Mi perro come pollo, pavo, buey y salmón
La empresa catalana Dogfy Diet elabora alimentos caninos sin aditivos ni conservantes y adapta las raciones al peso de cada animal
Desde la crisis sanitaria tener un perro en casa es una tendencia en auge. Una tendencia que avalan los datos publicados por ANFAAC (Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía), que muestran que 28 millones de hogares españoles tienen una mascota, de las que casi siete millones son perros. Cifras que, junto con el aumento de empresas especializadas en alimentación en países como Estados Unidos o Gran Bretaña, animaron a Gonzalo Noy y Sergi Font a montar Dogfy Diet. Además, ambos tenían perros que no pasaban por un buen momento de salud. Una situación que les llevó a probar con ellos una alimentación cocinada con productos naturales que les dio buen resultado. “Vimos que podíamos revolucionar este sector, humanizarlo y acabar con la comida ultraprocesada”, afirma Noy.
En 2019 y con 3.000 euros de capital fundaban la empresa, pero se encontraron con el primer escollo, contar con la infraestructura necesaria. Una barrera que solventaron tras la cesión de una nave y la maquinaria para la elaboración de cárnicos que el padre de Font tenía en Molins de Rei (Barcelona) y que completaron con la compra de un horno, “muy pequeño, casi de panadería, pero que sirvió para empezar”, concreta el cofundador de la empresa.
Contactaron con unos amigos veterinarios que les asesoraron para formular los menús, que mantienen hasta la actualidad: pollo, pavo, buey y salmón, y que están compuestos en un 70% de carne o pescado y el resto de vegetales y aceite de oliva virgen extra, sin aditivos ni conservantes. Una comida apta para cualquier perro, desde un cachorro hasta un adulto. “No es una dieta, es una comida equilibrada”, apunta.
Dinero para maquinaria
A principios de 2020, hicieron una ronda de financiación con Esade en la que consiguieron 100.000 euros, a la que se sumó otra en septiembre del mismo año de otros 100.000 euros. Una cantidad con la que han actualizado la infraestructura y que los ha empujado a dar un salto cuantitativo en la producción de 60 kilos al día a los actuales 2.800. También la facturación les va sonriendo: en 2020 fue medio millón y en este ejercicio esperan superar los dos millones y comenzar a tener beneficios.
Sus 28 empleados se ocupan de la producción, atención al cliente y de la venta que se hace a través de la página web, donde sus 4.000 clientes adquieren el producto de forma personalizada para cada perro. “Cuando entras y tras poner los datos del animal, el algoritmo marca la cantidad y el menú que más le conviene. Luego se envasan en raciones diarias”, señala Noy. Una alimentación que para un perro de unos 10 kilos puede suponer un gasto de entre 40 y 50 euros al mes, y que tiene su punto de apoyo en un servicio de nutricionistas que Dogfy Diet pone al servicio de los clientes.
Cualquiera de las cuatro variedades de menús, con la de pollo como la más demandada, se envían congeladas, mediante una suscripción quincenal o mensual, según el peso del perro. Una presentación que podría ser un problema logístico en muchos hogares, pero que parece que han solventado con la frecuencia en los envíos. “Si el perro pesa más de 15 kilos, mandamos la comida cada 14 días; si pesa menos, cada mes. De esta forma nos aseguramos de que el volumen total ocupa un cajón del congelador”, asegura Noy.
Unos envíos que tienen Madrid y Barcelona como sus principales destinos, “aunque también llegamos a sitios muy remotos”, señala.
Entre sus proyectos están ampliar los menús a conejo o cerdo, o elaborar comidas para otras mascotas. Pero de momento están inmersos en otra ronda de financiación con el objetivo de invertir en líneas automatizadas de producción y en fichar talento. Internacionalizar la empresa es otro de sus objetivos a corto plazo. Primero quieren llegar a Francia y después a Italia y Portugal. Aquí la comida también llegará congelada, para lo que han ideado una estrategia, que no quieren desvelar, de forma que esté en su destino en 24 horas y sin problemas. “La logística ha sido lo peor, pero hemos dado en la tecla”, concluye.
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