Avales y crédito
2020 seguramente finalizará con un incremento en el saldo vivo de crédito bancario, concentrado en el segmento a empresas. Los programas de avales implementados por el Gobierno tienen una influencia fundamental en dicho crecimiento del crédito corporativo.
Por primera vez en más de una década, el presente año finalizará, con toda probabilidad, con un incremento en el saldo vivo de crédito bancario, concentrado en el segmento a empresas, toda vez que el dirigido a hogares (tanto para vivienda como para consumo) volverá a caer.
En ese crecimiento del crédito a empresas juega un papel absolutamente determinante el programa de avales puesto en marcha por el Gobierno, primero en marzo con un programa global de 100.000 millones, y posteriormente un nuevo programa por 40.000.
El primer programa se lanzó, en los peores momentos del confinamiento y caída de la actividad, con un claro sesgo de urgencia en su materialización, como forma de frenar la “sangría” de liquidez en un elevado número de empresas que veían evaporarse al completo sus ingresos, al tiempo que debían hacer frente a numerosos costes fijos.
Es así como los primeros tramos de avales –entre marzo y mayo- registraron una elevada demanda, y agilidad por parte de las entidades financieras en su concesión, mientras que en los últimos meses se pone de manifiesto una ralentización en el ritmo de concesión.
La incompleta utilización del primer programa de avales hasta la fecha puede estar influida por dos efectos. En primer lugar, tras la fuerte apelación al crédito bancario por parte de las empresas en los meses de marzo, abril y mayo, en junio se mostró una ralentización en la concesión de avales, derivado de un efecto cautela por parte de las entidades financieras con el objetivo de tener capacidad para analizar y concretar qué tipología de pymes tienen que hacer uso de estos programas, y seguir cubriendo en el futuro una cartera de créditos que va a sufrir un deterioro significativo en los próximos meses.
El segundo factor tendría más que ver con una más nítida segmentación del censo empresarial, entre aquellas empresas que registran importantes recuperaciones en sus niveles de actividad tras el confinamiento, y aquellas que se ven mucho más abocadas al cierre definitivo. En el primer caso se reduciría la demanda de crédito por dicho tipo de empresas, y en el segundo se reduciría drásticamente la predisposición de las entidades financieras a prestar a dicho tipo de empresas con el actual esquema de avales.
A pesar de esta fuerte caída de la nueva concesión en empresas, el saldo de crédito recoge el efecto de la concesión de los avales. Como se puede observar en los siguientes gráficos, tras experimentar descensos de saldo en los últimos 10 años, debido principalmente al desapalancamiento del sector empresarial así como a la salida de activos improductivos, a julio de 2020 se incrementa a tasas de más del 7% el saldo de crédito al sector empresarial, con un crecimiento de más de 33.000 millones de euros. Este volumen supone un 33% del total de crédito avalado, lo que da muestras de que una parte importante de los avales se está destinando a refinanciar operaciones previamente existentes, incoporando aval a las mismas, y aumentando los plazos de vencimiento, que de forma mayoritaria se han situado en el entorno de los 4 o 5 años.
Está fuera de toda duda, por tanto, la extraordinaria importancia que los programas de avales han tenido (y van a continuar teniendo) en la evolución del crédito bancario a empresas, de tal manera que el perfil temporal de concesión de crédito viene marcado casi en exclusiva con el de activación de los programas de avales. Es así como el crédito total, tras experimentar un fuerte crecimiento en los meses de marzo a junio, se ha estancado ya durante los meses de verano, tras la utilización del grueso de avales del primer programa, y previo a la activación del nuevo programa. Este, mucho más focalizado sectorialmente y empresarialmente que el primero (que incorporaba un cierto componente de urgencia y “café para todos”), sin duda tendrá mucho menor impacto cuantitativo en la evolución del saldo vivo de crédito en los meses restantes del presente año.
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