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La huelga que se volvió contra los propios taxistas

Muchos usuarios se subieron por primera vez a un coche de Uber o Cabify durante la huelga del taxi y están dispuestos a repetir la experiencia

Concentración de taxistas en Madrid durante la huelga de enero
Concentración de taxistas en Madrid durante la huelga de eneroÁLVARO GARCÍA
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"Últimamente ha sido más complicado poder acompañarte”. La plataforma MyTaxi mandó este mensaje a sus usuarios el pasado martes, ofreciéndoles un descuento de cinco euros en sus futuras carreras y pidiéndoles perdón por dejarles sin servicio en Madrid y Barcelona durante días. El sector sabe que los recientes paros convocados para exigir a la Administración que regulara la actividad de los vehículos de transporte concertado (VTC) le ha pasado factura, tanto en términos económicos como de imagen. “Mucha gente ha probado Uber y Cabify por la huelga y ha visto que funciona”, cuenta Pilar Melara, profesora de Marketing en ICADE. “Al final el consumidor se va a ir con quien mejor le trate”, zanja.

Uber y Cabify, plataformas con las cuales operan los VTC en España, han hecho de la tecnología y de un servicio premium a precio asequible su gran baza. “Convertimos al usuario en el centro de la experiencia de viaje”, parafrasea Eduardo Martín, presidente de la patronal Unauto. Durante la huelga del taxi, Uber y Cabify marcaron un récord de descargas, asegura Martín: “Tuvimos más del doble de trabajo que lo normal”.

Una encuesta realizada en las áreas metropolitanas de Barcelona, Madrid, Valencia y Sevilla por la consultora de investigación de mercado The Cocktail revela que solo un 35% de los entrevistados usa los VTC, servicios todavía jóvenes en España. Pero concluye que hasta un 27% de ellos los probó por primera vez por la huelga y que un tercio de aquellos que nunca se subieron a uno de estos vehículos tiene intención de hacerlo.

La encuesta, basada en 600 entrevistas y elaborada en exclusiva para EL PAÍS, refleja que el servicio de los VTC está bien valorado. Aunque los usuarios señalan que hay margen de mejora, por ejemplo en las tarifas, la valoración es más positiva que la del taxi, que según los encuestados debe progresar en cuanto a precios (que están regulados), conductores y desarrollo tecnológico. El 50% de los encuestados se posicionó a favor de los VTC en el conflicto, frente al 17% que apoyó el taxi y un 33% que se mantuvo neutral.

“Tenemos tareas pendientes”, reconoce Miguel Ángel Leal, presidente de la Federación Española del Taxi Fedetaxi. El sector, encuadrado como un servicio público que durante décadas ejerció en la práctica en régimen de monopolio, arrastra una mala imagen que le cuesta limpiar pese a los esfuerzos de los últimos años. Los episodios violentos de algunos miembros del gremio durante la huelga, aunque condenados por el sector, no ayudan en esta cruzada.

“Ante una crisis, la sociedad es como un tribunal de la opinión pública que decide quiénes son las víctimas, los héroes y los villanos”, analiza Carlos Víctor Costa, director del máster de Dirección en Comunicación y Publicidad de ESIC. “En este caso, claramente las víctimas son los usuarios, los villanos los taxistas y los VTC los héroes”.

Desregulación

En España, hay unas 66.000 licencias de taxi y 13.431 de VTC, según el Ministerio de Fomento. Aunque el servicio sea casi idéntico, no lo es su regulación: el taxi debe respetar reglas tarifarias o de descanso más estrictas; Uber y Cabify pueden fijar precios según la demanda aunque tendrían que respetar la ratio de un VTC cada 30 taxis, algo que no ocurre.

Los expertos sostienen que el meollo de la cuestión es decidir qué transporte quiere el ciudadano

“La competencia ha hecho que nos pusiéramos las pilas con el cliente; no queremos que se vaya, sino que cumpla la ley”, dice Leal. Cuenta que el sector trabaja en una nueva plataforma que dará al usuario “lo que necesita”, como pedir un coche compartido o puntuar a los conductores. “Pero si hay que volver a reclamar nuestros derechos, lo haremos”, añade.

La huelga del taxi ha tenido efectos desiguales. En Barcelona, la Administración estableció un tiempo mínimo de 15 minutos para contratar los servicios de Uber y Cabify, que han acabado yéndose de la ciudad. En Madrid, los taxistas desconvocaron una huelga que les causó pérdidas de entre 100 y 150 euros diarios, según Leal, sin que el Gobierno regional reconociera sus reivindicaciones. Mientras, otras comunidades se han lanzado a regular Uber y Cabify.

“Claro que estamos enamorados de los VTC”, dice David Murillo, docente del departamento de Ciencias Sociales de Esade, “pero una cosa es el corto y otro el largo plazo”. Alerta de que una total desregulación puede acarrear efectos secundarios como subidas de precio o pérdida de servicios. “En Londres, determinadas líneas de autobuses dejaron de ser rentables con la liberalización de Uber”, ejemplifica.

Pero el meollo de la cuestión, coinciden los expertos consultados, es decidir qué transporte queremos. Según Murillo, ni beneficia una desregulación “sálvese quien pueda”, ni un taxi chapado a la antigua: “Pero este debate todavía falta”.

Y por encima de todo, el servicio

Felipe Romero (socio de The Cocktail)

El ciudadano aborda cualquier conflicto social desde el impacto en sus pautas de consumo. Como se observa en los datos que hemos recogido, en el caso del conflicto entre los vehículos de transporte concertado (VTC) y los taxis la opinión pública actúa desde su experiencia de consumo por encima de cualquier otra consideración. Así, la derrota del sector del taxi se origina en la diferencial experiencia de uso que presentan los VTC (más del 50% de los encuestados no identifica áreas de mejora) frente a una percepción alrededor del taxi, construida a lo largo de los años, cargada de connotaciones negativas y cristalizada en el interfaz más explícito con el servicio: la imagen del taxista.

En otras categorías, la entrada de nuevos jugadores revolucionó la oferta preexistente. Netflix forzó la mejora del pago por televisión, Amazon cambió la agilidad de los retailers, y AirBnb o Booking dieron pie a que las hoteleras actualizasen su propuesta. Igualmente, la entrada de Cabify y Uber ya había puesto en marcha, al margen del conflicto reciente, iniciativas de mejora. Profundizando en esos avances, como la universalización del acceso vía app, mejorando la experiencia durante el trayecto (particularmente en términos de interacción con el conductor) y la transparencia en la relación (sin sorpresas en las tarifas), el taxi encontrará su papel dentro de las alternativas de movilidad.

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Sobre la firma

Laura Delle Femmine
Es redactora en la sección de Economía de EL PAÍS y está especializada en Hacienda. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Trieste (Italia), Máster de Periodismo de EL PAÍS y Especialista en Información Económica por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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