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La segunda vida de Deoleo

Tras la ampliación de capital y reestructuración financiera, el grupo aceitero logra un beneficio de 4,5 millones de euros, algo que no se veía desde hace seis años

Línea de embotellado de Carbonell (Deoleo).
Línea de embotellado de Carbonell (Deoleo).

Durante las última dos décadas, la multinacional española Deoleo, líder en el mercado mundial de aceites marquistas, ha sido un polvorín de incertidumbres e interrogantes, con dudas fundadas sobre su viabilidad por las pérdidas registradas y la posición del accionariado. Hoy, con la reciente ampliación de capital de 50 millones de euros y la reestructuración financiera, todo apunta a que se ha clarificado la situación de la empresa para afrontar el futuro sin los sobresaltos del pasado.

En 2014, con la entrada en su capital del fondo de inversión CVC con un 29,9% para luego ampliarlo hasta el 56,4% actual, la firma cotizada en Bolsa clarificó la situación accionarial con la salida de diferentes entidades financieras. Sin embargo, sobre la empresa ha seguido pesando como una losa imposible de levantar el grave endeudamiento en un sector como el aceite, donde los márgenes son muy reducidos. Todo ello agravado por un ir y venir de directivos al frente de la compañía ajenos al mundo del aceite, con estrategias volátiles, salvo pocas excepciones, como la de Jaime Carbó o el desembarco en los últimos ejercicios de ejecutivos italianos.

En los primeros años 2000, Jesús Salazar, propietario del grupo, con el arroz Sos y el aceite en sus manos, constataba que para entrar en el mercado norteamericano, no era suficiente con disponer de una red para la venta de arroz y de marcas como Carbonell o Koipe. Era fundamental hacerlo a través de marcas italianas. En ese convencimiento, con el apoyo de sus socios financieros, tiró de talonario y se hizo por 900 millones de euros con primeras marcas transalpinas como Bertolli, Carapelli, Minerva, Sasso o Friol, llevando al grupo a un endeudamiento de 1.500 millones de euros, que se rebajó hasta unos 600 con la venta de activos y de las divisiones del arroz y de las galletas Cuétara. Con todo ello, los 600 millones de deuda eran muchos para el negocio del aceite, lo que llevó a la compañía a soportar pérdidas entre 2014 y el último año, de más de 700 millones de euros. Además de haber estado en dos ocasiones al filo de la disolución, superada gracias a reducciones y ampliaciones de capital.

Esta situación de más interrogantes que certezas sobre el futuro de Deoleo ha dado un giro total con la reciente ampliación de capital del fondo CVC, que mantiene su apuesta por el grupo español aportando 35 millones de euros, y con el cierre del proceso de reestructuración que arroja una nueva estructura financiera y societaria. Los acreedores han pasado a controlar el 49% del grupo, frente al 51% que queda en manos de la nueva empresa, pero la deuda pasa de 575 a 242 millones de euros. Ello supone rebajar en un 60% el importe de unos intereses que ascendían a 27 millones de euros, cuando el ebitda del grupo en 2019 solo alcanzó los 26 millones.

Para el presidente de Deoleo, Ignacio Silva, el acuerdo y las nuevas condiciones significan “mirar al futuro con una mayor tranquilidad y optimismo. La nueva Deoleo va a continuar liderando el sector del aceite de oliva mundial desde una posición privilegiada que nos permitirá trabajar para valorizar la categoría del aceite junto a todos los integrantes de la cadena, desde el campo hasta los lineales del supermercado”, apunta.

Este proceso de refundación del grupo aceitero ha contado, además, con vientos favorables de cola empujando los mercados. Los precios del aceite de oliva se mantienen en los niveles más bajos de los últimos años. Ello se ha traducido en una mayor capacidad de las marcas de fabricantes para competir con las de la distribución. A ello se ha sumado un aumento de la demanda en el primer semestre del año.

Entre enero y marzo, las ventas del grupo crecieron un 28% en volumen y un 14,5% en valor, hasta sumar 151 millones de euros, una situación que con diferentes porcentajes se ha repetido en todos los mercados importantes, desde Italia al resto de los países comunitarios, Estados Unidos y Asia. Deoleo ha seguido mejorando sus cuotas de mercado en todos los países, con una media del 14% en España y del 15% en Estados Unidos. En el primer trimestre registró un beneficio neto de 4,5 millones de euros, dato positivo que no se producía desde hace seis años, y un ebitda de 16,2 millones de euros, un 167% más que en el año anterior.

Estrategia

Con la reestructuración financiera y societaria en la mano, Ignacio Silva pretende impulsar el viejo plan de negocio a cinco años. Hará una decidida apuesta por la calidad del aceite en base a su estrategia de compras entre cooperativas de Extremadura y Andalucía, fundamentalmente del olivar tradicional de rendimientos poco elevados que suponen en España más de medio millón de hectáreas. También prevé un fuerte apoyo a la promoción, a la que destinará unos 30 millones. Y seguirá apostando por la marca propia con sus enseñas históricas: las españolas Koipe y Carbonell y las italianas Bertolli, Carapelli y Sasso, además de por la creación de valor, “aunque a veces haya que bajar los precios para seguir vendiendo por las estrategias de los mercados de consumo”, indica Silva.

Actualmente Deoleo comercializa sus aceites en más de 80 países, sobre un volumen de ventas de unas 130.000 toneladas, un 50% adquiridas en España y el resto en Portugal y países que van desde el norte de África a Argentina. En torno al 65% de las ventas corresponden a España e Italia y un 20% al mercado norteamericano. El grupo tiene previsto reforzar su estrategia en los países asiáticos e impulsar sus ventas en México y Puerto Rico. El objetivo, señala su consejero delegado, es vender más fuera, fundamentalmente por la posibilidad de lograr unos precios más elevados en esos mercados.

Nuevos novios

Clarificada la nueva situación financiera de la multinacional, la primera respuesta ha venido desde el propio sector aceitero, con el desembarco en Deoleo, con el 5% del capital, del grupo Aceites del Sur, la segunda firma marquista del mercado con enseñas como La Española y Coosur y propiedad de la familia Guillén. Aunque la compra se ha justificado como una simple inversión patrimonial, en el sector existe coincidencia en señalar que se trata de una operación con la mirada puesta en el medio o largo plazo. El interés por Deoleo de las industrias aceiteras españolas no es nuevo. Antes de 2008, Juan Rubio, propietario de Aceites Toledo, se acercó a la empresa para llegar a acuerdos que no cuajaron. Más tarde, la cooperativa Hojiblanca (hoy Dcoop), ya con un 10% de la multinacional en su poder, trató de convertirse en su socio de referencia. Una estrategia que no funcionó y que dejó vía libre a la entrada de CVC en su capital.


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