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Los peces agonizan mientras los países se enredan en discusiones eternas

Una OMC debilitada intentará llegar este año a un acuerdo para eliminar los subsidios que fomentan la sobrepesca y las capturas ilegales

María Fernández
Los pescadores descargan las capturas en el puerto de Bueu, en Pontevedra.
Los pescadores descargan las capturas en el puerto de Bueu, en Pontevedra.MIGUEL RIOPA/AFP/Getty Images

Se podría decir que ha sido uno más de los numerosos fracasos planetarios de 2020. Dos décadas llevan los miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) negociando la eliminación de las subvenciones que fomentan la sobrepesca y la pesca ilegal sin que hasta ahora hayan conseguido cerrar un acuerdo. El plazo se cumplió el 31 de diciembre y los 164 países sentados a la mesa se han dado una prórroga en este 2021 que, para desesperación del embajador colombiano Santiago Wills, presidente del grupo negociador, no será gratis. “Las nuevas normas para las subvenciones a la pesca son una suerte de deuda con la comunidad mundial que se suponía debíamos pagar antes de final de año. El hecho de que no la estemos pagando a tiempo no significa que haya desaparecido. Al contrario, la deuda aumenta cada día que pasa y la urgencia es cada vez mayor. Mientras hablamos, las poblaciones de peces siguen disminuyendo”, lamentó tras el carpetazo al pacto.

Según el informe de 2020 de la FAO sobre el estado mundial de la pesca, la fracción de poblaciones de peces que se encuentran dentro de niveles biológicamente sostenibles ha descendido del 90% en 1974 al 65,8% en 2017. En contraste, se ha incrementado el porcentaje de las poblaciones explotadas a niveles biológicamente insostenibles, que ahora está en un preocupante 34,2% del total. Ese mismo trabajo señala que de las 10 especies más capturadas en el planeta (anchoveta, colín de Alaska, arenque del Atlántico, bacalao del Atlántico, estornino del Pacífico, jurel chileno, sardina japonesa, listado, sardina sudamericana y capelán), un tercio están sobreexplotadas. Paralelamente, los países pesqueros dedican 19.000 millones de dólares anuales a la ampliación y modernización de flotas sin tener en cuenta los niveles de rendimiento máximo sostenible de las pesquerías (la cantidad máxima que se puede pescar sin debilitar las poblaciones de peces).

Desde Ginebra y por videoconferencia, Wills lamenta que se haya dado “la tormenta perfecta”, para el fracaso: la pandemia ha limitado los contactos, la OMC vive momentos delicados (sigue sin director tras la dimisión en verano de Roberto Azevedo, y gracias al bloqueo de Trump a la candidata de consenso, Ngozi Okonjo-Iweala), y hay muchas presiones de los países para mantener los subsidios a la pesca que terminan en las manos equivocadas. “Hay que seguir empujando mucho porque en algunos temas las posiciones siguen alejadas”, cree.

Las discusiones han sido muy difíciles. El análisis de Daniel Voces, director general de Europêche, la asociación europea que agrupa a las empresas pesqueras, empieza por el contenido: “¿Qué es pesca ilegal? No hay una definición como tal, pero tenemos unos criterios por parte de la FAO y en la UE tenemos la ley más dura y efectiva sobre el asunto, con unos límites de capacidad que se miden en el espacio del barco y la potencia del motor. Sin embargo, vemos que hay otros países que no tienen estándares, ni límites de capacidad, ni siquiera un registro de flota adecuado”. Como ejemplo señala un estudio reciente que dice que la flota de larga distancia de China, la más potente del mundo, es entre cinco y ocho veces más grande de lo que se documentaba.

“¿Qué tipo de acciones contribuyen a la sobrecapacidad?”, continúa Voces: “Hablamos de construcción, de renovación, de modernización de la flota... son varias las líneas que se pueden tomar en cuenta. En la UE se acaba de aprobar el nuevo Fondo Europeo de Pesca y en todo momento se garantiza que no haya un incremento de capacidad. E incluso aunque haya un incremento de espacio en el barco tiene que haber sido previamente compensado con la supresión de la misma unidad de espacio por otro lado. Esto no pasa ni en China, ni en Rusia, que está dando subvenciones del 30% a las nuevas construcciones de barcos de más de 100 metros de eslora, con capacidad muy grande”, denuncia.

