Un mensaje cristalino: la nueva fase de las políticas monetarias
La menor liquidez y tipos más altos complica el escenario de las economías emergentes
En medio de la creciente incertidumbre del escenario económico global, proveniente de la potencial escalada de subidas arancelarias iniciada por EE UU, los principales bancos centrales han lanzado esta semana un mensaje claro, cristalino: las políticas monetarias entran en una nueva fase.
La Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos no sólo confirma la subida prevista de los tipos de interés hasta el 2%, sino que, al calor de la fortaleza que muestra la economía estadounidense y con la inflación alineada por fin con el objetivo, contempla un escenario de sucesivas subidas —dos más este año y tres adicionales el año que viene—. Evidentemente, no son más que proyecciones, pero la Fed está dando un mensaje muy claro: la política monetaria en Estados Unidos entra en una nueva fase. Atrás queda la etapa expansiva, en la que el Banco Central mantuvo tipos bajos para incentivar el crecimiento. En adelante, la política monetaria será neutral o incluso ligeramente restrictiva si se cumplen estas proyecciones. Un mensaje que cae como jarro de agua fría para unos mercados emergentes que, tras haberse beneficiado de un entorno de abundante liquidez, tipos bajos y apetito por el riesgo, ya han empezado a experimentar presiones importantes tanto en sus tipos de cambio como en la percepción de riesgo.
Igualmente claro ha sido el mensaje del BCE que deja poco espacio a las interpretaciones. El Consejo ha hecho dos anuncios importantes. Primero, que se termina el programa de compra de activos —conocido como QE—. Atrás quedará una etapa de "emergencia" en la que el BCE, como otros bancos centrales, se sirvió de la expansión de su balance para cumplir con su objetivo. Y en adelante, la gestión de la política monetaria volverá a la forma tradicional, a través de tipos de interés. Esta decisión es consistente con la situación cíclica de la economía europea y muestra su confianza en que la recuperación seguirá en marcha. El segundo anuncio, en este caso inesperado y contundente, es que mantendrá los tipos de interés sin cambios hasta verano de 2019. Con esta decisión claramente persigue anclar las expectativas de tipos de interés por un periodo de tiempo prolongado, más de lo que esperaban los analistas. Otra jugada del BCE para evitar que la retirada del estímulo monetario provoque un indeseado tensionamiento del mercado, pero toda una sorpresa, lo que explica la fuerte reacción a la decisión del jueves: depreciación significativa del euro (sobre todo frente al dólar) y caída de los tipos de interés europeos.
Así que estamos inmersos en un nuevo entorno, con menor abundancia de liquidez y tipos más altos que complica el escenario de las economías emergentes, sobre todo si el dólar sigue fortaleciéndose.
Sonsoles Castillo es analista de BBVA Research.
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