El petróleo prolonga su remontada ante la expectativa de mayor consumo y vuelve a niveles preconfinamiento
El paulatino regreso de la normalidad económica y del tráfico en las ciudades sitúan al crudo de nuevo por encima de los 30 dólares por barril. Tras su inédita caída a números negativos, los recortes de oferta ayudan a sostener los precios
El mercado petrolero parece haber dejado atrás lo peor. Tras un vía crucis de demanda por los suelos como consecuencia de los confinamientos, sobreoferta rampante y precios en negativo ante la imposibilidad de almacenar todo lo que se bombeaba y no se consumía, el crudo vuelve a la vida. El barril de brent, el de referencia en Europa, ha regresado esta semana a su nivel previo al inicio de la reclusión en Europa y en Estados Unidos para hacer frente al coronavirus y se sitúa ya claramente por encima de los 30 dólares. Su par estadounidense, el texas, cabalga también por encima de esa barrera justo un mes después de que un ataque de histeria colectiva en los mercados (aunque con razones de fondo bien fundadas: la capacidad en algunos tanques estaba demasiado cerca de su máximo) llevara a la referencia a terreno negativo por primera vez en la historia. Salvo giro imprevisto en las próximas semanas, ese episodio quedará en la memoria como una demostración más de lo que puede ocurrir cuando la brújula del mercado se desimanta: aunque las fuerzas de la oferta y la demanda seguirán desniveladas unos meses más, nadie espera un regreso a esas cifras.
De repente resulta que no todo era tan negro. La confianza vuelve, poco a poco, a los mercados financieros. “Aunque los datos económicos siguen siendo terribles, lo peor del choque económico ha quedado atrás”, confía Chris Iggo, de AXA Investments. También en el mercado petrolero, donde “la peor parte de la destrucción de demanda ya es pasado”, en palabras del jefe de materias primas de ING, Warren Patterson. Nadie duda de que no será un camino lineal y de que habrá obstáculos en el camino en los próximos meses: con previsiones de caídas cercanas al doble dígito en el PIB de prácticamente todos los países occidentales a lo largo del año, no se puede esperar mucha tranquilidad. Pero el petróleo va saliendo poco a poco del hoyo. “Es una mezcla de ánimo alcista y fundamentales positivos: hay sólidos vientos de cola, con el tráfico regresando a muchos países a medida que se van aflojando las medidas de confinamiento”, apunta Norbert Rücker, jefe de análisis económico del banco suizo Julius Baer.
Las caídas en el consumo de derivados del petróleo a raíz del coronavirus han sido enormes: del 80% en el queroseno que consumen los aviones, del 50% en la gasolina y del 30% en el gasóleo. No había precedentes de nada similar. Pero poco a poco empiezan a aparecer señales que apuntan a un rebote más cercano de lo esperado por los pronósticos más pesimistas: los atascos han vuelto a las grandes ciudades (para mal de sus habitantes y del medio ambiente) y varios países europeos que daban prácticamente por perdida la temporada turística de verano ahora ven mucho más plausible la reapertura. “El apoyo en los precios debería continuar, con un mejor estado de ánimo [económico] en las próximas semanas”. Paradójicamente, los valores negativos de hace un mes y los temores al llenazo total de los tanques de almacenamiento —que fue lo que llevó a muchos inversores a deshacerse de unos contratos de entrega que quemaron en las manos durante semanas— está cimentando la senda actual de recuperación: aceleró, explica Rücker, los recortes en la producción de las principales potencias petroleras, favoreciendo paulatinamente una renivelación de la oferta y la demanda. Hasta llegar a ese punto de equilibrio, sin embargo, pasarán meses: solo será posible en el tramo final del año, según los cálculos de la consultora de riesgos Eurasia. Todo, claro, sujeto a que en otoño no llegue una segunda sacudida del virus.
Los tijeretazos ya pactados por los principales actores del mercado sobre la producción tendrán que seguir en los próximos meses para garantizar que este inicio de estabilización del mercado no se quede en un amago. “Los riesgos a la baja sobre la demanda siguen ahí, tanto por la posibilidad de nuevos rebrotes como de una reescalada en la animosidad entre Estados Unidos y China”, apuntan Henning Gloystein y Robert Johnston, de Eurasia. “Puede que se necesiten más recortes, que probablemente vengan de la liquidación de algunas empresas petroleras o de disrupciones en países inestables cuyos ingresos fiscales dependen en gran medida del crudo”, advierten. Más trabas en el camino: “aunque el petróleo se ha sostenido relativamente bien, nos preocupa un debilitamiento futuro a medida que el comercio global y las cadenas de suministro respondan al deterioro de las condiciones económicas", subraya Bank of America en una nota para clientes. “No nos hagamos ilusiones”, avisa Patterson, de ING, “porque pasará tiempo hasta que el mercado petrolero regrese a los niveles anteriores al coronavirus”.
Las renovables y el coche eléctrico siguen su curso a largo plazo
Los grandes países productores empezaron a ajustar sus bombeos en abril. Un movimiento con un recorrido escaso en lo inmediato (después llegaron los consabidos números negativos al mercado) y que tendrá que continuar en los próximos meses, pero que ha permitido ir poco a poco nivelando fuerzas. Y sin embargo, la sacudida del coronavirus sobre el mercado parece ir más allá de una simple crisis coyuntural: el olimpo petrolero ya ha empezado a dudar incluso de su propio futuro en un horizonte temporal algo más largo. Una de las grandes petroleras mundiales, la británica BP, atisba un pico de consumo de crudo mucho más cercano de lo previsto. Y las renovables siguen su camino firme, ajenas al desplome petrolero, con un efecto sustitución que debe acelerarse si el mundo quiere cumplir con lo pactado en las últimas cumbres climáticas.
La electrificación del parque automovilístico —aunque con un frenazo pasajero por el empeoramiento de las condiciones financieras de los hogares en este complejo 2020— seguirá su curso en cuanto las aguas vuelvan a bajar tranquilas, según auguran los técnicos de BloombergNEF en un estudio publicado este martes. En 2040, según sus cálculos, casi el 60% de los coches que se vendan serán eléctricos, lo que elevará su cuota sobre el total de vehículos en circulación hasta casi la tercera parte. “Esto tendrá grandes implicaciones para los mercados de petróleo y electricidad”, auguran los economistas de la firma estadounidense de análisis. La electrificación del transporte —una tendencia hasta ahora especialmente reseñable en el caso de las motos— ya está rebajando la demanda global de crudo en alrededor de un millón de barriles por día, una cifra que se multiplicará por más de 17 veces en dos décadas. La contraparte se verá en el mercado eléctrico, que verá aumentar el consumo en más de un 5%. Tras la sacudida del coronavirus, ese será el gran cambio de fondo en el sector.
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