China, que se autodefine como un país en vías de desarrollo en esta materia, pelea en la OMC para que se reconozcan excepciones a su flota, al igual que ocurre con India. Algo que obliga a hacer malabares. “El trato diferencial tiene que generar un balance muy importante entre países menos adelantados y el resto, pero sin vulnerar el principio del acuerdo, que es eliminar subvenciones insostenibles”, enmarca Wills. Javier Garat, secretario de la patronal española Cepesca, lo analiza en el mismo sentido: “Hay un 30% de stocks sobreexplotados y sin ninguna duda hay que poner medidas. Eso suele ocurrir en pesquerías de países en desarrollo y claramente hay que intentar ayudar a esos países para que tomen las medidas adecuadas”. Pero hacerlo no puede poner en riesgo el objetivo último de la OMC: evitar que los países esquilmen los océanos causando daños irreparables, como ocurre ahora.

Ignacio Fresco, consultor de política marina y experto en sostenibilidad, cree que los países que más subsidios otorgan son los que tienen que hacer más esfuerzos, como India, China, Corea y también la Unión Europea. Y contradice a la patronal al señalar que el nuevo Fondo Marítimo europeo “indirectamente vuelve a introducir subsidios a la construcción. La posición inicial de la UE en esta negociación defendida por Cecilia Malmström fue muy ambiciosa, pero la reintroducción de subsidios debilitó su posición porque perdió credibilidad. La UE ha solicitado que se puedan seguir dando subsidios si hay planes de gestión de pesquerías. Pero el objetivo del acuerdo no es fomentar la gestión de pesquerías, sino eliminar una herramienta que fomenta la sobrepesca”, critica.

Ayudas al combustible

Uno de los grandes puntos de fricción ha sido introducir en el debate las subvenciones al combustible. Tradicionalmente, igual que ocurre con la agricultura, los Gobiernos eximen de pagar a las empresas pesqueras los impuestos al carburante rebajando sus costes de explotación. ONG como la norteamericana The Pew Charitable Trusts, que precisamente tienen sus raíces en fortunas petroleras, han presionado para que se eliminen. “Eso encarecería nuestros costes. Sin embargo, las exenciones fiscales no tienen ningún efecto en la mayor o menor capacidad de la flota porque no ha habido nunca impuestos, no se puede valorar ese impacto”, sostiene Garat, que también defiende que en Europa se eliminaron las ayudas a la construcción de buques hace 14 años. “En la UE en los últimos diez años los datos nos dicen que tenemos un 50% más de poblaciones pesqueras. Si nos fijamos en el esfuerzo pesquero, vemos que ha habido una reducción en 20 años de un 50%. Hay muchas buenas noticias a pesar de los mensajes que están lanzando estos grupos”.

Mientras el debate continúa, el tiempo se agota y el presidente de las negociaciones sigue empujando. “Tenemos que dejar de pensar que si esto es una estrategia de exportación, importación, de distorsiones comerciales… nuestro mandato no está en prohibir cualquier tipo de subsidio, sino hacerlo de manera sostenible. Que esas ayudas no lleven a la sobrepesca o terminen en las manos equivocadas. Honestamente, estamos en un punto en el que tenemos una oportunidad real de un acuerdo. Nos falta un último paso de voluntad política, porque estamos cerca”.

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Sobre la firma

María Fernández
Redactora del diario EL PAÍS desde 2008. Ha trabajado en la delegación de Galicia, en Nacional y actualmente en la sección de Economía, dentro del suplemento NEGOCIOS. Ha sido durante cinco años profesora de narrativas digitales del Máster que imparte el periódico en colaboración con la UAM y tiene formación de posgrado en economía.

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