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Turbinas para contener una gran crisis

La argentina Impsa, de soluciones para la industria energética, intenta reponerse de un inesperado revés financiero

Turbina Kaplan fabricada por la empresa Argentina Impsa. 
Turbina Kaplan fabricada por la empresa Argentina Impsa. 

Una crisis imprevista estuvo cerca de fulminar en 2014 a una de las multinacionales argentinas con más historia. Fundada en 1907 como Industrias Metalúrgicas Pescarmona, Impsa se convirtió a lo largo del último medio siglo en una empresa líder en tecnología para la industria energética y portuaria. Centenares de sus grúas están instaladas en terminales de Asia, Oriente Próximo y América, mientras que sus turbinas hidráulicas operan en grandes represas de China, Malasia, Colombia y Estados Unidos, entre muchos otros países. El descalabro sobrevino cuando se combinaron de forma imprevista los problemas de pago de dos grandes clientes de Brasil y Venezuela. La deuda de la compañía escaló rápidamente hasta cerca de 1.200 millones de dólares, lo que la dejó en la insolvencia y prácticamente paralizada.

Gracias a una fuerte reestructuración de sus operaciones y su deuda, Impsa logró mantenerse en pie. Pero el tropezón financiero tuvo un alto precio para los históricos dueños. La familia Pescarmona debió ceder el 65% de las acciones a un grupo de acreedores encabezado por Banco Nación de Argentina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y un fondo de inversiones de Chile. Hace apenas un mes, Enrique Pescarmona, nieto del fundador, dejó el mando de la empresa después de más de cuatro décadas.

“La familia fue el accionista principal durante 110 años, pero acompañó el proceso y prefirió ceder la mayoría de las acciones con tal de dar continuidad a la compañía”, afirma el nuevo consejero delegado, Juan Carlos Fernández, en las oficinas de la empresa en Buenos Aires. Tras la crisis, los acreedores se quedaron con el 65% de las acciones. El centro de las operaciones de Impsa, y las que ahora son sus únicas plantas, están, sin embargo, en Mendoza. Fue allí donde nació como una empresa metalúrgica orientada a dar soluciones a la industria del vino, la actividad más emblemática de la provincia.

Pero sus productos estrella en las últimas décadas fueron las turbinas para centrales hidroeléctricas. “A fines de los años setenta fuimos a aprender a los países que tenían la mejor tecnología y hoy tenemos uno de los laboratorios de hidráulica más modernos del mundo. En algunos casos somos mejores que los alemanes y los austríacos, que son los rivales más fuertes. Competimos de igual a igual”, afirma Fernández, que tiene una trayectoria de 39 años en la empresa. En paralelo, Impsa creció en el sector de la tecnología para la generación de energía atómica: es proveedora de casi todos los componentes importantes de las centrales nucleares, con la excepción de los reactores. Las grúas portuarias y los aerogeneradores fueron sus últimos grandes desarrollos. Distribuidos en 40 países, el total de los proyectos realizados por la empresa en el sector energético suman una capacidad instalada de más de 50.000 MW.

Hacia 2006, la empresa fabricaba grúas en Malasia, tenía oficinas en nueve países y se había hecho muy fuerte en los mercados de Asia y América Latina, además de Estados Unidos. En Impsa entendieron que era el momento propicio para hacer una puesta grande por Brasil, donde estaba en auge el sector eólico. Instalaron una fábrica de aerogeneradores y participaron como socios mayoritarios en un proyecto público privado de generación eléctrica. La empresa buscó inversores en el mercado para alcanzar los más de 1.000 millones de dólares que requería la puesta en marcha de las operaciones. Pocos años más tarde, cuando se había convertido en un líder latinoamericano del sector eólico, llegaron los problemas.

En 2012, Impsa dejó de recibir los pagos por la energía de un parque de 220 MW que vendía al ente estatal brasileño Eletrobrás. “No hubo una explicación. Todas las empresas cobraban menos nosotros y tuvimos que recurrir a la justicia, nos dio la razón tres años más tarde”, asegura el consejero delegado. Eletrobrás se convirtió poco después en un blanco de las investigaciones del Lava Jato, pero en Impsa prefieren no opinar sobre las versiones periodísticas que vinculan ambos asuntos. La empresa mendocina, en cualquier caso, era garante frente a los inversores del parque eólico y terminó en un aprieto financiero. “De tener una deuda sostenible de 250 millones de dólares, le cruzaron 850 millones por esa garantía”, detalla.

Deuda de Maduro

El golpe llegó en el peor momento. Ya habían empezado a llegar malas noticias del mayor proyecto de turbinas hidroeléctricas que entonces llevaba adelante la empresa: el de la central de Tocoma, en Venezuela. “Ganamos una licitación internacional para una central hidroeléctrica del tamaño de Yacyretá (el complejo que comparten Argentina y Paraguay en el río Paraná, con una potencia instalada de 3.100 MW) financiada por la Corporación Andina de Fomento”, explica Fernández. Pero el recién asumido Gobierno de Nicolás Maduro, escaso de divisas, suspendió los desembolsos que adeudaba y la obra quedó a medio hacer. Algunas de las turbinas Kaplan (las mayores del mundo), diseñadas a medida para Tocoma y prácticamente listas, siguen en las instalaciones de Mendoza, a la espera de que el proyecto se reactive.

En Argentina, dadas las dificultades de la empresa para obtener financiación, habían sido años de poca actividad. Pero Fernández niega que eso haya sido un factor importante de la crisis. “De los 180 proyectos que la empresa realizó en los últimos 20 años, 150 se hicieron en el exterior”, explica.

La primera licitación internacional importante que ganó la empresa tras la reestructuración fue, sin embargo, en su país de origen. “Estamos construyendo dos turbinas de nueve metros de diámetro para Yacyretá”, cuenta el consejero delegado. “Durante la crisis nos dedicamos a cumplir con todos los contratos y a mantener las inversiones en investigación y desarrollo, pero ahora que salimos del default estamos enfocados en vender”.

Una inversión de 6.000 millones

  • Distribuidas en más de 40 países, las obras con tecnología de Impsa suman una potencia instalada de más de 50.000 MW.
  • De los 180 proyectos que completó en los últimos 20 años, 150 fueron desarrollados para el extranjero gracias a una inversión de más de 6.000 millones de dólares.
  • Tiene en ejecución seis proyectos hidroeléctricos, dos nucleares y dos eólicos.
  • La empresa tuvo una fábrica de grúas portuarias en Malasia que llegó a liderar el mercado asiático, pero se desprendió del negocio en 2008.
  • Tras una fuerte reestructuración, logró reducir su deuda de 1.200 millones de dólares en 2014 a 450 millones en la actualidad. El acuerdo con los acreedores priorizó la continuidad de la empresa y le otorgó plazos y periodos de gracia extendidos.

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