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Los últimos bastiones del efectivo

El foro ‘No Money’ discute sobre las dificultades de la implantación de una sociedad sin dinero

Thiago Ferrer Morini

Uno de cada cinco europeos dice no usar casi dinero en efectivo; sin embargo, más de un 80% lo ha hecho en los últimos tres días. Es el resultado de un sondeo elaborado por ING y publicado el año pasado, y que es una buena muestra de cuál es el estado del dinero en efectivo: en retirada de los bolsillos de medio mundo (y, al contrario de lo que podría decir el tópico, no solo de los países desarrollados; más bien todo lo contrario) pero aún parte de la mentalidad y de la cultura que se va deshilachando con mucha lentitud. Los últimos bastiones del efectivo y de cómo hacerlos caer fue uno de los temas a debate en el foro No Money, organizado por EL PAÍS con el patrocinio de Abertis, Samsung Pay, Santander y Telefónica.

"Nunca acabamos de romper el círculo del uso del efectivo", apunta Pilar Clavería, asesora de Pagos, Operaciones y Procedimientos de la Asociación Española de Banca. "La costumbre y el miedo a lo nuevo hace que no terminemos de abandonar nunca el dinero: siempre conservamos unos billetes en la cartera por si acaso". "Los cambios son graduales, y uno no termina de eliminar al otro", señala Ángel Nigorra, director general de la Sociedad de Procedimientos de Pago, una empresa puesta en marcha por varios bancos españoles que gestiona la aplicación Bizum, una de las puntas de lanza del dinero digital en este país. "Los ciudadanos siguen percibiendo el pago en efectivo como el más seguro, porque se siguen considerando los billetes como depósitos de valor", considera Santiago Carbó, director de Estudios Financieros de Funcas.

La paradoja española

Aunque España es uno de los países más ligados al uso del efectivo de Europa, para Clavería "hay una gran paradoja, y es que creo que si hablamos de los usuarios, la sociedad española está mucho más preparada para la transformación digital que otros países, incluso los nórdicos". "España es muy buen mercado, porque tiene un parque de puntos de venta muy bien establecido", defiende Nigorra. "En Churriana, que es el barrio de Málaga donde se hicieron las pruebas del euro en España por primera vez, hemos hecho una prueba y nos ha sorprendido que Bizum funciona para todos los perfiles de cliente".

Un ‘blockchain’ para la economía española

Cada vez es más evidente que en el río de fango que puede llegar a ser el mercado de las criptomonedas hay oro en el fondo: el 'blockchain', la tecnología de base de datos, fundamento del 'bitcoin', que permite un registro permanente y seguro de las actividades. De cómo implementar esa tecnología para atraer el interés de las grandes empresas española es de donde ha surgido Alastria, que en palabras de Jesús Ruiz, su responsable tecnológico, "permite identidades fuertes, costes transaccionales bajos y predecibles, una descentralización tolerable, con alto rendimiento y compatible con la regulación, para un mundo ciberfísico, que permita que las cosas digitales se hagan cosas reales y concretas. Porque son esas cosas las que dan eficiencia a la economía desde el principio".

Ruiz reconoce que a pesar de que la escala de Internet es global, Alastria solo tiene, por el momento, ambiciones españolas por el peso de la regulación: "Por algún sitio hay que empezar". Tras comenzar en octubre del año pasado con 70 clientes, cuenta en la actualidad con casi 300, incluyendo, para sorpresa de Ruiz, "una gran participación de la Administración".

Entre las novedades presentadas a los asistentes del foro 'No Money' está la apuesta de Telefónica para competir en el mercado de los pagos digitales. El mayor operador español ha reciclado la tecnología en la que fue pionero en la década pasada (los sistemas desarrollados al principio de la telefonía móvil para pagar politonos o salvapantallas) para ofrecer a los clientes la capacidad de llevar a cabo pequeños pagos y descontarlos de un saldo precargado o abonarlos a través de la factura de teléfono.

El objetivo final es que el consumidor no tenga ninguna barrera entre su deseo de compra y la obtención del producto, una satisfacción inmediata que solo puede lograrse con herramientas como el lenguaje natural. En ese sentido, herramientas como Siri de Apple y Alexa de Amazon pueden tener mucha importancia.

