80 años del federalismo europeo
En el aniversario del ‘Manifiesto de Ventotene’ conviene recordar la necesidad de acuerdos para afrontar desafíos como el cambio climático, la defensa, la emigración o los paraísos fiscales
El Manifiesto de Ventotene cumple 80 años. El documento fundacional del federalismo europeo fue escrito en junio de 1941 por los jóvenes antifascistas Altiero Spinelli y sus íntimos amigos el periodista Ernesto Rossi y el filósofo Eugenio Colorni, detenidos en la isla cárcel de Ventotene por sus actividades contra Mussolini. El texto refleja una clarividente anticipación de la pérdida de peso de los Estados ante la aparición de poderosas corporaciones económicas monopolistas: menciona “la formación de gigantescos complejos industriales, grupos bancarios y sindicatos que presionaban al Gobierno para obtener la política que más apropiadamente respondía a sus intereses”.
El Manifiesto abogaba por “la definitiva abolición de las divisiones de Europa en Estados nacionales soberanos”. Propugnaba que “una Europa libre y unida es premisa necesaria para el potenciamiento de la civilización moderna”. Y concretaba que “la revolución europea deberá ser socialista, esto es, deberá proponerse la emancipación de las clases trabajadoras y la obtención para estas de condiciones de vida más humanas”.
El texto, escrito en papel de fumar, escondido en un doble fondo de una caja metálica, vio la luz gracias a la labor de otra militante, Ursula Hirschmann, esposa entonces de Colorni, que lo llevó clandestinamente a la península. Una familia prodigiosa para el progreso. Su hermano Albert O. Hirschmann, pionero de la economía del desarrollo, fue candidato al Nobel de economía y su hija Eva se casó con el economista Amartya Sen, que obtuvo este galardón.
Spinelli, que tras el asesinato fascista de Colorni se casó con Ursula, tuvo una vida marcada por 16 años de prisiones y cautiverios. Fue un hombre fundamental del proyecto europeo como comisario, eurodiputado e impulsor del Tratado para la Unión Europea, de 1984, que aunque no prosperó fue la semilla del Acta Única Europea y el desarrollo institucional posterior, como recordó el eurodiputado Ernest Urtasun.
El desarrollo capitalista no ha hecho más que agudizar el empequeñecimiento de los Estados ante gigantes tecnológicos como Apple, Microsoft o Alphabet (Google). El valor de mercado de Apple, de 1,7 billones de euros, supera economías como Italia (1,6 billones) o España (1,1 billones).
Ningún Estado europeo puede afrontar desafíos como el cambio climático, la defensa, la emigración o los paraísos fiscales. La interdependencia es absoluta. La necesidad de una Europa federal como mínimo es más urgente que nunca.
El estudio de prospectiva España 2050 no es un documento para sacar titulares precipitados, sino un material científico útil para orientarse en un mundo globalizado. Hay datos ilustrativos. La inversión extranjera en España ha pasado de representar el 2% del PIB en 1980 al 54% en 2019. Los Estados se difuminan y cualquier empresa puede desaparecer por los zarpazos de un fondo de inversión. En este contexto, iniciativas respetables pero anacrónicas como el independentismo de Cataluña, que condicionan a todo el país, evidencian cómo caminamos en dirección contraria para solucionar nuestros problemas. Federalismo es pactar, y esto vale tanto en España como en Europa y fuera de ella.
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