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Más poder y más gastos para Amazon

El gigante del comercio ha disparado sus facturación un 26%, pero podría entrar en pérdidas el próximo trimestre

Pablo Ximénez de Sandoval
Repartidores de Amazon en Nueva York.
Repartidores de Amazon en Nueva York.Peter Foley (EFE)

La crisis del coronavirus ha atrapado a la gente en sus casas, y al comercio, en la Red. Ignorar las tiendas online ya no es una opción, porque no hay otras. Y en esta realidad, sobre el papel, hay un ganador: Amazon. La tienda virtual más grande del mundo, o la tienda más grande del mundo a secas, ha pasado de distribuir las compras consumistas a vender la harina, las mascarillas y el papel higiénico. El impacto del coronavirus está ofreciendo el primer atisbo de un mundo en el que Amazon sea imprescindible en la vida. Y con ese poder llega una responsabilidad y un escrutinio que antes no había.

Las cifras que definen Amazon ya eran difíciles de digerir. Las ventas del año 2019 fueron de 280.500 millones de dólares, un 20% más que en 2018, con un beneficio de 11.600 millones. Hay 150 millones de miembros de Prime (su servicio de socios) en el mundo. Fire TV está en 40 millones de hogares, Amazon Music en 55 millones. Su robot inteligente Alexa está en “decenas de millones” de aparatos.

Aparte, es el líder en el mercado de los servicios web, como almacenaje (por ejemplo, el contenido de Netflix está en servidores de Amazon). La compañía entera vale 1,1 billones de dólares, casi el PIB de España.

El 16 de marzo, ante la cascada de órdenes de confinamiento en occidente, todas las miradas se volvieron a Amazon. La empresa ha contratado a 170.000 personas para atender la avalancha de pedidos y ha aumentado el salario en dos dólares la hora. Los puestos de trabajo están en los centros de distribución y en la red de entrega final, lo que en logística se llama la última milla. Los pedidos ya no son libros o juguetes. Según una encuesta de la consultora RBC Capital Markets hecha en pleno mes de marzo, el 41% de los consultados en Estados Unidos dijeron que planeaban comprar comida online en los próximos meses. El año pasado esa cifra era del 19%. Las descargas de aplicaciones como Instacart y Walmart Grocery se han disparado en el último mes.

Pero todo tiene un precio. Es cierto que en primer trimestre de este año la empresa disparó sus ingresos un 26%, hasta los 75.454 millones, pero eso no se tradujo en mayores ganancias. Al revés, su beneficio neto descendió en el trimestre en 1.026 millones hasta los 2.535, un 28% menos, porque sus costes operativos se han incrementado sustancialmente, en especial los relativos a ventas, almacenamiento, tecnología y marketing. Y lo peor puede estar por llegar. Amazon calcula que se gastará 4.000 millones en equipos de protección, nuevas rutas de envío menos eficientes y más salarios, por lo que el próximo trimestre podría entrar en pérdidas de hasta 1.500 millones. Aún así, su victoria puede ser a largo plazo. La consultora BuyBoxExperts, que se dedica a guiar a las empresas para vender en Amazon, está viendo dos fenómenos, por un lado el parón económico y por otro la necesidad de empezar a vender online de muchos comercios que antes no lo hacían. “No recibo más llamadas que antes, pero las que recibo son desesperadas. Es gente que necesita abrir tienda en Amazon mañana mismo, y no es tan fácil cuando no estás preparado”, dice por teléfono James Thomson, uno de sus socios.

Thomson, que trabajó como jefe de Amazon Services y es autor del libro Controlling your Brand in the age of Amazon, explica que “durante 20 años, Amazon ha ganado muy poco dinero porque estaba invirtiendo en almacenes, logística y software”. Con el tiempo se ha visto hacia dónde iba esa estrategia. “Eso les dio una enorme ventaja. Nadie, ni siquiera el Ejército o la Cruz Roja, tiene esa capacidad de distribución”.

De pronto, las sociedades occidentales se han visto en una situación en la que han desaparecido las tiendas y en la necesidad de una referencia para seguir comprando. Y ahí estaba Amazon. En áreas como los alimentos frescos, compite con Walmart o Instacart. En muchas otras, con nadie. “La sociedad se ha beneficiado de que Amazon sea grande y centralizado, en vez de que haya 100.000 vendedores independientes compitiendo cada uno con su web”, opina Thomson.

En esta situación, lo que haga Amazon de puertas para adentro empieza a importar. La seguridad en esos hangares, la eficiencia de esa cadena de distribución, qué vende y qué no vende Amazon, son decisiones que afectan a mucha gente. Las preguntas que instituciones, sindicatos y consumidores se hacían sobre Amazon solo pueden ir a más. La Unión Europea y Estados Unidos tienen abiertas investigaciones por posibles abusos de posición en el mercado.

En el lado laboral, Amazon ha sido acusado de no respetar la distancia social entre sus trabajadores y en países como Francia ha suspendido muchas de sus operaciones. Mientras, el rostro de la compañía, Jeff Bezos, se acaba de comprar la casa más cara jamás registrada en Los Ángeles: 165 millones de dólares.

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Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

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