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la crisis del coronavirus
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El BCE y la deflación

El problema ahora es que la política monetaria ofrece tiempo, pero no reduce la deuda

José Carlos Díez
Christine Lagarde y Angela Merkel se saludan antes de una reunión del G20 en Berlín en octubre de 2018.
Christine Lagarde y Angela Merkel se saludan antes de una reunión del G20 en Berlín en octubre de 2018.Hannibal Hanschke (Reuters)

El Tribunal Constitucional alemán ha pedido al Banco Central Europeo (BCE) que aclare si su programa de compras de deuda de 2015 se extralimita en su mandato de estabilidad de precios. El BCE le ha contestado que la Corte de Justicia Europea ya le dijo en 2018 que cumple y ha adoptado una posición fuerte contra esto que amenaza su credibilidad y su independencia.

Alemania sufrió una hiperinflación en 1921-1923 en la que los precios de la cesta de la compra se doblaban cada cuatro horas, lo que sucede en Venezuela hoy se asemeja a la República de Weimar. Los alemanes asocian inflación a caos. Por eso fueron el primer país en introducir en su Constitución la estabilidad de precios y forzaron a que fuera uno de los grandes pilares de la Constitución Europea.

Gracias a esa fobia mantuvieron la inflación a raya en las últimas siete décadas y gracias a esa credibilidad monetaria los españoles podemos emitir deuda pública a tipos próximos al 0% para pagar las pensiones, los ERTE y el gasto extra sanitario para luchar contra la pandemia.

La sentencia alemana no limita las compras per se y, en el conflicto de legitimidad, prevalece la opinión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE). No obstante, la decisión es un terremoto político en Alemania y la honda expansiva llegará al Consejo del BCE en Fráncfort.

A principios de marzo las Bolsas se desplomaban y la prima de riesgo italiana entraba en zona de peligro. El BCE tuvo que aprobar un nuevo programa de compras de activos por 750.000 millones de euros para evitar el colapso de los mercados y evitar otra situación igual que la de mayo de 2010. Al ritmo de compras del último mes, el programa se agotará en agosto. El mercado espera que el BCE lo amplíe al menos al doble y habría dinero hasta final de año.

La sentencia aumenta la incertidumbre en los mercados. La ventaja de esta crisis es que la anterior está reciente y muchas cosas se repiten. Italia tendrá una deuda pública próxima al 170% del PIB, como Grecia en 2011. Pero la deuda italiana en euros es ocho veces la griega. Sin las compras del BCE, el fondo de rescate europeo Mede no podría financiarles e Italia tendría que impagar su deuda. Los bancos, aseguradoras y fondos de pensiones alemanes asumirían pérdidas. Y los pensionistas dejarían de votar a Merkel o su sucesor. Igual que en 2012, la canciller acabará apoyando las compras del BCE.

Basta con explicarles a los alemanes que el riesgo ahora es la deflación, especialmente para la industria alemana que compite fuera con los chinos que ya están bajando sus precios. Jen Wiedmann, del Bundesbank, y los supuestos sabios alemanes alertaron en 2008 de los riesgos de inflación. Llevan 12 años equivocándose y tienen menos credibilidad que Donald Trump y sus recetas para luchar contra el coronavirus.

Como nos enseñó el maestro Keynes “la inflación es injusta, la deflación inconveniente”. El problema es que la política monetaria te ofrece tiempo, pero no te reduce la deuda.

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