_
_
_
_

Cuando cobrar el ERTE se convierte en un calvario

El personal del SEPE exige más medios mientras crecen las incidencias. Trabajo responde que todas las prestaciones han sido reconocidas y que el número de errores es escaso

Josep Catà Figuls
Una persona con mascarilla hace cola en una Oficina de Trabajo, en Barcelona, el 7 de agosto.
Una persona con mascarilla hace cola en una Oficina de Trabajo, en Barcelona, el 7 de agosto.©Consuelo Bautista

Después de cuatro meses llamando cada día sin éxito, Ramón Alomà consiguió al fin una cita previa en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE). “Van a ser 10 minutos. Si se alarga llamaremos a seguridad”, le avisó la trabajadora antes de empezar. Alomà acudía a las oficinas del organismo público por un motivo de peso: no había cobrado ni un euro de la prestación por desempleo a raíz del expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) que se le aplicó en la empresa donde trabajaba como vigilante de museos.

La incidencia con este expediente ha sido tan solo una de las miles con las que han tenido que lidiar los trabajadores del SEPE desde el inicio del estado de alarma por la pandemia del coronavirus. El Ministerio de Trabajo afirma que todas las prestaciones ya han sido reconocidas, y que el número de incidencias es minoritario, aunque no especifica cuántas son. Los trabajadores aseguran que cada semana reciben nuevos correos con errores, y avisan de que la plantilla está bajo mínimos.

Desde que empezó el estado de alarma y la caída de la actividad obligó a cerrar empresas temporalmente en casi todos los sectores, en España han llegado a verse afectados por un ERTE 3,4 millones de trabajadores. Según los últimos datos del Ministerio de Seguridad Social, ahora quedan poco menos de un millón de trabajadores con el contrato suspendido o la jornada reducida.

Estas medidas extraordinarias han permitido mantener las rentas, proteger a los trabajadores del despido y dar aire a las empresas, pero la avalancha ha colapsado al sistema público. “Veníamos de una etapa de recortes del PP, que denunciamos antes de entrar en el Gobierno. En 2000, el SEPE tenía 10.136 empleados, y en 2018, 7.639”, explica un portavoz del Ministerio de Trabajo. El Gobierno reconoce que la carga de trabajo de los empleados de este servicio se ha multiplicado por seis, para lo que se aprobó la incorporación de 1.000 interinos. El Gobierno también ha anunciado que destinará parte de los fondos europeos de recuperación a la digitalización del SEPE.

Pese al refuerzo, las incidencias se acumulan. El ministerio niega las críticas. “Todos los expedientes de prestaciones que entraron correctamente en el SEPE han sido tramitados y se están cobrando”, asegura un portavoz oficial. Pero el problema está en los errores enviados por las empresas a la hora de presentar el ERTE. Desde números de DNI equivocados hasta omisión del nombre del afectado, pasando por un gran abanico de errores que deben ser cotejados.

El equipo que dirige la ministra Yolanda Díaz asegura que se trata de “un cupo muy reducido de expedientes enviados con errores desde las empresas o gestorías”, y destaca que desde la apertura física de las oficinas se ha agilizado mucho la resolución. El número concreto de incidencias no se conoce, aunque la ministra hizo referencia en junio a que era un 2%, lo que significa que al menos 68.000 trabajadores tenían incidencias en su expediente. “En abril, los retrasos eran comprensibles. Pero ahora ya no. Todavía tenemos muchas personas que no han cobrado”, afirma Núria Gilgado, secretaria de política sindical de UGT en Cataluña.

Los trabajadores afirman además que la situación no se ha agilizado en todas partes por igual. La avalancha obligó a cancelar el servicio de atención telefónica y en plena Semana Santa hubo funcionarios que trabajaron de lunes a domingo y podían empezar a partir de las seis de la mañana. La apertura de las sedes del SEPE empezó paulatinamente desde el 15 de junio pese a una gran reticencia a abrir. Primero, porque todavía quedaban muchos trámites por hacer, y después, porque los trabajadores temían incidentes con los ciudadanos. En Barcelona y Madrid no se abrió hasta el 6 de julio. “El volumen de incidencias está ligado a la dimensión de ERTE en cada provincia. Madrid y Barcelona son agujeros peligrosos”, explica Josetxo Gándara, responsable de CC OO sobre acción sindical en la administración.

Los Gobiernos de ambas comunidades han criticado la gestión de los ERTE. La Generalitat advirtió recientemente de que el traslado de estas incidencias a los juzgados “alargará durante años el conflicto” con algunos trabajadores afectados por errores, y recordó que ha ofrecido su servicio de ocupación para dar apoyo al SEPE, sin recibir respuesta.

Cuantos más ERTE, más incidencias. “Tenemos las citas previas y las presolicitudes de gente que pide que la llamemos, y el correo lleno de hojas de cálculo con errores y correcciones”, explica Gándara. El resultado es que en las provincias más afectadas ya se ha colapsado el sistema de cita previa y de atención telefónica.

”Follones en las oficinas”

”Cuando abrió la oficina, intenté pedir cita previa por la web pero no funcionaba. Llamé y no lo cogían. Fui, y me dijeron que lo intentase a las ocho de la mañana”, explica Joan Pujolar, uno de los afectados. “La gente está nerviosa. A veces hay follones en las oficinas, aunque hay que destacar también la paciencia”, señala Juan Antonio Caro, portavoz del Movimiento SEPE.

Los trabajadores recuerdan con amargura que la misma situación ocurrió tras la crisis económica de 2008. “El SEPE es anticíclico: cuando las cosas empiezan a ir mal, aumenta mucho nuestro trabajo, y solo nos mejoran las condiciones cuando el primer golpe fuerte ya ha pasado”, advierte Pilar Seoane, de CC OO. El servicio de empleo tiene además peores condiciones que otros departamentos públicos, por lo que, sobre todo en Madrid y Barcelona, los trabajadores tardan poco en pedir un cambio. La alta rotación (cada año se trasladan entre 200 y 300 empleados), la falta de personal y los desfasados medios técnicos son para el sindicato la razón de las dificultades vividas. “Ha sido un fracaso del ministerio, que no ha sido capaz de tomar decisiones con rapidez”, concluye rotunda Seoane.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_