Si hay una cosa que está clara, es que el punto de inflexión puede suceder en cualquier momento. "Las cosas no volverán a moverse así de despacio", defiende Jim Marous, cofundador de The Financial Brand y experto en transformación digital. "Llevamos más de 10 años hablando de pagos con el móvil y aunque queda mucho para que la adopción sea masiva, estamos en el momento de la verdad", apunta David Alonso, director del área de Empresas de Samsung España. "Estamos en un momento de expansión y tenemos un objetivo común. No hemos venido a quitar usuarios: hemos venido a agilizar el mercado y a aportar valor a todo el mundo".

Para que ese punto de inflexión se supere, algunos miedos deben ser enfrentados. Uno de los principales es la ciberseguridad, máxime cuando se suceden los escándalos de vulneración de datos personales. "He auditado muchos bancos y está claro que tenemos mucho sobre lo que trabajar", considera Óscar Delgado, director de la cátedra UAM-Grant Thornton en blockchain. "Sin embargo, la seguridad global para el usuario final parece aceptable".

"Para las instituciones financieras el escenario es de guerra continua", considera Juan Loureiro, gerente de riesgos digitales y en IT de Deloitte. "Aunque les queda muchísimo por hacer, las entidades grandes y las estructuras críticas están invirtiendo mucho en mejorar sus capacidades de ciberseguridad. Mucha diferencia con las pymes, que, aunque la concienciación está aumentando, continúan muy atrás".

Uno de los problemas es, según Delgado, "que el foco de la responsabilidad de la seguridad del sistema está muy puesto en los usuarios". Se ha desarrollado un modelo de negocio en el que los usuarios obtienen servicios a cambio de datos, y la apariencia de gratuidad de ese sistema hace que "muy pocos usuarios se preocupen realmente por la privacidad", indica Silvia Barrera, consultora experta en seguridad informática y ciberinteligencia. "No creen que les pueda pasar a ellos y, total, piensan, los datos ya los tiene todo el mundo". "La gente sigue siendo muy confiada", confirma Loureiro. "Si antes te robaban en el Metro ahora te roban por Internet".

La entrada en vigor, el pasado 25 de mayo, del Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) aprobado por el Parlamento Europeo da, en principio, más poder a los usuarios, pero las empresas tienen un arma bien cargada a su favor: si el modelo de negocio es servicios a cambio de datos, si el usuario empeza a dar valor a sus datos la empresa puede perfectamente "Vamos a ver dos velocidades: los que dan el salto y facilitan datos y los que no", considera Montoliú. "Muchas veces he visto renunciar a avances por no tener que facilitar los datos".

Otro tema es la presencia del dinero electrónico en el crimen. Aquí, las criptomonedas como el bitcoin son las principales sospechosas. "Cuando era policía, me di cuenta de que cada vez levantábamos menos baldosas", apunta Barrera. "La última transacción bancaria que vimos fue hace cuatro años. Las criptomonedas se han vuelto la herramienta preferente".

Mala imagen

Sin embargo, el sector está preocupado por la confusión entre herramientas como el blockchain (que, al fin y al cabo, es una base de datos) de ciberdivisas como el bitcoin que se sostienen en la tecnología. "La idea de que 'el blockchain se utiliza para pagos opacos' tiene mucha publicidad porque genera mejores titulares. Es solo una parte muy pequeña, pero se tiende a confundir", señala Pablo Montoliú, director de información e innovación de Aon Risk Solutions.

El boom del bitcoin del año pasado —en el que la criptomoneda llegó a valer alrededor de 20.000 dólares— atrajo muchísimo interés hacia las criptomonedas y provocó el surgimiento de miles de rivales, propuestas por entidades variopintas que fueron desde Burger King hasta Nicolás Maduro. "Hay un aluvión que irá debilitándose", señala Loureiro. "Irán sobreviviendo las criptomonedas más grandes".

Ante tremendo caos, vuelven a surgir voces que piden regular las criptomonedas. "Como cualquier tecnología que tenga un efecto en la sociedad, debería haber límites de actuación dentro del sistema", indica Alejandro Touriño, director del master en Tecnología Legal en la Escuela de Derecho del Instituto de Empresa (IE). Touriño defiende que esta regulación no necesita ser específica; más bien todo lo contrario. "El derecho no puede prever el futuro; debe responder a lo que ya existe en la sociedad. Pero si somos demasiado específicos, la tecnología supera el marco enseguida". Y apunta: "El Código Civil, que es del siglo XIX, es la pieza que más utilizo, porque son normas que vienen del sentido común. Nos hemos roto la cabeza en tipificar delitos como el phishing cuando la estafa ya existe hace tiempo".

