Eysa quiere ganarse a los conductores
La madurez del mercado y los cambios en la movilidad fuerzan al gestor de parkings a entrar en nuevos negocios menos dependientes de la Administración y salir al exterior
Eysa comenzó su andadura en 1976 dentro del grupo FCC. Cuando ese año ganó la concesión de un aparcamiento subterráneo en la calle Marqués de Urquijo de Madrid, Uber, el coche compartido, los vehículos autónomos, el auge de las bicicletas o las restricciones al tráfico por contaminación eran una quimera. La revolución que vive ahora la movilidad urbana por los cambios tecnológicos y sociales, sin embargo, fuerza a la compañía a buscar nuevos caladeros de negocio. “Eysa ha pasado de ser una empresa de aparcamientos a un grupo de soluciones de movilidad”, resume Javier Delgado, consejero delegado de la compañía.
Este año, Eysa cerrará el ejercicio con una facturación próxima a los 90 millones de euros. El 70% de los ingresos todavía corresponde a las actividades de estacionamiento regulado en superficie, es decir, al negocio concesional de toda la vida. La idea del equipo gestor es que las nuevas actividades (gestión de multas, carsharing, bicicletas eléctricas, aplicaciones digitales...) vayan ganando más peso en la cuenta de resultados. El objetivo, en definitiva, es pasar de ser una empresa centrada solo en las administraciones públicas a otra dedicada a ofrecer soluciones de transporte a los ciudadanos.
En esa travesía, Eysa cuenta con un potente escaparate de venta de nuevas actividades. Se trata de la aplicación elparking.com, que permite reservar estacionamiento, tanto en zonas reguladas como en parkings públicos o privados. “Tenemos 500.000 usuarios y se trata de un servicio muy intensivo ya que el pago por móvil tiene una penetración del 45%. Por lo tanto, la aplicación es una plataforma para que los ciudadanos puedan acceder a otros servicios”, apunta Iván Pérez, director de desarrollo de negocio de la compañía. La aplicación, por ejemplo, ya permite la gestión de aparcamiento en los aeropuertos españoles, planificar el repostaje de combustible en los viajes, o abrir las barreras o las puertas de los garajes para el servicio de parkingdoorr (una especie de Airbnb de los aparcamientos).
“Nuestro plan de negocio prevé que la facturación de la compañía se doble en cinco años. Este objetivo, sin embargo, hay que ponerlo en contexto ya que el mercado de la movilidad urbana cambia a gran velocidad”, según el consejero delegado. Para lograrlo, Eysa contempla tanto crecimiento orgánico como vía adquisiciones. “Somos capaces de generar recursos propios para financiar estas inversiones”, sostiene Delgado. En los últimos dos años, la empresa se ha hecho con el control del grupo valenciano SCI, especializado en el cobro de multas de tráfico, y la compañía estadounidense P3GM que explota el uso de bicicletas públicas.
Acuerdo con PSA
Otra vía de crecimiento de Eysa pasa por la colaboración con los fabricantes de automóviles. En este sentido, explota junto a PSA Peugeot el servicio de coche compartido 100% eléctrico Emov. “El proyecto está dando unos resultados mejores a los previstos inicialmente. La respuesta de Madrid a cualquier nueva propuesta de movilidad es excelente. Creo que con la entrada de nuevos competidores este mercado crecerá a una velocidad aún mayor”, dice Delgado.
El plan de diversificación de Eysa pasa, no solo por entrar en nuevas actividades, sino también por internacionalizarse. Ahora solo el 5% de los ingresos que genera vienen del exterior. La compañía está muy expuesta al mercado nacional —“que en temas de concesiones es muy maduro”—, principalmente a Madrid (un 24% de la facturación total), donde explota el aparcamiento regulado del Ayuntamiento. “El problema del desarrollo internacional de este tipo de actividades concesionarias es que los plazos de maduración de los proyectos son largos. Estamos hablando de dos o más años”, reconoce el consejero delegado.
En la expansión internacional de la compañía juega un papel clave Latinoamérica, por ser la zona de aterrizaje natural en la aventura exterior de muchos grupos españoles y por su retraso en temas de estacionamiento. El salto priorizará en un primer momento el negocio concesional tradicional de la compañía antes que las nuevas áreas de negocio. “Lo primero que tienen que hacer estos países es ordenar la parte relacionada con la circulación y el estacionamiento. Si no hay un cierto orden en la vía pública no es posible tener soluciones de movilidad más avanzadas”, señala Delgado. Eysa prevé que un tercio de sus más de 160.000 plazas de estacionamiento actuales estén situadas en grandes ciudades latinoamericanas en 2020.
El negocio concesional de Eysa depende del albur político. En el caso de su principal contrato, el firmado con el Ayuntamiento de Madrid, le quedan ocho años en vigor más una extensión adicional de otros cuatro años. “Esperamos renovarlo cuando venza. Nuestra cartera tiene una vida media de ocho años en concesiones de aparcamiento regulado. Eso quiere decir que tenemos un horizonte temporal suficiente para consolidar las actividades de la compañía en otros mercados emergentes”, comenta el máximo ejecutivo del grupo.
Eysa ha cambiado de manos varias veces en poco tiempo. FCC vendió la compañía en 2011 a N+1 (hoy Alantra), que estuvo en el capital hasta mediados de 2013 cuando traspasó la propiedad a un grupo liderado por la firma de capital riesgo Portobello, y en el que también figuran el fondo de pensiones holandés PGGM, la aseguradora francesa CNP Assurances y el fondo suizo Capital Dynamics. Estar en la cartera del capital riesgo suele exigir a sus gestores tasas de crecimiento muy exigentes. En un plazo “de tres a cinco años”, los dueños actuales querrán aprovechar esa hoja de servicios para salir del accionariado con jugosas plusvalías. “Veo difícil una desinversión a través de una salida a Bolsa porque aún no tenemos suficiente tamaño. Aparte de jugadores industriales atraídos por todo lo que está pasando en el sector de la movilidad, creo que a la compañía le queda recorrido suficiente para que entre otro fondo de capital riesgo”, concluye Iván Pérez.
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