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Economía Global

Las remesas huyen de Donald Trump

El temor a las políticas antimigratorias de EEUU dispara el envío de dinero hacia Centroamérica

Un local de envío de remesas en Nueva York.
Un local de envío de remesas en Nueva York.MIGUEL RAJMIL (EFE)

Hombre, de 39 años, bajo nivel educativo y dedicado al sector servicios o la construcción. Ese es el perfil medio de los más de 4,4 millones de centroamericanos que han decidido emigrar para buscar una mejor vida. Huyen de la pobreza, la violencia, la inseguridad, y desde el extranjero se han convertido en un pilar para la economía de sus países de origen. Tan solo en 2017 han enviado, por concepto de remesas, una cifra récord de casi 20.000 millones de dólares (unos 17.000 millones de euros, al tipo de cambio actual), de acuerdo con un análisis del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla). El monto —equivalente al 7,9% del Producto Interior Bruto y al 38,7% de sus exportaciones de América Central— es todo un maná para esta pequeña zona.

Centroamérica es cada vez más dependiente de este flujo de recursos, comenta Carlos de Sousa, economista sénior para América Latina en la consultora británica Oxford Economics. Las remesas se han incrustado en la economía de algunos países de la región (como Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua) de tal manera que ahora superan los ingresos de Inversión Extranjera Directa (IED) y son parte esencial en su balanza de pagos, comenta René Maldonado, coordinador del Programa de Remesas e Inclusión Financiera de Cemla.

Pero también son parte fundamental en la economía familiar. Hace 20 años, explica un análisis de Oxford Economics, representaban una décima parte del consumo de los hogares centroamericanos. Hoy equivalen a un 20%. El repunte es el reflejo de la inestabilidad que prevalece en la zona. América Central —integrada por Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras Nicaragua y Panamá y con una población en conjunto de más de 50 millones de habitantes— ha estado marcada por una serie de conflictos armados, vaivenes políticos, desastres naturales y constantes crisis económicas. Estos factores han derivado en un flujo significativo de ciudadanos hacia EE UU, principal país en donde se han asentado los emigrantes, detalla Gabriel Lesser y Jeanne Batalova, del Instituto de Política Migratoria (MPI, por sus siglas en inglés) de EE UU.

77.000 millones

América Latina recibió en 2017 más de 77.000 millones de dólares por envío de remesas, un 9% más que el año pasado. Centroamérica fue la zona que tuvo el mayor repunte (11,8%), seguida de Sudamérica (9,6%), el Caribe (9,3%) y México (6,6%), según las estadísticas del Cemla.

Se estima que al cierre 2018, las remesas que reciba América Latina superen los 81.000 millones de dólares, debido al crecimiento de EE UU, que impactará en los envíos hacia México y Centroamérica, y en el repunte económico de España, que tendrá un efecto en los países sudamericanos.

El movimiento de personas, sin embargo, no ha sido generalizado. Principalmente se ha dado entre los países que componen el Triángulo del Norte: El Salvador, Guatemala y Honduras, una zona fuertemente azotada por la violencia de bandas y grupos criminales organizados. Casi el 85% de los migrantes centroamericanos en EE UU procede de estas naciones, según un análisis del MPI. Una primera ola se dio con fuerza durante la década de los 80, época durante la cual la población centroamericana en Estados Unidos se triplicó. Desde entonces ha ido en ascenso. "La migración desde el Triángulo Norte ha sobresalido desde el fin de la recesión económica de 2009, como resultado de la violencia en la zona", añade Manuel Orozco, analista de Diálogo Interamericano, una organización con sede en Washington y experta en temas migratorios.

Incluso, el año pasado, el flujo de migrantes centroamericanos siguió creciendo, a pesar del discurso antimigratorio de Donald Trump, que ha llevado a la cancelación del programa visados temporales y permisos de trabajo a personas que ya vivían en EE UU de forma irregular y que son originarias de países (muchos de ellos centroamericanos) afectados por guerras o desastres naturales. De acuerdo con las cifras recabadas por el Cemla, en 2017 el número de migrantes de América Central aumentó un 1,6% (55.230 personas), una cifra que se sumó a los más de 3,3 millones ya establecidos en suelo norteamericano. Este fenómeno ha tenido un impacto directo en el envío de remesas.

Orozco indica, en base a diversos análisis, que por ejemplo en el caso de Guatemala, el 14% de las personas en el altiplano occidental de ese país tiene un familiar que migró en 2017 y ese mismo año envió dinero. "Esta cifra coincide con el aumento de un 17% en las remesas, reportado por el Banco Central de Guatemala", arguye. Pero el aumento también se debió al miedo a la deportación. "La gente está enviando sus ahorros por adelantado ante un mayor recrudecimiento de la política migratoria", agrega Maldonado.

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Centroamérica se ha beneficiado del empuje económico de EE UU. El récord en remesas registrado en 2017 es el reflejo de la política fiscal expansiva adoptada por las autoridades de ese país. Esto ha derivado en una mayor creación de empleos y en una mejora en los salarios para los centroamericanos como para el resto de los migrantes procedentes de América Latina, subraya Maldonado. "Las familias tienen mucho más dinero para gastar, aumentan su consumo y eso tiene un efecto positivo en la economía y en el envío de remesas", destaca el analista. El efecto, sin embargo, no es sostenible.

La fortaleza económica Estados Unidos podría menguar pronto, estima De Sousa. "Todos los ciclos de expansión tienen un final... ningún país puede crecer permanentemente y sería de esperarse que EE UU desacelere su crecimiento en los próximos años", arguye el experto. Esto traerá como consecuencia un aumento en la tasa de desempleo y un menor envío de dinero. "En las recesiones estadounidenses, los latinoamericanos suelen ser los primeros en quedarse sin trabajo", agrega el analista. El problema está en aquellos países con el PIB atado a estos recursos. Honduras, por ejemplo, es el de mayor dependencia. Los envíos representan un 19% de su riqueza nacional. En El Salvador ascienden a un 18,4% del PIB, mientras que Guatemala llegan al 11,6%, en Nicaragua al 10,2% y en Belice al 4,9%. Panamá y Costa Rica son las únicas naciones que no están subordinadas a estos recursos, que no llegan a presentar ni el 1% de su economía.

En algunos países, como El Salvador, Honduras o Guatemala, los envíos de dinero son responsables de la mitad del repunte económico general, dice Orozco. "Las remesas no son insignificantes", agrega. Al cierre de este año, el maná seguirá fluyendo: América Central recibirá más de 21.000 millones de dólares, según las estimaciones del Cemla. Un nuevo récord para la región que espera que el diluvio del norte no llegue pronto.

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