La UE acaricia un salto histórico en su presupuesto para frenar la crisis
Michel propone 390.000 millones de euros en ayudas directas para los países más afectados por el virus
Cerca, muy cerca del acuerdo sobre un fondo de recuperación contra la crisis económica provocada por la pandemia, pero todavía extremadamente prudentes después de los altibajos de los tres primeros días de cumbre. Los líderes europeos han llegado a la cuarta jornada del Consejo Europeo dispuestos a pactar el mayor paquete financiero en la historia del club pero conscientes de que la espinosa negociación todavía tiene riesgos por delante. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha presentado a media tarde del lunes una nueva propuesta de compromiso, que mantiene en 750.000 millones de euros la dotación del fondo de recuperación pero rebaja a 390.000 millones la partida destinada a subsidios directos. El resto, 360.000 millones, se destinaría a préstamos.
El proyecto inicial de la Comisión Europea reservaba medio billón de euros para los subsidios y 250.000 millones para los préstamos. Pero la resistencia del autodenominado grupo de países frugales -Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca- ha obligado a rebajar la ambición del plan en aras de lograr un consenso que todavía no está garantizado aunque se perfila mucho más cerca que en las jornadas anteriores de la cumbre.
Para los países partidarios del fondo, con Alemania, Francia, Italia y España entre ellos, la propuesta de Michel puede ser el mínimo aceptable. Los frugales también han indicado que 390.000 millones en subsidios puede ser una cifra asumible. Los detalles del plan, sin embargo, todavía pueden provocar duras negociaciones, porque el ajuste introducido obliga a sacrificar ciertas partidas.
La propuesta de Michel incluye, además de ese fondo de recuperación, un marco financiero para 2021-2027 que se cifra en 1,074 billones de euros, algo inferior al proyecto de la Comisión (1,1 billones). El presupuesto va acompañado de la oferta de unos jugosos cheques de descuento millones para los principales contribuyentes de la Unión (Alemania, Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca), que sumarían 52.000 millones durante los siete años del presupuesto. Algo más de la mitad de esos cheques son para los cuatro frugales, con Países Bajos como el principal beneficiario con 13.000 millones.
Michel también ha retocado el freno de emergencia en el desembolso del fondo, exigido por el primer ministro holandés, Mark Rutte, como garantía de que los países acometerán las reformas para las que reciban financiación. La nueva fórmula mantiene la posibilidad de que un solo país frene la liberación de fondos y exija que se pronuncie el Consejo Europeo, donde se sientan los 27 presidentes de Gobierno de la Unión. Una suerte de “botón nuclear” que podría bloquear indefinidamente la llegada de las ayudas. Para evitarlo, el nuevo documento de Michel establece que el Consejo deberá pronunciarse en un plazo máximo de tres meses.
Los 27 líderes europeos negocian en la noche del lunes, durante una cena de trabajo, los nuevos cambios introducidos en el fondo de recuperación. Algunos de los recortes pueden provocar polémica, como el del Fondo de Transición Justa, que pasa de 30.000 millones a 10.000 millones. Esa partida beneficaba sobre todo a Alemania y a los países de Europa central y del Este (Polonia, Rumanía, Bulgaria, República checa) que reclaman ayudas para financiar una reestructuración industrial que les permita reducir el nivel de emisiones de Co2.
Otros capítulos sajados son el de investigación (programa Horizon) y el de inversión (InvestEU), pero esos dependen de la Comisión Europea por lo que las capitales son más proclives a sacrificarlos que los que se traducen en ayudas directas a cada Estado.
Tras la incesante sesión de bilaterales en la noche del domingo al lunes, todos los socios aceptan los parámetros de Michel como el punto de partida para la recta final de negociación. Los choques de los tres últimos días entre los partidarios de crear el fondo de recuperación, con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller a la alemana, Angela Merkel, a la cabeza, y los que se oponían, liderados por el primer ministro holandés, Mark Rutte, parecen destinados a saldarse con un compromiso que recorta en parte la ambición del plan pero mantiene, de momento, la envergadura planteada por Bruselas para lograr una recuperación de la economía europea.
“Tengo la impresión de que los líderes quieren un acuerdo”, ha señalado la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a su llegada al edificio Europa en Bruselas, donde se celebra la primera cumbre presencial desde febrero. Von der Leyen, que en mayo propuso un plan de 750.000 millones, con medio billón en subvenciones y el resto en créditos, se ha mostrado optimista sobre la dirección que han tomado las negociaciones tras la pasada noche. “Todavía no hemos llegado, pero vamos en la buena dirección”, ha señalado la presidenta del organismo comunitario.
