Las plataformas digitales han llegado para quedarse
El debate público debería centrarse en cómo aprovechar y maximizar las oportunidades que nos brindan
La expansión de las plataformas digitales durante la última década ha contribuido decisivamente a reconfigurar la estructura económica de muchos sectores, y a modificar patrones y hábitos de consumo en distintos mercados. La transversalidad del fenómeno se manifiesta en la proliferación de plataformas en todo tipo de actividades: desde servicios de movilidad, finanzas y turismo a servicios profesionales, culturales y retail, entre muchos otros, lo que dificulta establecer una definición precisa que comprenda todas sus manifestaciones.
Desde el punto de vista de los usuarios particulares, presentan una mayor flexibilidad que sus homólogas analógicas, permitiendo adaptar el nivel de consumo al de sus necesidades, e incluso en algunas actividades, convertirse además en productores u oferentes de bienes o servicios a través de la misma plataforma, dando lugar al concepto de “prosumidor”. Facilitan asimismo el acceso a una amplísima gama de bienes y servicios, incrementando la variedad de la oferta e incentivando la competencia entre operadores al reducirse las barreras tradicionales asociadas a la distancia física. Por otro lado, y no menos importante para el adecuado funcionamiento de los mercados, las plataformas digitales contribuyen a mitigar las asimetrías de información a través de mecanismos descentralizados de reputación online.
En cuanto a las empresas, las plataformas digitales permiten ajustar de manera más eficiente la oferta en función de la demanda (incluyendo la posibilidad de aplicar precios dinámicos). Por otra parte, representan un canal de ventas complementario, con soluciones que permiten articular estrategias de marketing, logística y pagos de forma asequible para los pequeños negocios, contribuyendo a reducir los costes de transacción, a mitigar las barreras de entrada y a impulsar su proceso de internacionalización.
Por último, las plataformas constituyen un nuevo vector de crecimiento económico a través del aprovechamiento eficiente de recursos infrautilizados, del incremento de la productividad y de una adopción más ágil de dinámicas innovadoras, como pone de manifiesto un reciente estudio publicado por el Observatorio ADEI.
El debate público debería centrarse en cómo aprovechar y maximizar las oportunidades que brindan las plataformas digitales, una realidad que ya está aquí y ha llegado para quedarse. Y no tanto en imponer trabas a su avance para proteger actividades “amenazadas”, como se desprende de algunas medidas recientemente implementadas, como la que limita la actividad de las empresas de vehículos de alquiler con conductor (VTC) con la única motivación —al menos aparente— de defender a su competidor establecido y no el interés general. Obviamente, la irrupción de este fenómeno supone un cambio tecnológico y organizativo de primer nivel que obliga a repensar muchos modelos de negocio, a regular de forma acorde, así como a dedicar recursos a acompañar esta transición.
Diego Vizcaíno, profesor de Afi Escuela de Finanzas.
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