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Un mundo diferente

Las economías crecen pero la vulnerabilidad financiera continúa entre nosotros

José Carlos Díez
Edificios de nueva construcción en Hong Kong
Edificios de nueva construcción en Hong KongBobby Yip (REUTERS)

El crecimiento del PIB mundial cerrará 2017 por encima del 3,5% por primera vez desde 2011. Atrás han quedado los temores de una posible recesión en China y en EE UU que provocaron una crisis financiera a principios de 2016. El crecimiento aún está lejos del 5% de 2007, durante la burbuja de crédito internacional, y su composición también es diferente. China e India explican más de la mitad del crecimiento mundial y cuatro veces más que la aportación de Estados Unidos y la Unión Europea juntas. Los países periféricos asiáticos: Indonesia, Filipinas, Malasia, Tailandia y Vietnam tienen una aportación al crecimiento mundial similar a la EE UU o la Unión Europea y crecen al 5%, tasas similares a las de 2007.

Otro cambio estructural durante la crisis ha sido en los flujos financieros. En 2007 se hablaba de los desequilibrios mundiales: un elevado déficit exterior estructural en Estados Unidos que se financiaba con un elevado superávit estructural chino mediante la compra de deuda pública y deuda hipotecaria principalmente. China ha cambiado su modelo de crecimiento liderado ahora por el consumo, la inversión y la demanda interna. Su superávit exterior ha bajado del 10% del PIB al 1% y pronto incurrirán en déficit.

Eso significa que cuando el Presidente Xi acaba de anunciar planes de inversión y expansión de demanda supondrá mayor crecimiento del PIB y del empleo en los países desarrollados. El problema es que, para crecer, las empresas chinas aumentan su deuda con exuberancia irracional y el riesgo sería, como aprendimos en 2008, una crisis financiera y bancaria.

La Unión Europea ha pasado de un déficit exterior de 250.000 millones de dólares en 2008 a un superávit de 400.000 millones en 2017. Alemania y Holanda han aumentado su superávit estructural, Francia tiene la balanza equilibrada y los países periféricos han pasado de un elevado déficit a superávit por hundimiento de demanda de importaciones y devaluación salarial que ha mejorado sus exportaciones. Por lo tanto, Europa es una economía muy dependiente del comercio mundial y por eso en 2017 ha registrado el mayor crecimiento desde 2007.

EE UU mantiene un crecimiento próximo al 2%, por lo que la revolución Trump no ha cambiado nada. En 2007 su déficit exterior era del 5% del PIB y era una mezcla de desahorro público y privado. En 2017 el déficit estará próximo al 2% del PIB y es 100% por desahorro público ya que el sector privado tiene un exceso de ahorro del 3% del PIB.

En este escenario Trump ha decidido emular a Reagan bajando impuestos, principalmente a las empresas, lo cual provocará un aumento del déficit público estructural próximo al 4% y también del déficit exterior. Al igual que le sucedió a Reagan se lo van a financiar principalmente fondos de pensiones alemanes y japoneses. La diferencia es que la deuda pública ahora está por encima del 100% del PIB y es el doble de la que había en los años ochenta.

Conclusión: se recupera el crecimiento mundial pero la vulnerabilidad financiera continúa entre nosotros.

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