El FMI revisará al alza sus previsiones, pero alerta sobre la desigualdad de la recuperación
El Fondo avisa de que un rápido crecimiento tiene el riesgo de impulsar al alza la inflación y endurecer las condiciones financieras
Una recuperación potente amenazada seriamente por la desigualdad. Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), ha subrayado este martes el doble desafío al que se enfrenta la economía mundial en la recta de salida de la pandemia: las señales de mejoría son evidentes y firmes, pero el desigual acceso de muchos países a las vacunas retardará el cierre de una crisis que, sin el esfuerzo sincronizado de las principales economías ―que en conjunto han inyectado 16 billones de dólares de liquidez―, habría sido “tres veces peor”. En el discurso que prologa la reunión de primavera del Fondo, la semana próxima, Georgieva ha recalcado: “Nos hallamos en un punto de inflexión, lo que hagamos ahora conformará el mundo pospandemia”.
“En enero proyectamos un crecimiento global del 5,5% para 2021. Ahora esperamos que se acelere más, en parte por políticas públicas como el paquete fiscal de EE UU [un plan de rescate de 1,9 billones de dólares], en parte por la recuperación que habrá impulsado la vacunación en muchas economías avanzadas a finales de año”, ha dicho la responsable del FMI. “Esto permite una revisión al alza de nuestras previsiones para este año y para 2022, como anunciaremos la semana próxima”. El fortalecimiento del sistema bancario a lo largo de la última década, tras la crisis financiera de 2008, ha ayudado a mantenerse en pie a las economías avanzadas y acelerado su recuperación, según Georgieva.
Pero el panorama varía no solo por países, sino incluso entre regiones y zonas. “Lo que vemos es una recuperación a toda velocidad, cada vez más impulsada por dos motores: EE UU y China. Forman parte de un grupo de países cuyo PIB estará por encima de los niveles previos a la crisis para finales de año. Pero son la excepción, no la regla”, ha advertido.
En el otro lado de la balanza, la pérdida de ingresos para muchos millones de personas implicará indigencia, sinhogarismo y hambre. “La pérdida acumulada en el ingreso per cápita, en relación con las proyecciones anteriores a la crisis, será del 11% en las economías avanzadas para el próximo año. Para los países emergentes y en desarrollo, excluida China, la pérdida llegará al 20%, recortando una quinta parte de sus ingresos”, ha advertido.
La incertidumbre en torno al desigual proceso de vacunación o la proliferación de nuevas cepas del virus, como en América Latina o Europa, se suma al sombrío pronóstico que se cierne sobre “los mercados emergentes vulnerables, de bajos ingresos, y los Estados frágiles, muchos de ellos dependientes de sectores como el turismo, muy afectado por la pandemia. Estos países tienen una potencia de fuego fiscal mucho más limitada para combatir la crisis”. Todos ellos experimentan además un desigual acceso a las vacunas y un menor margen de maniobra fiscal.
Sobre la inflación, la amenaza más concreta a los buenos augurios, Georgieva confía en que se mantenga bajo control, “pero una recuperación más rápida de EE UU podría provocar un rápido aumento de las tasas de interés, y por consiguiente un fuerte endurecimiento de las condiciones financieras, así como importantes salidas de capital de países emergentes y economías en desarrollo”. Esto afectaría especialmente a los países de rentas medias con grandes necesidades de financiación y elevados niveles de endeudamiento. “Muchos de esos países necesitarán más apoyo” en la fase pospandemia.
Georgieva instó a reforzar la ayuda a los colectivos más afectados por la crisis del coronavirus: los jóvenes, las personas con menos formación, las mujeres o los trabajadores informales. “Permitir que las cicatrices persistan dará como resultado un menor potencial de crecimiento, lo que lo hará aún más difícil aumentar el empleo y reducir la desigualdad”.
Para que la recuperación económica pueda poner el piloto automático, serán necesarias intervenciones decididas contra el nuevo factor de desigualdad global: el acceso a la vacunación. “El mundo necesita un mecanismo justo de redistribución del suero desde los países con excedentes a los deficitarios, así como financiar plenamente a [la red global] Covax para que acelere la inmunización en los países pobres”.
“Acelerar el final de la crisis podría añadir casi nueve billones de dólares al PIB global en 2025”, ha concluido Georgieva, que empezó su discurso con una cita del presidente Franklin D. Roosevelt, el modelo político de referencia ―también del plan de choque del presidente Joe Biden― en periodos de recesión: “El momento de la historia en que nos encontramos está lleno de promesas y de peligros”.
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