La canciller alemana, Angela Merkel, también se ha mostrado más optimista que el domingo, cuando advirtió de que las negociaciones podían descarrilar. “Después de largas negociaciones, anoche pudimos crear un marco para un posible acuerdo. Esto es un progreso y nos da la esperanza de que tal vez podamos llegar a un acuerdo hoy”, ha dicho a su llegada al Consejo. “Situaciones excepcionales exigen esfuerzos excepcionales. Hasta ahora, hemos estado a la altura de esta expectativa y espero que podamos gestionar la distancia final, que tampoco será fácil”, ha añadido Merkel.
La jornada del domingo vivió grandes momentos de tensión y se llegó a rozar la ruptura de la negociación en los momentos más críticos. “Durante la cena de los líderes, nos llamaron para decir que recogiéramos porque se terminaba la cumbre sin acuerdo”, señalan desde una de las delegaciones. Michel, que se juega una parte de la credibilidad de su mandato en este envite, apeló a la responsabilidad de los 27 Gobiernos y enfatizó que Europa se encuentra “ante una crisis sin precedentes”, con un drama sanitario que ya se ha cobrado “más de 600.000 vidas en todo el planeta”.
“Ha habido momentos muy tensos”, ha reconocido este lunes el presidente francés a su regreso a la sede del Consejo, apenas seis horas después de haberlo abandonado. Macron, quien este lunes ve un “espíritu de pacto”, lideró el choque contra los llamados frugales (Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) que durante toda la cumbre han planteado una secuencia de reivindicaciones, cuestionando primero la gobernanza del fondo, después su cuantía y distribución y, finalmente, su posible vínculo con el respeto al Estado de derecho.
La actitud de Rutte y del primer ministro austriaco, Sebastian Kurz, exasperó a otros líderes, en particular a Macron, Merkel y el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. “Quizá seas un héroe en tu país durante unos días, pero dentro de unas semanas serás el responsable para todos los ciudadanos europeos del bloqueo de una respuesta europea adecuada y efectiva”, le espetó Conte a Rutte en uno de los momentos álgidos de la cumbre, según relatan fuentes italianas. Las fuentes españolas no relatan ningún momento similar de Sánchez.
Aviso del Parlamento Europeo
Los contactos bilaterales de Michel y las diatribas entre las diferentes delegaciones lograron, contra todo pronóstico, encauzar la negociación. Los frugales ya habían dado a media tarde un importante paso hacia el acuerdo, al admitir, por primera vez, la posibilidad de conceder subsidios por valor de 350.000 millones de euros. Esa concesión abría una vía que Michel y otras delegaciones explotaron durante la noche, para llevar los frugales hacia el umbral fijado por Macron como mínimo aceptable: 400.000 millones de euros.
El reencuentro de esta tarde espera seguir esa senda y rematar el acuerdo definitivo. Los frugales aceptan que “el terreno de aterrizaje puede estar en torno a la cifra de 390.000 millones sugerida por Michel”, según fuentes holandesas. Pero el pacto final dependerá de la letra pequeña de otras partes del acuerdo, en concreto, sobre la gestión del fondo, en la que Rutte reclama un freno de emergencia cercano al derecho de veto, y en las exigencias sobre el respeto al Estado de derecho, que podrían provocar tensiones con la delegación de Hungría.
El acuerdo que sellen los líderes deberá pasar posteriormente por el Parlamento Europeo. Su presidente, David Sassoli, ha advertido de que si las condiciones que fijó la Cámara “no son suficientemente atendidas, el Parlamento Europeo no dará su consentimiento”. Sassoli se refería a retos como el Pacto Verde, la agenda digital o el cuplimiento del Estado de derecho. “La covid-19 aún está aquí y estamos viendo nuevos brotes en Europa. Más que nunca es necesario actuar con rapidez y valentía”, ha añadido.
La cumbre, en todo caso, se aproxima ya al récord de duración, marcado por la cumbre de Niza en 2000. De allí nació el Tratado de Niza tras cuatro días y cuatro noches de tensa negociación, entre el 7 y el 11 de diciembre. La de este mes de julio ya lleva tres días y tres noches. Si logra un acuerdo satisfactorio para todos, poco importará la duración. Si fracasa o se cierra con un pacto de mínimos, pasaría a ser no solo una de las cumbres más largas. También una de las más calamitosas en la historia de la Unión.
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