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¿Pueden los gestores de Bolsa batir al mercado?

Los fondos que seleccionan activos tienen una dura competencia en los productos que replican índices

Euronext Ámsterdam, Bolsa de valores situada en Ámsterdam. 
Euronext Ámsterdam, Bolsa de valores situada en Ámsterdam.  Jasper Juinen (Bloomberg)

Desde hace unos pocos años, al inversor español en fondos se le ha planteado un dilema. Tiene la posibilidad de elegir entre gestión activa o pasiva. Si elige la gestión activa, espera que los gestores de sus fondos tengan la suficiente pericia para hacerlo mejor que el mercado en el que invierten su dinero. Si, por el contrario, opta por un fondo de gestión pasiva, ligado por ejemplo al índice español Ibex 35, el resultado que obtendrá será prácticamente el mismo que el del índice ese año.

Aunque se trate de un periodo de tiempo corto, en el primer trimestre de este año el Ibex 35 ha subido el 8,2%, que se incrementa hasta el 8,9% contando los dividendos. Pues bien, de los 166 fondos de Bolsa española recogidos por Morningstar, 57 de ellos superaron la subida del Ibex, mientras que otros 109 quedaron por debajo. En este plazo, la gestión pasiva hubiera resultado más interesante para el inversor que no estuviera en alguno de esos 57 fondos.

A diferencia de lo que ocurre en otros países, la gestión pasiva (también conocida por indexada) en España es todavía muy marginal. Pese a ello, el inversor español puede acceder a una amplia gama de fondos índice de gestoras extranjeras. Como explica Fernando Luque, senior financial editor de Morningstar, “el porcentaje de los fondos índice respecto al mercado en su conjunto llega como mucho al 1%”. Y apunta las razones: “Simplemente porque no hay incentivo para los grandes bancos en distribuir este tipo de productos. Tienen más interés en vender un fondo que puede cobrar hasta un 2% de comisión de gestión que no un fondo con una comisión muchísimo más baja. También hay que tener en cuenta que los fondos índice son básicamente fondos de Bolsa, un tipo de activo que tiene poca acogida en España en comparación con otros países con un mercado de fondos más maduro”.

Una primera consecuencia lógica de esta elección es que la gestión pasiva es más barata, es decir, estos fondos tienen comisiones mucho menores que los de gestión activa, lo que a largo plazo afecta a la rentabilidad que obtenga. La activa exige de analistas que busquen oportunidades y supone también rotar mucho más la cartera, con los gastos que eso conlleva. En la pasiva se limitan a replicar un índice, y aquí ni hace falta un equipo de expertos y tampoco comprar y vender periódicamente. Cuantificando las comisiones, la de la gestión activa alcanza en muchos casos el 2% anual, mientras que la pasiva se suele situar por debajo del 0,5%, aunque hay casos y casos.

Freno a los ETF

Además de los fondos indexados que se comportan como fondos normales cuyo valor se conoce al cierre de la sesión, existen los fondos cotizados o ETF, que también se ligan a índices, pero que se pueden comprar y vender en Bolsa porque cotizan como acciones. Estos fondos son muy populares en otros países, pero en España no terminan de cuajar y buena parte de la culpa la tiene Hacienda. Aunque recientemente se estudió la posibilidad de equiparar la fiscalidad de los ETF con el resto de fondos, finalmente se desestimó. Los inversores de estos fondos pagan los mismos impuestos que si hubieran comprado acciones. Hasta aquí no hay problema. Este surge ya que los ETF no son traspasables como ocurre con el resto de fondos de inversión. Es decir, el dinero de un fondo se puede traspasar a otro sin pagar impuestos, mientras que en los ETF se considera una venta y hay que tributar.

Unai Ansejo, fundador y consejero de Indexa Capital, da mucha importancia a las comisiones: “Antes de las comisiones, la gestión indexada y la activa son prácticamente iguales. Después de las comisiones y en un horizonte de largo plazo, es mejor la indexada”, concluye.

Comisiones

En Fidelity consideran que la gestión activa tiene sus detractores, que suelen incidir en las comisiones y en la dificultad para encontrar gestores que batan sistemáticamente al mercado. “Las comisiones de la gestión activa están descendiendo, pero generalmente suelen ser más altas que las de los productos pasivos: después de todo, emplear a gestores de fondos y analistas es caro. Pero la gestión activa está innovando, con comisiones variables y estrategias cuantitativas para satisfacer mejor las necesidades de los inversores. Centrarse en las ratios de gastos puede llevar a engaño y, en este sentido, la rentabilidad neta es una mejor forma de analizar el valor que reciben los inversores”.

Luque pide ir un poco más allá en el tema de comisiones. Cree que realmente hay que distinguir qué tipo de gestión realizan. “Hay muchos fondos que se autodefinen como activos, pero que en realidad invierten como fondos pasivos y, eso sí, cobrando comisiones como si fueran fondos verdaderamente activos. También hay productos indexados con altas comisiones que no se justifican”.

Pero no solo los gastos son clave para optar por una u otra forma de gestión, también el momento en el que se encuentre el mercado, la composición de los índices, la posibilidad de acceder a mercados muy dispares. Todo ello puede decantar la balanza hacia activa o pasiva.

Jesús Domínguez, gestor del fondo Valentum, apunta a que muchas veces los índices en los que invierten los fondos de gestión pasiva no reflejan bien la economía. Y explica que por ejemplo el fuerte peso de los bancos, las telecos y las utilities en los índices que, a su modo de ver, son sectores que ahora mismo no ofrecen buenas oportunidades de inversión. “Quizá el mejor momento para buscar la gestión activa sea el de indefinición del mercado. Cuando la tendencia no está muy clara, el gestor puede buscar esas oportunidades de inversión que no se reflejarán en los índices”, explica.

Tradicionalmente se considera que la gestión activa es más adecuada para los mercados bajistas, mientras que, en épocas de alza, se comporta mejor la indexada o pasiva, ya que los gestores pocas veces logran seguir el ritmo de esas subidas. Según Unai Asenjo, esta norma no se cumplió el pasado año, cuando los mercados bajaron, aunque considera que es clave mirar el rendimiento de ambas en periodos largos de tiempo.

Luque explica que es partidario de combinar gestión activa y gestión pasiva. “Simplemente porque el análisis de los resultados obtenidos en los fondos en su conjunto indica que hay determinadas categorías en las que los productos pasivos obtienen sistemáticamente mejores resultados que la media de la categoría. Pertenecen a categorías en las que es más difícil que en otras batir el índice de referencia, como, por ejemplo, categorías de mercados desarrollados de gran capitalización”.

En esta misma idea inciden en Fidelity de acuerdo a lo que pasó en los últimos años en las Bolsas estadounidenses y que explican el auge de la gestión pasiva en ese país. “La gestión activa suele obtener mejores resultados cuando los mercados son ineficientes o existe una menor indiferenciación en los datos. Los periodos en los que la dispersión es elevada también dan a los gestores activos más oportunidades para demostrar su valía. En la reciente racha alcista en la Bolsa estadounidense ha sido increíblemente negativa para los gestores activos, ya que la dispersión ha descendido y las mayores empresas también han sido las que mejor se han comportado, lo que significa que los índices de mercado han estado muy concentrados en los que más ganaban y, para batir a un índice, los gestores activos habrían tenido que invertir en un porcentaje aún mayor, lo que habría introducido un riesgo de concentración que asustaría a los inversores”.

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