicto con estos procedimientos, porque donde los muones son eficaces, aquellos fallan, y viceversa. Por ejemplo, no son tan precisos como los rayos X, pero en equipos industriales grandes y densos son mejores, porque perforan más”, añade. Usados por esta ventaja para resolver necesidades prácticas desde hace medio siglo —se emplearon en los años sesenta para localizar, sin éxito, cámaras ocultas en una de las pirámides de Giza—, habían probado su eficacia en áreas como la seguridad fronteriza o la inspección de residuos nucleares cuando estos tres emprendedores crearon Muon Systems. “Pensamos que la mejor vía para empezar era buscar contratos con empresas para ofrecerles soluciones a medida que resolvieran necesidades presentes en el mercado y eventualmente nos permitieran tener productos propios”, señala Díez, y explica que en su decisión de empezar por el ámbito metalúrgico influyó el apoyo económico y de puesta a disposición de plantas de la Fundación Repsol.
Gracias a tres clientes potentes de este sector, en 2020 la compañía facturó 70.000 euros y para este año espera al menos duplicar su cifra de negocio, ya que los proyectos con estas empresas pasan a fases más avanzadas. Desarrollan tanto software como hardware —una pareja de detectores que graban las trayectorias de los haces de muones antes y después de atravesar los objetos—, y Díez argumenta que su apuesta será rentable económicamente para el cliente. “Gran parte de la oferta en la que hoy se trabaja corresponde a grupos de investigación y en ellos el bajo precio importa menos que la precisión”.
No vislumbran beneficios a corto plazo, pero creen que en 2023 tendrán sus primeras soluciones en el mercado, habrán incrementado equipo (ahora son cuatro) e incrementarán capital, —han recibido medio millón, incluida una subvención de 80.000 euros del CDTI a través del programa Neotec—.
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