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¿Cómo medir el valor económico de las matemáticas?

El estudio 'Impacto socioeconómico de la investigación y la tecnología matemáticas en España' mide la utilidad o valor intrínseco de esta ciencia ancestral en España.

La semana pasada la Red Estratégica en Matemáticas publicó un estudio que estimaba el valor económico de las matemáticas. Aunque a todos nos resultan útiles las matemáticas en nuestro día a día (por ejemplo, cuando vamos a comprar un bien o servicio, pero también cuando hacemos uso de nuestro teléfono móvil o nos desplazamos a nuestro puesto de trabajo a través del uso de alguna plataforma digital), es la primera vez que se mide en España la utilidad o valor intrínseco de esta ciencia ancestral.

Los resultados de este estudio indican que las matemáticas fueron responsables del 10,1% de la actividad económica de nuestro país en 2016, lo que permitió generar alrededor del 6,0% del empleo total. A modo de ejemplo, estas magnitudes son comparables a las que exhibieron el sector de Actividades financieras y seguros, junto con el de Actividades profesionales, científicas y técnicas, actividades administrativas y servicios auxiliares en ese mismo año en nuestro país.

Si se suman los efectos indirectos e inducidos que generaron las actividades intensivas en matemáticas, su valor económico se elevó hasta el 26,9% del Valor Añadido Bruto (VAB) y el 19,4% del empleo. Unas cifras nada despreciables, aunque sean más modestas que las estimadas en otros países europeos (en Reino Unido, por ejemplo, se estima que las matemáticas generan directa e indirectamente el 43,0% del VAB y el 34,4% del empleo).

Para llegar a esta estimación, el proceso no ha sido nada fácil. No solo porque las matemáticas son complejas de valorar, con motivo de su naturaleza de bien semipúblico, sino porque las técnicas tradicionales pueden no reflejar correctamente el valor económico que aporta esta ciencia a la economía y la sociedad en su conjunto.

La metodología que ha permitido estimar el valor económico de las matemáticas ha consistido en aprovechar su condición de bien privado. De esta manera, se ha considerado:

A pesar de ello, puede que esta aproximación no esté contemplando todo el valor que reportan las matemáticas a la economía española, máxime, si se tiene en cuenta que su participación se extiende a todo tipo de actividades productivas. Por ello, en un contexto de creciente digitalización de la economía, sería deseable que las técnicas de medición del valor económico evolucionen, fruto de la investigación en las ciencias económicas, para que se mida adecuadamente el valor de muchos de los intangibles, como las matemáticas, que, sin embargo, están detrás de buena parte de la denominada Nueva Economía.

Si bien es cierto que la innovación, independientemente del ámbito del que se trate, sigue siendo una asignatura pendiente en nuestro país. En 2017, España apenas gastó el 1,2% del PIB en investigación y desarrollo, cuando la media europea de los 28 miembros lo hizo en un 2,1% del PIB. Más que progresar en este campo, cada vez se invierte menos en I+D+i (el máximo se alcanzó en 2009 y 2010, cuando el gasto en investigación y desarrollo representó el 1,35% del PIB de España), lo que compromete la capacidad de crecimiento económico en el medio y largo plazo. Un esfuerzo que no solo hay que reclamar al sector público y la comunidad investigadora (que se concentra en centros y universidades, casi todos ellos dependientes financieramente de las AA.PP.), sino también al tejido productivo. En 2017, el sector empresarial asumió el 54,9% del total del gasto en I+D+i, un porcentaje que se redujo al 45,2% del total si se tiene en cuenta el gasto que financió con sus propios recursos, ya que el resto del apoyo financiero procedió del sector público y del capital extranjero.

Situar a las matemáticas en el eje central de la política educativa y económica de nuestro país pasa, necesariamente, por concienciar a la población española (ciudadanos y empresas) del valor económico que les ofrece a título individual, pero también colectivo. En este sentido, el estudio recientemente publicado ha permitido dar un paso en esta dirección, pero es necesario dar más. Solo así seremos capaces de competir en la liga de los mejores. Si no, estaremos abocados a una pérdida progresiva de competitividad. Nuestros países vecinos ya han otorgado ese rol estratégico a las matemáticas, ¡hagámoslo nosotros también!

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