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La pandemia provoca una “brusca ralentización” de los precios en los países ricos

El abaratamiento de la energía compensa con creces la subida de los alimentos en la OCDE, donde la inflación cae en abril al 0,9%

Una compradora, a mediados de mayo, en un supermercado de Toronto (Canadá)
Una compradora, a mediados de mayo, en un supermercado de Toronto (Canadá)Chris Helgren (Reuters)
I. FARIZA

La pandemia de coronavirus está impulsando las dinámicas desinflacionistas que golpean desde hace años a las economías avanzadas. Los precios subieron apenas un 0,9% interanual en abril en la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, el think tank de los países ricos), ocho décimas menos que en marzo y 1,4 puntos porcentuales menos que en febrero, según los datos publicados este martes. Abril es el primer —y, si todo marcha bien, último— mes afectado íntegramente por las medidas de confinamiento de la covid-19, mientras que en marzo el distanciamiento social solo afectó a la segunda quincena.

La moderación absoluta de los precios otorga aún más margen de maniobra a los bancos centrales en sus planes de estímulo de la economía, pero también es un palo en la rueda para la dilución futura de la deuda: uno de los canales clásicos para reducir el peso del endeudamiento es a través de la subida de precios, pero esta vez todo apunta a que será vía muerta: los datos de mayo, todavía preliminares, apuntan en la misma dirección y no hay nada en el horizonte que permita atisbar un drástico cambio de tendencia.

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El principal vector de esta “brusca ralentización” de los precios —en palabras de los técnicos de la OCDE— fue el crudo y la electricidad, hundidos ante el desplome de la demanda. El coste de la energía se desplomó un 12,2% en abril tras haber retrocedido ya un 3,7% en marzo y en la que ya es su mayor caída en casi un lustro: desde septiembre de 2015, cuando la cotización del petróleo entró también en caída libre. El contrapunto lo pusieron los precios de los alimentos, que en abril subieron un 4,2%, casi el doble que un mes antes y en la que ya es su mayor subida desde enero de 2012. Este movimiento se debe, en gran medida, al aumento de la demanda de los hogares durante el confinamiento: lo que antes se consumía en bares y restaurantes ha pasado a consumirse íntegramente en los domicilios.

Excluida la energía y los alimentos, los componentes siempre más volátiles de la cesta, la ralentización de la inflación fue igualmente abultada: del 2,1% de marzo pasó al 1,6% de abril. Es la cifra más baja desde febrero de 2014, cuando muchas economías europeas aún pugnaban por salir de una doble crisis (la financiera de 2008 y 2009 y la de deuda soberana en el sur de la Unión en 2012) que había puesto contra las cuerdas al euro y que se demostró igualmente desinflacionaria (y, en algunos casos, directamente deflacionaria).

Todo apunta a que la tendencia a la baja de la inflación seguirá en mayo. Todavía sin datos definitivos, la oficina estadística europea (una buena aproximación, por el peso de los países del Viejo Continente sobre la media de la OCDE) apunta en una primera estimación a una nueva ralentización de los precios: hasta el 0,1%, frente al 0,3% de abril, al calor de las nuevas caídas en el precio de la energía.

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Sobre la firma

I. FARIZA
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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