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Albella pide un nuevo sistema de supervisión para el Banco de España y para la CNMV

Reclama que un organismo vigile la solvencia de bancos y operadores del mercado mientras la Comisión controla su conducta

Íñigo de Barrón
El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, en la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital.

EUROPA PRESS
29/06/2020
El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, en la Comisión de Asuntos Económicos y Transformación Digital. EUROPA PRESS 29/06/2020 Europa Press

Sebastián Albella, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), pidió ayer en el Congreso una reforma del sistema de supervisión. Aprovechó que varios portavoces de partidos políticos se mostraron favorables a esta idea para reclamar que sea una realidad que el Banco de España supervise la solvencia de la banca y de los operadores del mercado, mientras que la Comisión juzgue su conducta. Pidió que la futura Autoridad de Protección del Cliente Financiero quede bajo la CNMV, algo que no está previsto por el Gobierno.

Albella quiere acelerar una iniciativa en la que aunque cuenta con el apoyo del PSOE y del PP desde hace unos 15 años, no se ha implantado como sí ha ocurrido en otros países europeos. El presidente de la CNMV compareció ayer en la Comisión de Economía del Congreso para dar cuenta del Informe Anual de actividades de la Comisión. Sin embargo, aprovechó que diferentes portavoces abogaron por el sistema conocido como twin peaks, que puede entenderse como “pilares gemelos”, para reclamar “que sea algo más que un tema intelectual ahora, tras la crisis de la covid-19 y después de las reformas implantadas en la crisis de 2008 y 2012”.

Albella considera que ahora es “el momento óptimo” para implantar este modelo, dijo. Recordó que esa fue una de las conclusiones de la a comisión parlamentaria creada para analizar la crisis financiera del 2008, aunque en alguna ocasión, en 2016, generó fricciones entre el Ministerio de Economía del PP y el Banco de España. Y describió cómo se debería implantar: el Banco de España se encargaría de la solvencia de todos los que operan en el mercado (bancos, gestoras de patrimonios e intermediarios financieros) y la CNMV vigilaría su conducta ante los clientes. En la práctica podría suponer acabar con el esquema actual de la Dirección General de Seguros, bajo el control del Ministerio de Economía, algo inédito en Europa, y del Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC).

Un proyecto del Gobierno que se atascó

El problema es que antes de la crisis el Gobierno se mostró partidario de una nueva institución, la Autoridad Independiente de Protección del Cliente Financiero, que ya se diseñó con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. En principio, ese organismo sería autónomo, como un tercer pilar, pero ayer Albella pidió que, aunque mantuviera una capacidad operativa propia, “esté unido a la CNMV”. El presidente de la Comisión insistió en la necesidad de que las resoluciones de la CNMV y cualquier autoridad sean vinculantes para quien ha cometido la irregularidad ante el cliente.

Hasta ahora, los dictámenes del servicio de reclamaciones del Banco de España, de la CNMV y de la dirección General de Seguros no se pueden imponer, por lo que gran parte de las empresas prolongan el conflicto hasta los tribunales, agotando el dinero y la paciencia del cliente, que desiste en un buen número de casos.

Precisamente el propósito último de “esta reforma de calado”, como la calificó Albella, es acabar con el embotellamiento judicial que las reclamaciones financieras que en los últimos han colapsado los juzgados por las cláusulas suelo, las participaciones preferentes o los swaps hipotecarios, con elevado coste para ahorradores e inversores y desgaste reputacional para la banca.

El presidente de la Comisión se mostró contrario a establecer indicaciones generales a las cotizadas sobre la retribución al accionista vía pago de dividendos, si bien precisó que la situación de la banca es diferente porque concurren también razones de “prudencia” supervisora.

Albella se declaró partidario empujar a las compañías a cotizar, ya que los “países más bursatilizados reciben más flujos de inversión” y para las empresas, no solo amplía sus posibilidades de financiación, sino también de “impulsar la profesionalización y rigor en la gestión”.

El ponente, que afirmó que espera no tener que volver a prohibir las posiciones cortas en Bolsa, “una herramienta excepcional para situaciones de gran amenaza”, reclamó un sistema de gestión del personal más flexible y menos dependiente de la Administración. “El objetivo es atraer y retener talento, así como poder ofrecer carreras profesionales”, sin superar los límites de gasto establecidos para las empresas públicas y autofinanciándose, dijo.

La ‘tasa Tobin’ encarece las acciones

Varios diputados preguntaron ayer al presidente de la CNMV sobre su opinión sobre la tasa Tobin. “Se llama impuesto sobre transacciones financieras pero es un impuesto a la compra de acciones de grandes compañías españolas. Puede tener efectos en los inversores internacionales, que verán que es un poco más caro comprar títulos de estas empresas y puede que adquieran de otros países. De todas formas este impuesto se ha implantado en Francia e Italia y no ha sido un drama”, dijo Sebastián Albella.

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Sobre la firma

Íñigo de Barrón
Es corresponsal financiero de EL PAÍS y lleva casi dos décadas cubriendo la evolución del sistema bancario y las crisis que lo han transformado. Es autor de El hundimiento de la banca y en su cuenta de Twitter afirma que "saber de economía hace más fuertes a los ciudadanos". Antes trabajó en Expansión, Actualidad Económica, Europa Press y Deia.

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