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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España es lenta, pero segura

El país acostumbra a ser de los últimos de Europa en dar salida a los fondos comunitarios, pero termina cumpliendo por encima del resto

El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en La Moncloa.
El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en La Moncloa.Borja Puig de la Bellacasa
Xavier Vidal-Folch

¿Será capaz España de aprovechar los fondos del plan de recuperación europea que le han sido preasignados, los famosos 140.000 millones de euros? Depende de dos criterios. Uno es el grado de cumplimiento de los requisitos para que Bruselas apruebe sus proyectos, su calidad y adecuación global a la norma: ya hemos visto que, si el pasado reciente es heraldo del futuro próximo, está en buena posición, la sexta entre los 28, contando con Reino Unido (España cumple, 1/10/20).

El otro criterio es la capacidad de absorción/ejecución, que tiene además que ver con la calidad de los proyectos y su encaje detallista en las reglamentaciones más administrativas.

También aquí hay que recurrir a verificar si en el inmediato pasado, España ha logrado ejecutar todo el dinero de los fondos estructurales puestos a su disposición por el presupuesto europeo. Pero este año la situación es diferente. Esta vez la prueba de estrés a la Administración y las empresas será más dura, pues el reto es triple (Will European Union countries be able to absorb and spend well the bloc’s recovery fund?, Zsolt Darvas, Bruegel, 24/9/2020).

En efecto, simultáneamente hay que aplicar en los próximos años el remanente del período en curso 2014-2020 (hay una prórroga de un trienio para usarlo, por el denominado principio N+3); los 140.000 millones del plan de recuperación, o NextGeneration EU, para los que habrá menos plazo: el grueso deberá estar gastándose para 2023; amén de los subsidios del presupuesto convencional (agrícolas, desarrollo regional, fondo social…), que en el septenio actual debían alcanzar los 39.884 millones, a los que España añadiría otros 16.325, hasta un total de 56.241 millones.

¿Qué ha pasado? A 23 de septiembre, solo había ejecutado un 39% de los fondos preasignados, el farolillo rojo con Italia y Croacia, si bien no lejos de la media. Esta es una señal de alarma, como acertadamente ha advertido el Tribunal de Cuentas en su dictamen 6/20, de 4 de agosto, sobre la propuesta de reglamento del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, la parte del león del plan de recuperación económica.

Pero la alerta ha activado también los resortes de los catastrofistas, con desdeñosas chácharas sobre la inveterada incapacidad española y el presunto gráfico comparativo “de la vergüenza” para nuestro país. Pero nunca conviene anunciar el entierro antes de que el paciente fallezca. Porque una cosa es el retraso, que lo hay, y otra que no se pueda recuperar.

En realidad siempre ha sucedido que los últimos ejercicios de cada septenio han sido aquellos en que se ha ejecutado el grueso del presupuesto. Algo parecido sucedió con el período anterior, 2007-2013, otra referencia de que la historia reciente puede prefigurar el futuro inminente. En verano de 2013 solo se había ejecutado el 60% del dinero asignado por Europa, 41.864 millones (EL PAÍS, 3/10/2013): podían “perderse” 5.000 millones. Y al final, gracias la prórroga de la norma N+3, al cerrar 2017 se había ejecutado prácticamente todo ese montante: por delante de los colistas Italia y Rumania, pero también de la República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y… Alemania.

España ejecutó los fondos previstos al 99%, sostiene el Ministerio de Hacienda. Algo similar a lo que sostuvo el Tribunal de Cuentas: que figuraba entre “los Estados miembros cuya absorción gira alrededor de la media” de todos los socios. Esta se situó al inicio de 2018 en el 97,2% de los fondos previstos (Informe especial 17, de 2018).

O sea, este país ha sido hasta hoy lento, pero seguro.

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