Serra dice que el Banco de España frenó los cambios en Catalunya Caixa para evitar dudas sobre el sector
El que fuera presidente de la entidad se exculpa de toda la responsabilidad sobre la crisis de una entidad que ha costado 12.676 millones al contribuyente
El expresidente de Caixa Catalunya y exvicepresidente del Gobierno socialista, Narcís Serra, ha asegurado este miércoles que solicitó en varias ocasiones cambiar el equipo directivo de la caja, si bien sus propuestas fueron rechazadas en dos ocasiones por la Generalitat de Catalunya y el Banco de España.
Durante su intervención en la comisión del Congreso que investiga la crisis financiera, ha descrito una reunión, el 22 de febrero de 2007, que solicitó con Miguel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, pero que éste delegó en el director de Supervisión, Javier Aríztegui. En esa cita, Serra dijo que la solución para la caja era el cambio de los directivos. Esta opinión, "en la que estaba de acuerdo la inspección", "no fue el criterio del Banco de España, que insistió en mantener al director y sostuvo que era suficiente cumplir con las recomendaciones" realizadas por ese organismo.
Según Serra, que aclaró que fue presidente no ejecutivo, la razón de este freno del supervisor a los cambios fue que "al Banco de España le pesaba la preocupación de las consecuencias para el sistema de un posible conflicto en una de las cajas españolas y también sus efectos sobre la confianza del sector en un momento en que ya veían algún nubarrón en el horizonte". "Al no contar con el consenso del Banco de España, desistí, por el momento", añadió.
Solo consiguió que José María Loza abandonara su cargo en febrero de 2008 porque Serra amenazó a la Diputación de Barcelona, entidad fundadora, con dimitir si no se iba el director general, dijo Serra. Loza abandonó la caja con cinco millones de indemnización y otros cinco millones en el fondo de pensiones, según se publicó tras su salida. Se nombró a Adolf Todó como director de la entidad, a quien esperaba una tarea "muy ardua", ha explicado quien fuera presidente de la caja entre marzo de 2005 y noviembre de 2010.
Serra, que está implicado en varios juicios por las retribuciones y el agujero de la caja, no ha asumido directamente responsabilidades sobre la quiebra de la entidad que ha costado 12.676 millones a los contribuyentes, según el último informe del Tribunal de Cuentas. Solo al final de su exposición, a preguntas del socialista Pedro Saura, ha dicho: "Debí ser más rotundo en la toma de algunas decisiones, hubiéramos ganado tiempo, aunque solo fueran unos meses".
Ha descrito una situación irremediable en la que quiso cambiar el rumbo de la entidad, consciente de que existía demasiada dependencia del ladrillo, pero por dificultades institucionales y por la rapidez con la que llegó la crisis, no hubo tiempo para salvar la entidad. Dijo que otras cajas sobrevivieron porque no tenían tanto ladrillo en el balance como Catalunya Caixa.
Todo fue culpa de Procam
Serra ha apuntado que cuando llegó ya estaba la caja totalmente implicada en Procam, la cuarta inmobiliaria de España, que generaba el 60% de los resultados. "Una estrategia que generó un peligro enorme cuando llegó la crisis porque los promotores tenían el 50% del accionariado y entraron masivamente en concurso de acreedores", admitió. Dijo que algunos ejecutivos de la entidad no fueron "muy rigurosos" con la evolución de Procam porque generaba ingresos de forma recurrente, hasta la crisis. También admitió que no se debía haber asumido más riesgo que el de los promotores, aunque en ningún caso lo asumió como un error propio. Dijo que hasta 2007 Procam no tenía morosidad.
Serra, que aclaró que nunca recibió salarios millonarios como le habían acusado algunos parlamentarios, apuntó que la solución a la crisis hubiera sido que el supervisor hubiera frenado el volumen de créditos al ladrillo así como crear antes el banco malo. Dijo que propuso organizarlo desde finales de 2008 con 50.000 millones para activos tóxicos. Sin embargo, "eran momentos difíciles para tomar decisiones económicas y hubo un cambio de ministro en abril", en velada referencia a la marcha de Pedro Solbes y la llegada de Elena Salgado. Apuntó que el Gobierno no quería dejar ver "una crisis sistémica desde una caja concreta" porque hubiera parecido "una maniobra defensiva intentando la situación del llamado mal de muchos. Quizá por esa razón la propuesta fue muy criticada en los medios y no prosperó".
Reprochado por su penosa gestión, por parte de los grupos parlamentarios, Serra señaló: "Si se hubiera hecho con Catalunya Caixa lo mismo que con Bankia", es decir, reflotarla con dinero público, "la entidad estaría ahora devolviendo parte del dinero, pero se optó por la venta rápida a un gran banco", el BBVA, "a un precio reducido".
Negó haber fomentado la venta de las preferentes, pero aclaró que "los buenos clientes se las disputaban" por sus elevadas remuneraciones. También apuntó que la fusión de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa "la impuso el Banco de España para poder recibir ayudas del FROB, pero también la aprobó la Unión Europea. No creo que fue un error la fusión, en aquel momento".
Según el Tribunal de Cuentas, hasta ahora Caixa Catalunya es la entidad que más pérdidas públicas ha generado, 12.676 millones, a falta de la venta de Bankia, donde se consideran perdidos 12.347 millones, por 11.065 millones de Banco CAM y Novacaixagalicia, 9.159 millones.
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