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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Agua y fondos europeos

España es el país con mayor estrés hídrico de Europa y el más afectado por el cambio climático. Invertir en tecnologías y empresa hidráulicas a través de los fondos comunitarios permitirá recuperar el empleo perdido en la crisis

Tormenta en Menorca provocada por una depresión aislada en niveles bajos (DANA), en septiembre.
Tormenta en Menorca provocada por una depresión aislada en niveles bajos (DANA), en septiembre.David Arquimbau Sintes (EFE)
José Carlos Díez

Esta semana se ha celebrado el XIII Foro de Economía del Agua, un proyecto que iniciamos en la Universidad de Alcalá en 2015. Nació el mismo año que los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que tienen un objetivo explícito sobre agua. El cambio climático aumenta la temperatura del planeta y acelera la evaporación del agua dulce que es un bien más escaso. Es uno de los grandes retos de este siglo y es un problema complejo y multidisciplinar, pero la economía se creó para gestionar la escasez.

La crisis del euro forzó hace una década intensos ajustes fiscales y la inversión pública fue la que más sufrió. Especialmente la que el ciudadano no ve, como pasa con el agua en el ciclo urbano, que para la política no existe. En la crisis de 2020, sin turismo, el consumo de agua en España ha caído más que el PIB. La reacción europea ha sido la opuesta a 2010 y Bruselas ha doblado su presupuesto para los próximos seis años para garantizar que los países no vuelvan a concentrar sus ajustes fiscales en la inversión pública.

La Comisión Europea ha priorizado la inversión en digitalización, sostenibilidad y economía circular, donde se jugará el liderazgo tecnológico y los mejores empleos en la próxima década. España debería priorizar la inversión en agua. Primero para revertir el retraso de la última década, con mínimas inversiones. Segundo, para garantizar la seguridad hídrica. Somos el país con más estrés hídrico y más afectado por el cambio climático de Europa.

Pero, sobre todo, como una estrategia de política tecnológica e industrial. Las empresas españolas del sector del agua son líderes mundiales. El pasado año, una DANA arrasó la vega baja de Alicante. Aguas de Alicante había creado su centro de datos Dinapsis en Benidorm y pudo gestionar todo desde allí. Sin ese centro, la comarca habría estado aislada y sin agua muchas semanas. La digitalización permitió recuperar el suministro de agua en pocos días.

Una de las causas de la desertificación de buena parte del litoral español es la sobreexplotación de acuíferos. La digitalización y la instalación de sensores en esos acuíferos permite una gestión eficiente de los mismos con sistemas de big data e inteligencia artificial. El análisis de aguas residuales ha sido el método más eficaz para anticipar rebrotes durante la pandemia y permitía focalizar el brote por distritos, incluso por calles.

Los nanosatélites de PLD Space, una empresa de Elche que hará competencia a Space X de Elon Musk, permitirán sistemas de riego inteligentes en la agricultura con previsiones de clima y lluvias en tiempo real, como sucede ahora en la Fórmula 1. Toda esa tecnología se puede aplicar en cualquier país del mundo y nuestras empresas pueden generar miles de empleos.

Los fondos europeos son una oportunidad para recuperar el empleo destruido por la crisis, pero sobre todo deben priorizar los sectores más competitivos que pueden desarrollar tecnología Made in Spain y exportarla por el mundo. El agua es vida. Cuidémosla.

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