Menos deuda (nacional), más inversión
Mantener las rentas, garantizar la liquidez a las empresas y el gasto sanitario supondrá un enorme esfuerzo
El coste de las medidas necesarias para que la economía aguante el parón forzoso del confinamiento no hace más que aumentar. Mantener las rentas salariales y de los autónomos, garantizar la liquidez a todas las empresas y ejecutar el gasto sanitario supondrá un enorme esfuerzo incluso para los países más solventes. Para las maltrechas arcas públicas españolas, el riesgo de que los mercados no quieran comprar nuestra deuda podría llevar a una crisis parecida a la de 2008.
Por suerte, tras el acuerdo del Banco Central Europeo del 18 de marzo y el del Eurogrupo del pasado jueves es muy probable que hayamos esquivado el riesgo de esa crisis. El BCE se ha comprometido a comprar hasta 750.000 millones de bonos de los países miembros y el Eurogrupo ha puesto en marcha un paquete de liquidez de 500.000 millones con tres patas: un nuevo fondo de garantías del Banco Europeo de Inversiones para sostener a las pymes, un fondo para ayudar a los países a luchar contra el desempleo y una línea de crédito preventiva del Mecanismo Europeo de Estabilidad (Mede, fondo de rescate del euro), que elimina la condicionalidad si el dinero se usa para combatir las consecuencias de la crisis. Importante: con el Mede, el BCE puede emplear su arma más potente, las OMT (transacciones monetarias abiertas), para apoyar sin límites a un país que sufra un acoso de los mercados.
El problema, por tanto, ya no es a corto plazo. Es muy probable que estas herramientas fiscales y monetarias eviten nuevas crisis de deuda, lo que debemos agradecer sinceramente a nuestros socios europeos. Lo que no impiden es que los países, sobre todo los que entraron en la crisis más endeudados (que además son los que sufren más la epidemia), salgan de ella con una deuda gigantesca. La de España podría aumentar este año en 30 o 40 puntos sobre el PIB.
Esto, junto a nuestro grave problema demográfico, puede imponer una presión de décadas sobre el crecimiento. ¿Es evitable?
En parte, sí. El objetivo es que gran parte del gasto de la reconstrucción de Europa lo hagan los europeos de forma conjunta. En una propuesta que el eurodiputado belga Guy Verhofstadt y yo hemos compartido con comisarios y ministros de Economía de los Estados miembros desde el pasado 2 de abril, sugerimos que la UE no se endeude para prestar a los países, sino para financiar directamente inversiones europeas.
Se trataría de usar el presupuesto de la UE para que la propia Comisión emitiera deuda perpetua. Que los intereses se pagaran con nuevos ingresos propios comunitarios (tasa digital, al carbono, al plástico), de forma que no se mutualizara ninguna deuda nacional, como temen los países del norte, ni aumentara la contribución de los Estados. Los nuevos ingresos propios supondrían 26.000 millones al año, con lo que, con un tipo de interés del 2,5%, la UE podría pedir prestado más de un billón de euros. Europa puede así dejar de ser un prestamista de último recurso y convertirse en un inversor.
Luis Garicano es jefe de la delegación de Ciudadanos en el Parlamento Europeo y vicepresidente de Renew Europe.
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