Otros son más escépticos acerca de las posibilidades de regulación. "Bitcoin se creó para subvertir el sistema", apunta Delgado. "Nunca va a encajar en un mercado regulado". "Hay aspectos de la tecnología de las criptomonedas que se puedan regular", considera Alexander Preukschat, nodo coordinador de Blockchain España. "Sin embargo, el regulador se tiene que reinventar, no puede imponerse a la tecnología. El BCE es un buen organismo, porque la Comisión ha sido innovadora y ha tenido la conciencia de que esta es una tecnología con un gran potencial".

En todo caso, el sector va a prestarle mucha atención, porque las cibermonedas son una herramienta a de las mayores ventajas de la progresiva desaparición del dinero en efectivo: la reducción de la opacidad de las transacciones con billetes de banco. "Independientemente de que haya un debate acerca de para qué queremos un dinero sin regulación, la demanda está ahí. Y, hoy por hoy, la primera moneda de las mafias es el dólar", recuerda Delgado.

Pero José María Mollinedo, secretario general del Sindicato de Gestores y Técnicos de Hacienda (Gestha), es escéptico acerca de las posibilidades del dinero electrónico. "Para lo que puede servir es para reducir el fraude menudo; el de vender sin factura, el del 'con IVA o sin IVA'", considera. "Pero las grandes bolsas de las multinacionales, que representan tres cuartas partes de la evasión, no van a ser afectadas".

Tanto los Gobiernos como el Banco Central Europeo están haciendo esfuerzos para reducir el peso del efectivo en las grandes transacciones, como la progresiva retirada del billete de 500 euros (uno de los de mayor valor nominal del mundo) y la obligatoriedad de la transferencia bancaria para transacciones a partir de una determinada cantidad. Pero, para Mollinedo, estos esfuerzos llegan tarde. "En la transición de la peseta al euro se dio un límite generoso para cambiar dinero sin tener que prestar cuentas", considera. "Faltó cierta diligencia de las entidades para cumplir con la ley".

Para José Antonio Bravo, fundador de Avalbit, los pequeños fraudes con el uso de efectivo irán desapareciendo con el tiempo. "Es un tema generacional, cultural y de educación", apunta José Antonio Bravo, fundador de Avalbit. "A la mayoría de la gente le preocupa los cruces de datos que hace la Agencia Tributaria, y los pequeños contribuyentes controlan sus flujos de ingresos y gastos".

Ley como barrera

Pero, a veces, la ley también actúa como barrera. "El 18 de mayo se traspuso la obligación de ofrecer a los establecimientos un modo de pago alternativo al efectivo en transacciones superiores a 30 euros.", apunta Diego Vizcaíno, socio director de economía aplicada de AFI. "¿Por qué ese límite? Es totalmente arbitrario".

La principal barrera, no obstante, continúa siendo mental. "Cambiar la tarjeta por el móvil de por si no cambia nada", considera Alonso. "Lo que cambian son los beneficios adicionales. Hay que ir más allá del pago e implementar programas de fidelización con nuevos servicios que aportan más valor al usuario".

"En Estados Unidos se está tardando más en implementar una sociedad sin efectivo porque nadie se ha molestado en presentar una razón para cambiar el statu quo", sostiene Marous. "Los consumidores están demasiado mimados. Hay organizaciones que no solo han hecho que el procedimiento sea más fácil, sino que han buscado cuidar a los consumidores y recompensarlos".

Marous tiene un responsable. "Es el comercio electrónico el que está mostrando el camino", indica. "Si los bancos no hacen esto, Amazon y Google lo harán". El cofundador de The Financial Brand señala que los propios bancos se han ganado esta disrupción en sus negocios, centrándose más en su propia eficiencia y su cuenta de resultados que en la atención al cliente. "¿Conocen ustedes a alguien que diga: "Hoy voy al banco" con alegría?", provoca Marous. "Generalmente lo que te dicen es "Hoy tengo que ir al banco", como si fuera una tarea pesada, ¡y lo es!".

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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